Parte/4/El alma de doña Tila.
―Oiga doña Tere ¿Usted cree en los aparecidos?
―Pues fíjese que no. Aunque en una ocasión creo que se nos apareció una anima a mí mamá y a mí.
―¡Anda! ¿Y cómo estuvo eso?
―Pues dijese que cuando uno de mis hijos estaba chiquito, tenía como un año y meses, se me puso muy malo de soltura y vomito, le daba medicina, pero nada que se le quitaba, lo lleve al seguro tres veces y la última vez que lo lleve me dijo el Doctor.
Si con esta medicina no se mejora lo voy a internar.
Cuando salí de la clínica me fui a la casa de mi mamá, mi esposo iba a pasar por nosotros, a mí y, mi mamá y yo estábamos sentadas en la puerta de la casa yo tenía al niño abrazado, el pobre estaba tan malito que ni siquiera se podía dormir, todo lo que comía vomitaba yo ya me estaba desesperando porque yo no veía que la medicina le hiciera ningún efecto, le dije a mi mamá.
―En cuanto llegue Marcos le voy a decir que llevemos al niño a urgencias la medicina que me receto el doctor no le hace ningún efecto.
―Pues si no queda otro remedio lo llevan, acuérdate de tu hermano Neto de eso se murió.
De pronto paso una viejecita y se paró frente a nosotras se le quedo viendo al niño, nos dijo.
―Este niño está muy grave, tiene la mollera caída y si no se la levantan se va a morir.
Yo no creía en nada de esas cosas, pero mi mamá como buena pueblerina que era.
―Ya lo llevamos a sobar y nada con decirle que mija ya lo llevó con el médico tres veces y no le hace efecto la medicina, así como se la da la vomita.
―Lo que pasa es que el niño tiene la mollera de atrás caída y si no se la levantan se les va a morir los médicos no creen en nada de eso.
―¿Y de casualidad usted sabe de alguien que sepa levantar la mollera de atrás?
Yo la se levantar.
―¿Y nos podría hacer el favor de levantársela.
―Si como no, para eso estoy aquí, tráigame alcohol y aceite de olivo y un paliacate (paño rojo) mi mamá le dio las cosas y la señora empezó a sobar a la criatura, lo puso boca abajo estaba tan mal el niño que ni siquiera se resistió, le jalo todo el pellejito de la espalda, enseguida se lo sentó en las piernas y le empezó a jalar la cabeza hacia arriba, en ese preciso momento que llega mi esposo me dijo muy enojado.
―Que le están haciendo a mi hijo si le pasa algo al niño las voy a demandar.
La señora lo alcanzo a oír y le dijo.
―En lugar de estar gritando vaya a la verdulería y compre un aguacate para que le cosan el hueso con canela y se lo den a beber al niño.
A regañadientes fue. La señora termino de sobar a la criatura le amarro el paño en la cabeza.
―Cuando llegue el señor con el aguacate lo parten y le hierven una cuarta parte del hueso, con un pedacito de canela se lo dan como agua de uso ya mañana le empiezan a dan sopita.
―Señora me había de decir dónde vive, por si se nos vuelve a ofrecer― le dijo mi mamá.
Yo vivo aquí derecho pasando la huerta de las flores casi enseguidita van a ver una vecindad, yo vivo en el ocho, todos me conocen por el rumbo no más pregunten por Tila la que cura. Yo voy a seguir mi camino y tu muchacha llévate al niño pa que le cambies el pañal pa que no se te rose.
Mi mamá le dijo.
―Espéreme tantito voy y vengo.
Nos pasamos las dos a la pieza mi mamá me dijo.
―Le voy a dar cinco pesos a la señora, le daría más, pero es lo único que tengo.
―Yo traigo dinero en mi bolsa.
Cuando regresamos la señora ya se había ido me dijo, mi mamá.
―Mira nada más que señora tan desesperada, pos no se fue ya, déjame ver si la alcanzó no ha de ir my lejos.
En eso llegó mi esposo con el encargo.
―Aquí está el aguacate, compre tres.
Le hice el cocimiento y se lo di, con miedo de que lo vomitara, afortunadamente eso no paso.
En cuanto se tomó el té se quedó profundamente dormido, hasta parecía un milagro porque tenía días que la criatura no podía dormir.
Mi esposo me pregunto.
―Cuánto le diste a la señora.
―Nada no nos cobró, cuando mi mamá trajo el dinero ella ya se había ido.
―¡Como que no le diste nada, mira curo al niño! ¿usted sabe en dónde vive― le pregunto a mi mamá.
―Si antes de irse nos dijo en dónde vivía.
―Vamos a su casa para darle unos veinte pesos.
Fuimos, encontramos la vecindad, tocamos en el número ocho salió una señora joven mi mamá le preguntó.
―No ha llegado doña Tila.
―Aquí no vive ni una señora llamada Tila.
―Ah que caray nos dijo que aquí vivía.
―Yo creo que se confundió.
Mi mamá me dijo.
―Vamos a preguntar en otra casa a lo mejor la señora como esta tan viejita se equivocó de número.
Tocamos otra puerta y salió una señora ya entrada en años.
―Buenas tardes señora de casualidad no conoce a la señora Tila, la que cura.
―Fíjese que, si la conocí, ella vivía en el ocho, pero hace como tres o cuatro años que se murió.
―Entonces no es la misma, porque la que nosotros decimos, acaba de estar en mi casa y sobo a mi nieto.
La señora se sonrió y nos dijo.
―Era ella, cuando ella vivía se dedicaba curar con yerbas y a sobar niños y así como ustedes vinieron a buscarla ha venido más gente, pero como le digo ella ya está descansando en paz.
Sentimos que se nos enchino el cuerpo, le dimos las gracias a la señora y nos fuimos mi mamá me dijo.
―¡Santo inmortal era su alma!
―Cuál alma ni que nada esa señora era de carne y hueso.
―Pos yo sí creo que haya sido su alma cuando fui a buscarla parecía que se había esfumado no la vi por ningún lado yo por las dudas con el dinero que le íbamos a dar le voy a comprar unas veladoras y las voy a llevar a la iglesia y se las voy a poner a la imagen del anima sola.
Yo creo que, si fue una señora de carne y hueso nada más que nos equivocamos de domicilio o ¿Acaso sería un alma del otro Mundo? Eso siempre será un misterio.
―Pos yo si creo en aparecidos doña Tere, porque fíjese que...
Fin
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro