Parte/3/El joven mozo.
Andaba la madre apurada.
Buscando al perverso mozo.
Paso tres días amargada, pensando en aquel mocoso.
Al tercer día de ardiente sol, un hombre se presentó al domicilio del mozo y con voz apremiante a la madre le preguntó.
Señora ¿Quiere ver a su hijo?
—Si, señor ¿En dónde está mi hijo?
Pues ahí lo tiene señora en aquel coche presente.
La madre tartamudeó y enseguida así preguntó.
—¿Quién es usted y porque mi hijo está en su coche?
—Soy un agente secreto, sabe usted respetable señora, que su muchacho malora antier se robó a una prieta.
La madre palideció y por poco no azotó y a grandes gritos a su marido llamó, cuando el señor llegó y calmadamente en una silla se sentó, su mujer todito se lo contó.
El padre de un salto se paró y luego así contestó.
—Mire usted señor comisionado, tráigalo aquí para regañarlo.
Más el agente secreto contestó airado.
No se trata de regañarlo ni mucho menos perdonarlo, al juzgado hay que llevarlo, donde enseguida en una celda será encerrado.
Se fueron corriendo al auto, la madre no podía secar su llanto, el padre perezosamente subió al carro y de frente miró al mozo, su madre lo regañó y muchos consejos le dio. Más el sonriendo le decía.
No te preocupes madre mía, que no le temo a la policía.
Juntos llegaron a la comisaría y el padre con mucha paciencia pensando en la providencia divina, clemencia para su hijo pedía.
El juez estaba sentado, y así lo miró de lado y dijo con un grito parecido a la de un gallo.
—O azotan la lana o los caso mañana.
El mozo no alcanzo a decir ni pio porque un tío de la prieta de un buen empujón a un rincón se lo llevó.
Acá el borlote en su apogeo seguía, Alfonso el cuñado de la prieta estaba muy enojado, daba gritos, pateaba, manoteaba y a grandes voces reclamaba.
—¡¡Que lo encierren, que lo encierren con aldaba!!
La madre del mozo de cuando en cuando un sollozó esbozaba, el padre pensando estaba, la madre de la prieta escondía sus lágrimas bajo el rebozo y su padre de vez en cuando protestaba.
Lucía la hermana de la prieta, de su silla se levantó y dirigiéndose a los presentes imploró.
—Que los casen, que los casen al momento.
—Yo no estoy de acuerdo, yo no estoy de acuerdo, que se pudra en la cárcel.
Más Lucía con voz dulce lo convenció y al poco rato los gastos pagó y el casorio se efectuó, pero Alfonso no quedó contento y con un poco más de dulzura a la vicaría se los llevó y con el cura habló, el mozo mucho más contento exclamó.
—Yo me casó en la Pascua florida ya que no quiero esperar más. Ya quiero estrechar en mis brazos a mi chata querida rendida de amor.
El segundo día de la Pascua Florida, el templo adornado con flores y cirios; todos los invitados vestidos con sus mejores galas por la pareja esperaban.
En cuanto los novios llegaron empezaron a caminar por el pasillo alfombrado al compás del piano y un violín que eran tocados por don Cipriano y Serafín. Al final del pasillo un sacerdote muy hosco enseguida los casó mientras afuera del templo los cohetes tronaban.
Cuando terminó la ceremonia los novios salieron rumbo a Chapala, compraron semillas tostadas para ir comiendo en el camino.
Fin.
Autora:
Socorro Delgadillo Díaz.
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