Un buen día, me encontré con una excompañera de la primaria, ella me dijo que su mamá la había corrido de su casa y ella se había venido del pueblo a Guadalajara, así que me pidió posada dijo que solo era por unos días hasta que encontrara un trabajo donde se quedara a dormir, juntas llegamos a la casa, le conté a mi mamá la situación de mi amiga, ella acepto recibirla con la condición de que le escribiera una carta a su mamá para que supiera que estaba bien.

Clotilde que ese era el nombre de la chica, paso unos días en la casa, mientras yo me di a la tarea de encontrarle un trabajo en la misma colonia donde yo trabajaba, la señora la acepto inmediatamente ya que las pueblerinas tenemos fama de trabajadoras y honradas, no sin antes preguntarme la dirección y nombre de mi patrona, yo ya no la volví a ver, no paso ni un mes cuando una tarde cuando llegue a mi casa me salió al encuentro uno de mis hermanos diciéndome.

—¡Por tu culpa mi mamá se está muriendo!

Entre a la casa como un bólido y ahí estaba mi mamá tendida en la cama delirando, mi papá estaba a su lado mientras una doctora le estaba tomando el pulso a mi mamá, en ese momento llegó una ambulancia los camilleros la subieron a la misma, mi papá y la doctora se fueron con ella, afortunadamente mi hermana  mayor ya había llegado de su trabajo así es que le pregunté.

—¿Qué le pasa a mi mamá y porque dice Jaime que por mi culpa se está muriendo?

Lo que pasa es que vinieron dos policías y se la iban a llevar presa.

—¡¡Presa!!, pero ¿Por qué?

—La acusaron de tratantes de blancas, dijeron que mi mamá había secuestrado a la vieja esa que trajiste y que la tenía trabajando en un burdel, pero gracias a Dios doña Nati, doña Luz y doña Libradita, les dijeron que aquí solo vivían sus hijas que nadie más y mi mamá del susto y del coraje aborto.

—¿Mi mamá estaba esperando otro niño?

—Pues eso dijo la doctora, mira como quedo la cama de manchada de sangre.

Entre las dos nos dimos a la tarea de lavar las sábanas, afortunadamente la sangre no paso al colchón ya que mi mamá tenía la precaución de cubrirlo con un plástico por las dudas no sea que alguno de mis hermanos pequeños lo orinara. Afortunadamente a mi mamá le practicaron un legrado y a los pocos días ya estaba de vuelta en casa totalmente recuperada, pero no solo ese dolor de cabeza me iba a dar mi querida amiga. Un día cuando llegué a mi trabajo su patrona me estaba esperando en la puerta se veía muy afligida.

—Necesito por favor que me des el domicilio de Clotilde.

—Clotilde, yo no sé dónde vive.

—¿Cómo que no sabes dónde vive?

—Pues no, pero porque la anda buscando ¿Qué ya no está trabajando en su casa?

—No, ayer cuando llegué de dejar a los niños del colegio ya no la encontré, tu amiga me robó una considerable suma de dinero y las llaves de la casa.

Al oír esto sentí que se me doblaron las piernas, la señora me hizo una serie de preguntas sobre ella, las cuales no pude contestar la señora al verme tan angustiada me dijo.

—Mira no te preocupes, tú no tienes la culpa de lo que ella hizo, ella nos engañó a las dos, pero te suplico que si sabes de ella inmediatamente me llamas por teléfono, aquí tienes mi nombre y el número.

—Si señora no tenga pendiente, si yo la veo luego, luego le habló por teléfono.

Cuando llegué a mi casa le conté a mi mamá, ella como era de esperar me regaño.

—Eso te pasa por andar recomendando gente que no conoces, quién la viera con esa cara de mustia que tiene, a cualquiera se la lleva entre las patas, esa pinche vieja puta se merece estar en la cárcel, así siguió y siguió yo pensé.

—Mejor no le hubiera dicho nada.

Ese día era sábado, al día siguiente domingo, fui a la plaza con mis amigas, de repente que la veo, la muy descarada andaba con dos muchachos, traía la bolsa de la señora colgada en el hombro, la ropa que vestía se veía nueva, ella no me vio, yo estaba justo enfrente de la delegación dos policías custodiaban la puerta, crucé la calle y la acusé, ellos me dijeron.

Estás segura, porque si resulta que no es cierto tu eres la que te vas a quedar en la cárcel.

—Que le digo que si es cierto y mire si no la detienen se va a ir.

Está bien vamos por ella.

Clotilde cuando me vio acompañada de los dos policías hizo el intento de irse, pero ellos la tomaron del brazo, sus amigos se fueron corriendo uno de los policías me dijo.

—Tu vienes con nosotros para que le hables a la señora para que venga hacer la denuncia.

Así lo hice, la señora no podía creer su buena suerte, me dijo.

—Por favor entretenla para que no se vaya.

—No se va a ir, le dije a dos policías y la tienen detenida aquí en la presidencia.

—Gracias a Dios, por favor pásame al policía para que me diga cómo llegar.

Desafortunadamente uno de mis hermanos me vio cuando iba a la delegación acompañada de los policías y raudo y veloz fue a decirle a mi mamá.

—¡¡Ama a Rosa se la llevaron presa!!

—¡¡Como que se la llevaron presa!! ¿Quién te dijo eso?

—Yo vi cuando dos policías la llevaban a la presidencia.

—¡¡Ah!! vamos averiguar porque la tienen detenida.

Mi mamá entró a la delegación con el rostro desencajado en cuanto me vio me abrazo y les dijo a los policías.

—Mija no ha hecho nada malo.

Ya lo sabemos señora no se preocupe.

—Entonces si no ha hecho nada malo ¿Por qué la tienen aquí?

—Cálmese señora que su hija que le explique.

En cuanto le dije él porque estaba allí, mi mamá les dijo a los policías.

—Aquí tienen a esa vieja revoltosa, y pasó a contarles lo que ella había pasado por su culpa.

—Considero a su pobre madre vuelta loca buscando a su hija.

El agente del ministerio público escuchó atentamente el relato de mi madre al final le preguntó.

—Dice usted señora que la policía la anda buscando.

—Si la policía secreta.

—Gracias señora tomaré cartas en el asunto.

En ese momento llego la señora acompañada de su esposo.

—Mire ya llego la señora a la que le robo el dinero. Enseguida trajeron a Clotilde.

—Señora ¿esta es la joven que le robo el dinero?

—Si señor, es ella.

El agente del ministerio público le dijo a mi mamá.

—Señora ya se puede llevar a su hija.

Antes de irnos mi mamá le pregunto a uno de los policías.

—¿Y qué va a pasar con ella?

—Nosotros vamos a llamar a la policía secreta para que avisen a sus padres que ya apareció y depende de la señora si ella retira la denuncia sale libre, pero si no se la llevan al reformatorio ya que es menor de edad.

La señora me dio las gracias y un billete de diez pesos. Clotilde me dijo.

—Te vas a arrepentir.

No supe que paso con ella, ya que nunca la volví a ver, y ahí se cerró el capítulo.