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Feliz Navidad

Personajes:


Historia:

La nueve caía desde el cielo, inundando la ciudad de su blanco espesos. Los niños jugaban en las calles, haciendo ángeles de nieve, guerra de bolas de nueve y con ropa nueva por la víspera de navidad. Las casa estaban decoradas con luces, todo muy hermoso igual que las calles y decoraciones que el alcalde había puesto en los puntos más visitados de la ciudad.

Y todo eso lo veía desde la ventana de mi oficina. No podía negar que durante menos este trabajo me había dado lo que tanto deseaba, una casa, estabilidad económica, un buen auto y una vida tranquila. Pero, tener que pasar las fechas importantes en la ciudad y no en mi pueblo natal junto a mi familia era algo deprimente. Pero, debía acostumbrarme a eso. Esa es la vida de adulto que me busqué después de acabar la universidad. Pensé que ser un arquitecto de una constructora reconocida me dejaría bastante bien parado, pero al parecer ellos siempre buscan la forma de mantenerme ocupado.

—Al menos ya casi acabo la maqueta —me dije a mi mismo dejando de ver la ventana para voltear y así ver la maqueta que tenía sobre la mesa. Era una gran construcción hecha en papel, cartón y un poco de hierro de un centro comercial al que la constructora quería participar en un proyecto que la ciudad había lanzado—. Solo es poner la última capa.

Proseguí con mi tarea, quería acabarlo antes de esta noche y al menos irme a casa a dormir tranquilo.

Además, tenía que entregarle el regalo esta noche a mi novia. Llevamos casi 5 años juntos, nos conocimos en la universidad en medio de una cátedra. Lo recuerdo bien. Teníamos que hacer un pequeño informe sobre la charla que nos dieron y le ayude con eso. Después de eso empezamos a salir y... bueno, tuvimos un par de aventuras antes de ser oficialmente novios. Ella no quería algo serio, pero logré convencerla después de insistir bastante. Me había enamorado de ella, y actuaba un tanto idiota con esa mujer pero sentía que era el amor de mi vida. Y aun lo siento.

Toque mi bolsillo, donde sentía la pequeña caja que había comprado. Dentro tenía un anillo de oro, con el que me le quería comprometer a ella. Estaba decidido, ¿y qué mejor forma que en navidad?

Solo deseo que ella acepte.

Tome mi teléfono para poder escribirle. Quería hacerlo en casa, así que le pedí que hiciera la cena navideña para cuando llegara. A ella le gustaba cocinar así que no hubo problema con ello. Me prometió un poco de pollo en salsa o algo así. La verdad no soy muy bueno con esas recetas.

El tiempo pasó, y al fin pude terminar la maqueta. Dejé todo limpio y agarré mi chaqueta antes de salir. Caminé por los pasillos del edificio donde trabajaba, donde aún habían algunas personas moviéndose por estos. Recibí un par de saludos de compañeros, deseándome feliz navidad. Les correspondí el saludo a todos, deseándoles lo mismo antes de salir al garaje, de donde saqué mi auto. Era una auto de último modelo, comprado hace menos de un año, color blanco y de un estilo deportivo. Subí a este y conduje hasta mi casa.

No vivía lejos, en un apartamento en el centro de la ciudad. El edificio era bastante elegante, aunque no para tanto. Era color blanco, con pequeños detalles en negro como el nombre de este y la dirección exacta. También tenía un garaje en el sótano así que al llegar abrí la puerta del estacionamiento del edificio y fui hasta mi puesto. Allí dejé mi auto y caminé hasta el elevador. Vivía en el 6 piso, y el edificio tenía unos 8 sin contar los dos niveles de estacionamiento en el sótano.

El ascensor se abrió, dejando ver un pequeño pasillo que llevaba a tres puertas. Dos a los costados y una al final. En la puerta del fondo se ve un pequeño decorativo navideño, una guirnalda colgada en la puerta de madera que daba entrada al apartamento donde vivía. No lo dude y caminé hasta la puerta, la cual abrí con mi llave. El calor de mi hogar me hacía reconfortar un poco, sentirme más cómodo.

No alcancé a quitarme mi chaqueta cuando sentí como alguien me abrazaba por la cadera. Al ver, era aquella hermosa mujer que tanto amaba frente a mí, dándome un suave y tierno abrazo de bienvenida.

—Feliz navidad —dijo ella con su dulce voz antes de que señalará arriba donde había un muérdago colgado estratégicamentepara poder recibirlo.

No podía negarme, era un muérdago y tradición. Le tomé suavemente de la cadera para atraerla y besarla en los labios con todo el amor que le tenía. La amaba demasiado.

Segundos después ella se separa del beso, tomando mi mano para llevarme hasta la mesa, donde ya estaba servida la cena navideña.

Mi mente ideó un plan rápidamente. Sabía que bajo el árbol habíamos dejado un par de regalos, por lo que cuando los abrieramos le diría que olvide uno, y entonces le muestro el anillo. Algo sencillo pero seguramente eficaz.

Así, pasamos la cena hablando con tranquilidad sobre cosas triviales como lo hacíamos todos los días. Lo diferente eran las decoraciones navideñas a nuestro alrededor. Pronto, mi plato estaba vacío, y en mi mano yacía una copa de vino a medio tomar.

Ella también había terminado de comer, y se levanta para llevar ambos platos al lavado, que seguramente mañana tendría que lavar yo. Pero, la verdad no me importaba mucho.

Cuando volvió de la cocina pude notar algo diferente en ella, y en sus manos. Tenía una pequeña botella de ron, y dos vasitos acompañando esta. No pensaba tomar en una noche especial como esta, pero tampoco quería negarme sin ningún motivo. Mañana no tendría que trabajar, y seguramente nos quedaríamos en casa todo el día.

Además, que puede hacer de daño una copa. No vamos a beber demasiado, o eso voy a intentar.

Pasaron algunos minutos y solo habíamos bebido un poco. Esto pues decidí hacer uno de mis movimientos, y para evitar embriagarme puse algo de música y le pedí que bailara conmigo. Me gusta hacerlo, y eso nos quería tiempo con la botella. Además que haría que la media noche llegara más rápido.

Faltaban más o menos unos treinta minutos cuando vi el reloj en la pared. Ya casi se acercaba la hora, y mis manos empezaron a sudar. Debía relajarme y cuando sea el momento soltarlo.

Pero entonces mi novia decidió acercarse un poco más en el baile que teníamos, y susurrarme de manera un tanto coqueta.

—Vamos a la habitación para que abras tu regalo~ —me dijo antes de separarse del baile e ir caminando a la habitación meneando su cola y cadera de manera muy sutil pero bastante coqueta.

Mi pelaje se había erizado un poco al momento del susurro, y mi vista se deleitó con esos suaves movimientos de su cadera. Casi de manera instintiva le seguí, caminando a su mismo ritmo desde atrás.

Vi como abrió la puerta de la habitación, y cuando entré ella ya estaba en la cama, boca abajo y mostrando que bajo aquel hermoso vestido había una pequeña braga roja que tenía un moño en el costado derecho de su cadera. Tragué algo de saliva antes de acercarme lentamente y poner mis manos sobre las piernas de ella. No era la primera vez que lo hacíamos, pero sentía que lo era. Sentía que esto también definiría si ella iba a aceptar mi regalo.

Me sentía nervioso, mis manos sudaban y temblaban un poco, como también sentía un nudo en mi garganta que no me dejaba hablar como quisiera o lo hacía en otros momentos tan íntimos.

Ella sintió eso, o eso pareció ya que una mirada un tanto confusa se hizo en su cara antes de verme a los ojos. Me preguntó qué pasaba, si estaba todo bien. Obviamente le mentí diciendo que no era nada.

—Es que... después de tanto trabajo ver este regalo... —una sonrisa se formó en mis labios y me acerqué hasta sus labios para darle un largo y profundo beso, siendo apasionado y cariñoso en este. Al momento de separarme proseguí—. Es lo mejor de mi vida~

Una sonrisa se hizo en los labios de mi novia, acariciando mi mejilla me dio otro beso, este un poco más corto. Al separarse volvió a su posición anterior y me pidió que continuara.

Muy obediente utilice mis manos para lentamente desabrochar el vestido de ella. Al hacerlo vi que bajo este había un conjunto muy coqueto. Su braga ya la había descrito, pero no tenía sostén como tal, ya que sus pechos los cubría una tira de regalo junto con un moño muy hermoso.

Mis mejillas se pusieron levemente rojas al ver tal hermoso cuerpo de esa mujer, estando dispuesta a entregarse como su regalo hacia mí. La amo sin duda.

Con delicadeza me acerqué a su cuello, donde para calentar más el ambiente le empecé a besar esa zona, mientras mis manos desenvolvía el lazo de regalo, tirándolo a un lado para poder disfrutar de lo suave de sus senos descubiertos.

Sin yo mover mi cadera como tal, sentí como ella levantó su trasero, provocando una fricción entre mi entrepierna y las nalgas de esta. Su trasero tan suave, grande y carnoso era algo espectacular. Lo que dirían que es un culo perfecto. Redondo, carnoso, grande, suave pero a la vez firme. Simplemente descrito como perfecto.

Sabía lo que deseaba, y se lo daría. Bajé mi pantalón, lo suficiente para dejar liberar mi miembro ya erecto y muy duro por la excitación. Mi mano libre subió hasta su cadera y con mi dedo pulgar moví su braga a un lado para así poder tener el camino libre y entrar lentamente dentro de su apretado y caliente interior.

El interior de ella se amoldaba perfectamente a mi tamaño, apretando lo suficiente para sentir mucho placer y no tener que usar fuerza de más.

Mi cadera se movía a un ritmo medio, siendo un extasis poder moverme en su interior. Y para hacer mejor el momento escuchar su dulce voz gemir de placer mi nombre me hacía sentir más afortunado y excitado.

No fue la única posición que hicimos. De estar en cuatro pasamos a que ella estuviera arriba saltando sobre mi cadera metiendo y sacando mi miembro de dentro de ella, mientras que con una mano le ayudaba a mantener el ritmo en sus sentones la otra le agarraba uno de sus pechos. Después la puse de costado, colocandome detrás de ella para embestirla de nuevo con el mismo ritmo y manteniendo una de mis manos sobre uno de sus senos. No podía no hacerlo, eran muy suaves.

No podría describir la sensación tan placentera que era estar teniendo intimidad con ella. Ni tampoco cuantas posiciones hicimos y el tiempo que pasó. Era como estar en otro mundo, uno inundado de placer.

Al final, estábamos haciendo un típico misionera. Yo arriba y ella abajo. Nuestras frentes estaban juntas, y podía sentir la respiración agitada de ella combinarse con la mía. Nuestros cuerpos y almas se unían en una sola.

Podía sentir como su interior empezaba a palpitar, haciéndose más estrecho mientras sus gemidos aumentaban el volumen, inundando la habitación con su hermosa y dulce voz. Yo no podía evitarlo tampoco, y mi miembro empezaba a palpitar un poco, mostrando que me estaba acercando a mi orgasmo.

Escucharla decir que estaba cerca me hizo responder con lo mismo. Ambos íbamos a llegar al orgasmo al mismo tiempo. Y en eso ella me grita que la llene, quería ser mía. Una chispa en mi se encendió al escuchar eso, y sin dudar di una última embestida más fuerte que las anteriores para meter mi nudo dentro de ella y así correrme en una gran cantidad, llenándola de mi esencia.

Un muy fuerte gemido salió de sus labios, ella había legado al orgasmo igual que yo. Me acerqué a sus labios y calle este gemido con un muy dulce beso en los labios mientras le acariciaba la mejilla. Al separarse del beso ambos respirabamos muy agitados y cansados.

—Te amo~ —me dijo y dio un suave beso en mi mentón.

—También te amo~ —respondí con voz dulce.

—Ya es media noche, creo que podemos ir a abrir los regalos —dijo con una sonrisa un poco emocionada.

Unos minutos después ambos estábamos en la sala de nuevo, aunque ahora ambos en nuestras pijamas. Por suerte, había dejado el regalo en mi pantalón así que de manera discreta lo tomé mientras ella iba al baño antes de venir a la sala y lo puse bajo el árbol. Sería el último en abrir.

Y Así empezamos a abrir los regalos. No eran muchos pero era divertido.

—Vaya, que hermosa camisa —dijo al abrir mi primer regalo, una camiseta estilo polo de color azul.

—Que hermoso collar —dijo tomando uno de los regalos que le di—. Me deben quedar muy bien con los tacones que me diste.

—Jeje, seguro que sí —le dije y proseguí con los regalos.

Segundos después habían dos regalos pequeños bajo el árbol. Uno era el mío, y otro era de ella. Le pedí que yo abriría el mío primero, para dejar el anillo de último. Pero ella insistió en hacerlo al contrario.

—¿Y qué lo hacemos al tiempo? —le propuse.

Ella aceptó y tomó su regalo mientras yo tomaba el mío. Podía notar que estaba mirándome, y no ese su regalo, igual que yo. Cuando al fin decidimos abrirlo le dije, y al mismo tiempo ella dijo lo mismo.

—¿Te quieres casar conmigo?

No podía creerlo. Ella también me había propuesto matrimonio, igual que yo lo había hecho.

Nos miramos un poco confusos pero unas risas salieron de su boca, cosa que provocó lo mismo en mí. Al momento de dejar de reírnos me acerqué para darle un dulce beso y ponerle el anillo en su dedo. Ella hizo lo mismo conmigo, colocando el anillo que ella había comprado en mi dedo.

—Creo que no me esperaba esto —le dijo entre risas.

—Ni yo —me respondió—. Oye, ¿y eso?

Al escuchar su pregunta volteé a ver. Detrás del árbol habían otros dos regalos. Me acerqué para tomarlos y los acerqué a nosotros.

"De Santa" decían ambos.

Miré confuso a mi ahora prometida y ella se encogió de hombros. Tomé el primero y lo abrí, mientras que ella abrió el otro.

—Vaya... —dije sacando un hermoso disfraz de mujer santa muy sexy, era una lencería estilo navideño muy coqueta—. Creo que Santa sí me trajo mi regalo.

—Eh... —la voz de ella no me convenció, así que alce la mirada para ver que pasaba. En las manos de mi amada estaba una prueba de embarazo que había dado positiva.

—¿Estás...


Feliz Navidad les desea su santa Wolfyiff, que la pasen bien en familia, amigos y pareja. Diviértanse pero con cuidado.

Les deseo lo mejor

Tomen su regalo, yifferos

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