Parte/8/Nochebuena.
La noche buena la pasábamos en casa de mis abuelos maternos junto con los dos únicos hermanos de mi mamá, su esposa y mis primos. Mi madre y mis tías preparaban los tamales y el atole, mientras que mi abuela hacía los buñuelos, muy sabrosos, aunque pensándolo bien, no eran muy higiénicos que digamos, recuerdo que mi abuela empezaba a hacer la tortilla con las manos, después se la ponían en la rodilla y ahí le iba haciendo la forma, la ponían en la cazuela con mucha manteca bien caliente a dorar, creo que ahí se morían los microbios, ja, ja, ja les ponía su mermelada de piloncillo y a degustarlos se ha dicho.
A las ocho de la noche empezaba la posada, rezábamos el rosario, entre misterio y misterio cantabamos villansicos posteriormente pediamos la posada, enseguida quebrábamos una piñata llena de dulces y fruta finalmente recibíamos nuestro bolo.
Mientras se llegaba las doce de la noche para degustar la cena navideña, mi tío Ricardo tocaba la guitarra, mi abuelo, mis tíos y mi papá cantaban canciones rancheras, boleros o corridos alusivos al tiempo de la revolución sentados alrededor de una fogata, los chiquillos corríamos alrededor del fuego muy contentos, los niños cenábamos más temprano para irnos a dormir, para despertar temprano a ver que nos había dejado el niño Dios en el zapato, algunos años más tarde mis abuelos se fueron a vivir a una ranchería lejana ahí se dieron por terminadas las reuniones familiares. Fueron unos años maravillosos que recuerdo con mucha nostalgia.
Que pasen una muy Feliz Navidad y un próspero año nuevo lleno de dicha y felicidad, les desea de todo corazón su amiga.
Rosalía Badillo.
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