Parte/5/Coincidencia o realidad.
–Mamá yo quiero ir al penta.
–¿De dónde sacaste eso? ni siquiera sé que es eso.
–Es a donde va mi amigo Luis los domingos.
–Virginia a donde llevas los domingos a Luis, Joel esta insiste e insiste en que lo lleve
—Es una escuela donde los niños reciben una disciplina tipo militar, los jóvenes que salen de ahí tienen más oportunidad de entrar a la escuela de aviación, pero te advierto que los maestros son muy estrictos con los niños.
—Ah mira pues eso está bien, quien quite en el futuro tenga un hijo piloto.
Le comenté a mi esposo y estuvo de acuerdo las actividades eran los domingos. Lo inscribí lo llevaba los domingos le compré su uniforme al niño le gustaba mucho y tal como me dijo mi amiga los maestros eran muy estrictos.
En el mes de marzo es el aniversario de la fundación de la escuela, lo festejan con un paseo a la barranca de Huentitán, otros niños del barrio también se metieron entre ellos mi sobrino, el paseo consiste en bajar la barranca acampar a un lado del río esa noche la pasan allí y se regresan al siguiente día.
Afortunadamente todos los niños regresaron sanos y salvos.
A los pocos días del paseo, empecé a notar que mi hijo se comportaba muy raro, la maestra me mandó llamar me dijo:
Señora no sé qué pasa con su niño, está muy distraído, se queda dormido en medio de la clase, sin embargo, cumple con sus tareas, a mí me preocupa ya que no es usual que una criatura, tenga un cambio tan radical.
Al parecer la escuela no le interesaba ni un ápice cuando le pregunté me contestó.
—¿Qué está pasando contigo me dice la maestra que te quedas dormido en medio de la clase?
—Esque ya me sé todo lo que enseña la señorita y me da mucho sueño.
Cuando le dije a mi marido, le hizo una serie de preguntas de los libros, le puso operaciones de matemática y por increíble que parezca, todo contestaba bien, al contrario de la escuela, le entro un gusto por ir a al pentatlón.
Cada año en el aniversario de la independencia de México los alumnos participan en el desfile, presentan varias actividades mi hijo participo en una pirámide humana, él por ser el más pequeño iba en la parte más alta portando la bandera de la escuela.
Desde un mes antes, empezaban a entrenar arduamente para que los alumnos no perdieran el equilibrio en medio del desfile, el sargento solo podía entrenarlos por las noches, eran tres horas de entrenamiento de siete a diez de la noche, mi cuñada y yo los llevábamos al jardín donde entrenaban los dejábamos y más noche los recogíamos.
Para llegar a esa plaza teníamos que pasar por el panteón, teníamos que recogerlos a las diez de la noche.
El panteón tiene dos puertas una a cada extremo en una ocasión cuando fuimos a recogerlos, íbamos platicando mi cuñada y yo, cuando llegamos a la puerta del panteón, vimos que los niños ya venían y le dije a mi cuñada.
—¡Mira allí vienen hay que esperarlos aquí para no caminar tanto, cuando los niños llegaron a la puerta del otro extremo, los vimos que se escondieron en el hueco de la puerta— me dijo mi cuñada!
—Mira estos canijos se escondieron para asustarnos cuando pasemos, vente vamos a asustarlos nosotras.
Caminando sigilosamente, cuando llegamos a la puerta les dijimos.
—¡Huuuuuuu.
Pero cuál fue la sorpresa de que los niños no estaban, nos quedamos estupefactas y al mismo tiempo asustadas, le pregunté a mi cuñada.
—¿Tú los viste que se metieron al hueco?
—Si, igual que tú.
La puerta estaba cerrada con un candado, y no había modo de que los niños se hubiesen metido al panteón; todavía estábamos desconcertadas cuando oímos una algarabía eran los niños que ya venían de su entrenamiento, yo le dije a mi cuñada.
—Fíjate que me equivoqué el niño que vi no traía suéter y Joel sí.
—No te hagas, si los vimos, eran Edgar y Joel.
Cuando los niños se acercaron lo primero que vi es que mi hijo no traía su suéter, le pregunté.
—¿En dónde está tu suéter?
—Se me olvido con el sargento.
Se regreso corriendo por él, ya de regreso nos dio miedo pasar por la puerta del panteón, nos regresamos por la acera de enfrente, cuando llegamos a casa de mi cuñada le contamos a mi suegro.
—Lo que pasó fue que iban platicando de fantasmas y creyeron ver a dos, con la figura de los niños, los espíritus no existen y bla, bla, bla, pero las dos sabíamos lo que habíamos visto y por supuesto no era un alucinación, ese día empezó el extraño comportamiento de mi hijo.
Pasaban los días y el muchacho seguía igual en la escuela la maestra me dijo.
—Señora le aconsejo que lleve al niño con un sicólogo lo puede llevar al DIF, allí solo cobran una cuota de recuperación.
Siguiendo el consejo de la maestra lo lleve, lo empezó a ver una doctora muy jovencita la terapia era a base de dibujos, a la semana del tratamiento la doctora me hizo una serie de preguntas.
¿Cómo es la relación entre su marido y usted?
—Yo siento que buena.
—¿Pelean frente a los niños?
— No, nunca, si en algo no estamos de acuerdo lo solucionamos cuando ellos ya están dormidos
—¿Su esposo es cariñoso con sus hijos?
—Si, él los quiere mucho.
—¿Usted trabaja?
—Hago manualidades y vendo ropa, para ayudar con los gastos del hogar.
—Qué extraño señora al ver los dibujos de su hijo, creí que el niño recibía maltrato infantil.
—Pero ¿por qué pensó eso?
—porque en todos los dibujos que hace de su familia siempre se dibuja separado de ustedes.
Al poco tiempo el niño se obsesiono con el tema de la muerte, me hacía varias preguntas.
—Mamá y si me subo a la azotea y me dejo caer qué me pasa?
—Ay hijo pues te matas
—¿Mamá, si me encajo un cuchillo en el corazón qué me pasa?
—Pues te mueres.
—¿Oyes mamá y si pongo una soga en el techo y me cuelgo del cuello que me pasa?
—Pues te ahorcas y te mueres.
Eso me preocupo bastante se lo comente a la doctora, en la siguiente cita me dijo.
—Señora me preocupo mucho lo que me contó de su niño, es por eso que consulte su caso a uno de mis maestros él es un prestigiado psicólogo él se interesó en el caso y me pidió que lo llevara s su consultorio.
—Pero yo no tengo dinero para pagarle—Le contesté.
—Por eso no se preocupe el doctor no va a cobrar nada, si usted acepta, él lo vera los sábados.
—Si es así, acepto ¿A dónde lo tengo que llevar?
—Yo pasaría por el niño a su casa y yo se lo regreso.
El tercer sábado cuando me lo entrego me dijo.
—Señora su niño ya está bien.
—¡En verdad ya está curado!
—Si señora.
—¿Y que tenía?
—El doctor tiene dos teorías: el niño quisiera estar grande para el poder trabajar y que usted no lo haga.
—La otra teoría es que a el niño se le metió un espíritu de un niño más grande, es por eso que se aburría en la escuela y le daba sueño.
—¡Pero eso es posible!
—Se lo dejo a su criterio, lo que usted quiera creer, pero el niño ya está bien.
—Muchas gracias doctora.
Desde ese día el niño volvió a la normalidad, ya no quiso ir al pentatlón, ya no hablo de la muerte, y en la escuela ya se comportaba como un niño de su edad.
Un buen día me dijo una amiga que tenía a su hija en la misma escuela que mi hijo.
—Mañana no voy a venir a traer a la niña a la escuela.
—¿Por qué?
—Mañana es el aniversario de la muerte de mi hermano y los del pentatlón le hacen un homenaje cada año en su tumba.
Qué le pasó a tu hermano?
—Cuando mi hermano tenía doce años asistía al pentatlón
mi hermano fue acampar a la barranca de Huentitán como lo hacen cada año en el aniversario de su fundación ellos ponen una cuerda de lado a lado del río los niños de los doce años en adelante tienen que cruzar el río agarrados de la cuerda.
desafortunadamente mi hermano se soltó y murió ahogado. —¿En cuál panteón está enterrado?
En el panteón de San Pedro Tlaquepaque.
Yo deduje que posiblemente fue el espíritu del adolescente el que se le metió a mi hijo, pero solo Dios sabe, coincidencia o realidad. Pero todo puede ser posible.
-o-
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