Parte/1 don Ladislao.
Rosa llega a la casa de doña Jovita, la recibe un agradable señor ya entrado en años.
–Buenas tardes don Ladis, se encuentra doña Jovita.
–Fíjese Rosita que ahorita no está, pero no tarda en llegar si gusta pasar a esperarla.
Está bien don Ladis, la voy a esperar un ratito.
Rosa entra en la humilde vivienda y toma asiento en una silla con asiento de junco.
–Con su permiso ahorita vuelvo.
–Ande vaya usted.
Mientras regresa el hombre, Rosa pasea la vista por la vivienda un cuadro llama poderosamente su atención. En una aparece un hombre joven vestido con el traje típico de la Ednia de los huicholes decorando una vasija con una cabeza de jaguar.
¿Y usted donde nació don Ladis?
Yo nací en Monterrey, pero mis padres son de Cuexcomatitlán.
–¿Oiga y dónde queda eso?
–En el municipio de Mezquitic, yo soy huichol a mucha honra.
–¿Y ya tiene mucho viviendo aquí en Guadalajara?
–Ya casi ando por los cincuenta años.
No pues toda una vida ¿Y que lo trajo a estas tierras?
Pues eso se los debo a mis padres, son tantas cosas que ni sé por dónde empezar.
–Pues por dónde se empieza todo, desde el principio.
–Tiene toda la razón. Mi madre tenía catorce años cuando mi padre le pidió que se casaran.
–Oyes Lola tú me gustas pa que seas mi mujer ¿te quieres casar conmigo?
–No, no quiero ser tu mujer.
–Pero por qué no ¿no te gusto ni tantito?
–No es eso, tú ya eres casado.
–¡Ah caray, mire pues, disque pidiéndole a su mamá que fuera su mujer siendo casado!
Mire antes de seguir le diré que a los hombres en nuestra comunidad se nos permite tener una, dos o hasta tres esposas siempre y cuando las mujeres acepten, mi madre le contesto a mi padre muy enojada.
–Yo no quiero ser la segunda ni mucho menos la tercera esposa, yo me voy a casar con un hombre soltero porque quiero ser la primera.
Mi padre no desistió, por un tiempo le siguió rogando a mi madre para que accediera a ser su segunda esposa, pero al ver la negatividad de mi madre, tomo una decisión drástica.
Mira mujer yo quiero hacer las cosas bien, pero en vista de tus negativas en este momento te vas a ir conmigo.
–Estás loco, a poco crees que mis tatas se van a quedar tan conformes, no vamos a ir muy lejos cuando nos alcancen y así te anda yendo.
Eso si nos alcanzan, ándale jálale y mucho cuidado con gritar.
Mi madre reaccionó como la niña que era, se asustó y sin decir agua va lo siguió, se adentraron por el cerro.
Mis abuelos fueron a denunciar a mi padre con el Chaman la máxima autoridad de nuestra Ednia. Y como le dije antes la comunidad tiene sus propias leyes y robarse a una mujer es una ofensa muy grande y el castigo por ese delito es la muerte.
Y como alguien tenía que pagar por la ofensa, tomaron a su primera esposa como reen, la colgaron de los brazos esperando que mi padre fuera a rescatarla, pero a mi padre no lo volvieron a ver, ni a él ni a mi madre, la pobre mujer murió ahorcada.
–¡Ay Dios santo que crueldad!
Mis padres vivieron huyendo, primero se asentaron en la ciudad de México, después fueron a Monterrey, que ahí fue donde yo nací, anduvimos de errantes por toda la república, cuando yo tenía diez años volvimos a la comunidad.
–¿Y su padre no tuvo miedo de que lo ahorcaran a él también?
Por parte de la ley de los hombres no, ya que, con la muerte de su primera esposa la deuda quedo saldada; de los que se tenía que cuidar era del padre y hermanos de la difunta ya que eran libres de aplicar la ley de ojo por ojo y en realidad la que corría peligro era mi madre ya que podría morir ahorcada como la otra.
–¡Válgame Dios, pero en que estaba pensando su padre para exponer a su mujer a tan cruel castigo!
–Pues mire yo creo que, si pensó, porque llegamos a la media noche a la casa de mis abuelos los padres de mi padre, nos acomodamos a dormir en donde Dios nos dio a entender mis cinco hermanos, mis padres y yo.
–¡Qué barbaridad!
–Mis hermanos y yo caímos rendidos, habíamos caminado mucho, es por eso, que nos dormimos de inmediato, pero a las cinco de la mañana mi padre me despertó.
–Mijo, mijo, levántese lo vamos a ocupar.
–¿Pero a dónde vamos?
–Usted no pregunte y dese prisa que se hace tarde.
–En cuanto me puse los huaraches salimos monte arriba.
–Llegamos hasta un claro rodeado de árboles, mi abuelo, mi padre y dos tíos empezaron a cortar árboles yo los acarreaba y las fui amontonando en medio del terreno, cuando se juntó un número considerable de madera, llego otro tío con el almuerzo mi abuelo le preguntó.
–¿Se cercioró de que nadie lo siguiera?
–Si Tata me vine por donde usted me dijo.
–Muy bien pues vamos a almorzar para seguirle.
–Cuando terminamos de comer, los adultos hábilmente empezaron a construir la cabaña donde íbamos a vivir mi familia y yo, para no hacerle el cuento largo, en dos días estábamos instalados en nuestra nueva casa, cerca de ahí pasaba un arroyo, mi padre salía muy temprano a cazar, después de sus quehaceres cotidianos, mi madre, mis hermanos y yo, nos dedicábamos a fabricar artesanías, collares, anillos, pulseras y otros adornos de chaquira, que un tío llevaba a vender a la ciudad, yo me enseñe a trabajar los estambres, con las ganancias nos compraba lo necesario para subsistir, así estuvimos unos meses, pero un buen día mi padre pesco una pulmonía tan fuerte que ni el Chaman lo pudo salvar y en escasos dos días mi padre murió, mi madre quedo viuda con cinco hijos a sus escasos veinticinco años.
–¡Ay Dios que desgracia!
Vinieron varios parientes al velorio, después del entierro, se reunieron los parientes alrededor del fuego sagrado a deliberar nuestro destino, mi abuelo nos mandó llamar a mis hermanos y a mí y sin pedir la opinión de mi madre nos empezaron a repartir con los parientes mi madre gritaba.
–¡No me los quiten, no se los lleven no son animales son mis hijos!
Pero ni los desgarradores gritos de mi madre los conmovieron, no llevábamos mucho caminando, cuando nos alcanzó mi tío un hermano de mi madre él era soldado.
–¡A donde chingados llevan a mis sobrinos!
–¡Tú no te metas esto fue lo que se acordó en el consejo!
–¡Que consejo ni que la chingada, ahorita mismo me van a dar a los muchachos de lo contrario les voy a echar a toda la tropa encima, por secuestradores y me va a dar mucho gusto cuando los vea ahorcados en la plaza!
¡No es para tanto Zenón, aquí están tus muchachos y asunto arreglado!
Diciendo esto siguieron su camino, mi tío nos trajo a vivir aquí a la ciudad, sobrevivimos gracias a las artesanías y los cuadros.
–¿Ese joven del cuadro es usted?
–No es mi padre cuando estaba nuevo (joven)
Y usted sigue trabajando la artesanía.
–Si mientras mis ojos no me fallen.
–No me diga que usted hizo ese.
–Si,
–No pues es toda una obra de arte.
–Favor que usted me hace.
–Bueno don Ladis su señora no llega y ya me tengo que ir, fue un placer platicar con usted, me saluda mucho a Jovita, le dice que en otra pasadita llego a ver si tengo más suerte.
–Yo le doy sus saludos de su parte, que le vaya bien.
Los cuadros de estambre son una expresión artística de los huicholes que se elaboran sobre tablas de madera con cera. Las piezas de arte huichol se caracterizan por incluir motivos simbólicos, historias y leyendas de su cultura.
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