Después de una noche loca
El siguiente relato es más largo de lo normal. Contiene bastante texto adicional para mantener una buena trama e historia. Si no te gusta este tipo de relatos mejor no lo leas.
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Personajes:
La noche estaba empezando en la ciudad. La luna iluminaba el cielo oscuro junto con sus hermosas estrellas que cubrían el horizonte a lo lejos. Pero, todo esto es opacado por las luces coloridas de la gran ciudad nocturna en la que se basa este relato.
En las calles a esta hora lo único abierto son los bares nocturnos, algunos clubes privados, prostíbulos o tiendas que trabajan 24/7. El día no era especialmente movido para ningún negocio, pero algunas pocas personas se movían en pequeños grupos de amigos que iban a divertirse en la noche. Beber y distraerse era la meta de la noche.
En uno de los tantos bares, un león de melena oscura con detalles en blanco en algunas zonas estaba sentado en una de las mesas, junto con varios de sus amigos y sobre la mesa dos botellas de ron vacías. Parecía que hoy seria una noche loca para los chicos. En especial porque había un motivo para beber, y sobre todo olvidar.
-Vamos, amigo. Ya déjala ir -decía uno de los amigos del león tratando de animar al felino, ofreciéndole otro pequeño vaso con ron.
El león no lo duda y se bebe aquel trago rápidamente. Gruñó levemente por la sensación caliente al pasar el líquido por su garganta y después devolvió el vaso vacío.
-Aún no puedo creer lo que me hizo. Después de todo lo que pasamos, lo que hice por ella... -murmuraba con tristeza el león, dejándose caer sobre la mesa sin muchos ánimos para seguir. Su aliento delataba que había bebido mucho, y sumado a sus movimientos lentos y toscos revelaban que estaba ebrio-. ¡Esa maldita puta!
La música ayudaba bastante, pues era de un ritmo un tanto lento y la letra triste, aunque era obvio que la canción era para beber licor, pues su cantante así lo expresaba.
-Botella, tras botella ando tomando, pa' olvidarme de ella -cantaba uno de sus amigos, para así animarle a cantar con todos.
El sono de la guitarra iba perfecto con el ambiente que el león sentía. Un vacío, dolor en el pecho, un deseo de querer morir y no sentir nada nunca más.
-Mejor su recuerdo me lo bebo -dijo el tigre siguiendo a sus amigos con la canción y tomando otra botella de ron para darle un muy largo trago. Cómo antes, sintió un ardor en su garganta que lo pasó con un carraspeo antes de seguir con la canción.
Lo malo de estas reuniones en bares era que no era el único que bebía, pues todo el grupo también lo hacía. Sus amigos, igual de ebrios que el león cantaban la música del bar a todo pulmón. Por lo menos no había mucha otra gente que se molestara por la mala entonación de un grupo de borrachos.
Una de las camareras del lugar limpiaba la barra con total calma viendo de reojo al grupo que tomaba por el desamor de uno de sus integrantes. No era la primera vez que veía algo así, y de hecho era normal en ese estilo de bares que cosas así pasaran. Lo que llamó su atención fue el león, pues se le hacia conocido de alguna parte.
Las canciones pasaron, igual que el tiempo de la noche se hacía más corto. Estaban a una hora de cerrar el establecimiento, y el grupo seguía allí comprando licor. Por como estaban actuando no se veían realmente como un problema, pues pagaban cada botella al momento de pedirla y aunque su canto no era el mejor tampoco estaba siendo gran molestia ya que la música de por si estaba bastante alta.
En ese momento, el león saca su billetera y va hasta la barra. Allí, pone una gran cantidad de dinero sobre la mesa y pide otra botella de ron. Por como hablaba pidiendo, no parecía del todo consciente, pero quería seguir tomando hasta olvidar sus penas. Cosa que la camarera no parecía molestarle. Pero, allí fue donde lo reconoció.
-Señor Harrison, ¿cómo está? -preguntó ella. Era obvio su respuesta, pues por su estado ahora era tontería preguntar pero era más por educación.
-Mi esposa y yo nos divorciamos. Esa puta me engañó -confesó el león. Era verdad lo que dicen, los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
-Lamento escuchar eso -dijo ella un tanto apenada al escuchar su respuesta y le abrió la botella para que se la llevara, como también le devuelve la billetera con el dinero que le sobraba.
-Yo te he visto alguna vez... -decía pensativo el hombre.
-Fui su estudiante hace seis años, señor Harrison. Usted me enseñó biología en último año -le respondió la canina con calma recordándole dónde y cómo se habían conocido antes.
-Oh, rayos. Lamento no poder recordarla... señorita -decía el llamado maestro, pues lo era. Enseñaba en una escuela pública en el centro de la ciudad desde hace unos diez años o más.
-Es normal que no lo haga. Nunca fui la mejor ni alguien que pudiera reconocer con facilidad -dijo la camarera bastante divertida-. Me llamo Jenni.
-Es todo un placer -respondió él y dio otro largo sorbo a la botella-. Nos vemos después.
Al decir eso, este se disponía a ir de vuelta con sus amigos. Pero, como en toda borrachera su vista le fallaba, viendo a los lejos bastante borroso. No podía encontrar a sus amigos. Intentaba seguir sus pasos, pero claro, su cuerpo tambaleaba levemente al caminar y le era imposible hacerlo.
Pasaron algunos minutos y el león terminó volviendo a la barra donde estaba antes junto con su ex alumna. Al verle, rió levemente y se sentó en la barra.
-Creo que estoy extraviado -dijo divertido el león.
Ella entonces soltó una leve risa. Verle en ese estado después de conocerlo como un hombre serio y muy educado era algo realmente asombroso que solo podía hacerlo el alcohol. Ella iba a ayudarle a volver con sus amigos, pero al mirar a donde estaban antes ya no había nadie. Era extraño, pero parecía que se habían ido y olvidado de su amigo. Al voltear a ver al león para avisarle que sus amigos se habían ido, se lleva la sorpresa que estaba profundamente dormido sobre la barra.
...
La noche había pasado, y el sol iluminaba con su gran esplendor la ciudad. Esta misma luz hizo que aquel león que había bebido demasiado en la noche despertara con un muy severo dolor de cabeza. Solo abrir los ojos fue un martirio, pues lo único que podía ver era una gran luz blanca sobre él, que poco a poco se fue convirtiendo en su vista normal. Estaba sobre una cama, un colchón un tanto suave. En una habitación un poco pequeña, con la cama en una esquina y una mesa de noche que cabía justo al lado antes de chocar contra la otra pared. Había una pequeña ventana al otro lado de la cama y frente a esta un televisor colgado en la pared.
El dolor de cabeza no le hizo captar de inmediato, pero poco a poco recuperó un poco consciencia como para darse cuenta que no estaba en su habitación, mucho menos en su casa.
Su cuerpo estaba descubierto en el tren superior, dejando ver a un león bien ejercitado y dotado. Su pantalón se mantenía intacto, pero sus zapatos estaban en el suelo. Con el dolor en su cabeza y su cuerpo bastante débil sacó fuerzas para levantarse de la cama y poder colocarse sus zapatos para así salir de la pequeña habitación. Al pasar la puerta ve un pequeño salón donde había un escritorio, una computadora y bastantes libros. Al estar ahí parado escucha algunos pasos provenientes de la habitación siguiente, por lo que no duda en seguir.
Al llegar al lugar de donde provenía el sonido ve a una hermosa canina vestida con un short muy corto color rojo, junto con una blusa suelta y de tiras sobre sus hombros color negra. Pero lo que más resaltaba además de esa hermosa figura femenina era aquel tatuaje en su pierna izquierda. Se veía hermosa.
Tal vez no tenía un oído tan sofisticado, o tal vez era porque estaba silbando muy distraída de su alrededor como para no notar la presencia del león que la miraba desde la entrada de la cocina. Tardó algunos segundos en darse cuenta al sentirse observada, y al darse la vuelta le sonríe al mayor con total naturalidad.
-Señor Harrison, ¿durmió bien? -preguntó ella mientras toma un vaso con agua y sal de frutas para dárselo a él y así ayudarle con su resaca.
El león toma el vaso y bebe un pequeño sorbo del contenido que tenía pues sabia cual era su contenido después de olfatearlo levemente.
-¿Quién es usted y que hago aquí? -no respondió a la pregunta de la chica pues tenía una más importante.
-Soy Jenni, una ex estudiante suya de hace más de seis años más o menos -le respondió ella-. Le traje después que se quedara ebrio en el bar y que sus amigos le dejaran allí. Bienvenido a mi humilde hogar.
El león se veía un poco sorprendido, pero en el fondo podía reconocer que sus amigos no eran los mejores en ese aspecto, y por su resaca era obvio que estaba demasiado ebrio como para recordar mucho de la noche anterior.
-Ah... rayos -se quejó el león soltando un leve suspiro agotado-. Lamento causarle estas molestias, señorita Jenni.
-Para nada, maestro. Todo está bien -dijo ella con calma y una sonrisa-. Le preparé algo de comer. Desayune y después vuelve a la cama para descansar un rato.
El león un tanto avergonzado se niega, pues no quería ser una molestia para la menor, pero ella le insiste a tal punto que no puede negarse. Soltando un gran suspiro termina sentándose en el comedor para empezar a desayunar con calma. Para su suerte ella había servido un buen caldo de pollo que le ayudaría a recuperar fuerzas.
Mientras comían, el tigre estaba un tanto pensativo, tratando de recordar que había pasado en la noche. Pero todo era borroso. Tenía muchas dudas que quería resolver, por lo que dando un largo suspiro decide preguntarle a quién le había llevado allí.
-Señorita Jenni, quisiera saber, ¿exactamente que fue lo que pasó? -preguntó este.
Ella no duda en responder con sinceridad. Diciéndole que después que se quedara dormido y ver que ya no había nadie más decidió cerrar el bar. Limpió rápidamente y con ayuda de otro camarero lo trajo hasta aquí. Llevarlo a la cama no fue fácil por el peso del león pero pudo hacerlo y dejarlo descansar en su cama.
-Muchas gracias por tomarse esa molestia -le responde apenado el felino de mayor edad.
-No es nada, señor Harrison. Pero, ahora yo quisiera saber por qué estaba bebiendo de esa manera -Jenni estaba muy intrigada-. Siempre lo conocí como un hombre maduro, serio y educado. No pensé que hiciera este tipo de cosas.
-Es la primera vez que lo haga desde que era un adolescente -confesó-. Hace menos de una semana descubrí que mi esposa me engañaba con un hombre de su trabajo. Ya le pedí el divorcio. Pero quería olvidar las penas bebiendo alcohol. Y bueno, mis amigos me invitaron a beber. Creo que me deje llevar por el dolor.
-Lamento mucho escuchar eso, señor Harrison. Un hombre como usted merece más de una mujer -dijo ella con sinceridad.
-Ya basta de señor. Solo dígame Harrison -pidió él.
-Solo si usted deja de hablar así y empieza a tutear -contra propuso ella.
-Bien. Usted. Digo, tú ganas -respondió el león bastante divertido.
-Gracias -dijo ella con una amable sonrisa-. ¿Te sientes mejor ahora?
-Un poco, la verdad. Ahora sé que tengo a los peores amigos -respondió este divertido y suelta un leve suspiro-. Creo que me voy a tomar una semana o así para poder relajarme por completo.
-Supongo que vas a necesitar un tanto de relajación de todos los tipos -dijo la chica con calma y una sonrisa.
-¿A qué te refieres? -preguntó el mayor confundido viendo a su ex estudiante.
-Ya sabes. Beber, bailar, diversión, y un poco de sexo -le respondió ella con una sonrisa un tanto pícara-. Eso te puede ayudar para olvidar todo a tu alrededor.
-Je, dudo que alguien le guste estar con alguien tan viejo como yo.
-Bueno, a mi me gustan los maduros~ -interrumpió la chica con una sonrisa coqueta colocando ambos codos sobre la mesa.
El león no pudo ocultar su sorpresa ante tal confesión, y sus mejillas tomaron un color rojizo inmediatamente. No sabía como seguir la conversación, pero la chica frente a él estaba esperando por una respuesta.
-Bueno... -el felino estaba bastante nervioso, y se podía notar fácilmente en su actuar. Hablaba lento, calculando cada sílaba que salía de su boca, su mirada estaba viendo hacía la mesa, y sus manos pasaban con fuerza sobre su pantalón secando el sudor de sus palmas.
-Parece que el gran depredador se acaba de convertir en la presa~ -la perrita se lame ligeramente sus labios mientras seguía viendo al chico.
El león en eso se da cuenta de algo. Podía ser maduro, tener experiencia en el tema para complacer a una mujer, e incluso saber muchas otras cosas. Pero, cuando estaba frente a una chica, coquetear lo había olvidado. Claro, había pasado casi diez años desde la última vez que lo necesitó, pues se había enamorado y casado. Debía volver a tomar aquella confianza que tenía de joven y demostrar como se comportaba un león. Ser dominante de nuevo.
-Así que quieres jugar con el león, ¿eh? -el felino le miró directamente a los ojos, formando en sus labios una sonrisa coqueta-. Veamos que tal lejos puedes llegar.
En realidad, el león pensaba que simplemnete estaba bromeando con él, pero verle levantarse de la mesa y caminar de manera coqueta, moviendo sensualmente su cadera, le hizo darse cuenta que no lo era. Se sentía de nuevo un joven muchacho inexperimentado con nervios ante una mujer muy hermosa. Tragó algo de saliva mientras se levantaba con la intensión de seguirla. Camina un poco lento y al llegar a la habitación sus mejillas se ponen totalmente rojas. Acostada en la cama, boca abajo, estaba la canina. En esa posición el atributo trasero de la hermosa mujer se veía aún mejor de lo que antes lo había visto. Y ahora, lo único que le cubría de ver todo el pelaje de esta era unas bragas un poco delgadas de color rojas. El felino no podía ver los pechos de la mujer debido a su posición actual, pero su espalda estaba totalmente al descubierto, demostrando que no tenía ninguna prenda para su tren superior. La cola de la chica se movía suavemente de un lado a otro con ella lo más arriba que podía, para así mostrar todo su cuerpo al felino.
-¿Sucede algo, señor? -dijo de manera burlesca la canina al notar que el mayor no actuaba de ninguna manera.
-Es solo que... Ni mi ex esposa era tan hermosa -dijo de manera suave el león como respuesta mientras se subia a la cama para ponerse sobre ella y así besarle de manera suave el cuello mientras sus manos se deleitaban con el pelaje de la mujer. Un suave pelo de color negro, corto y sedoso le cubría el cuerpo, pero sentir su piel bajo el pelaje le causó un leve extasís.
Las manos del felino subían poco a poco por las piernas de ella, disfrutando de su suave tacto. A pesar de eso, sus muslos eran firmes, demostrando que sus piernas grandes eran músculo y muy poca grasa. Cuando el león llegó un poco más arriba tomó suavemente una de las nalgas de la chica, apretando esta para poder disfrutar de la sensación, pues era bastante suave, carnosa y grande. Podía ser fácilmente tan adictivo como una pelota anti estrés.
De la garganta de la canina se escapaban algunos leves gemidos muy suaves, los cuales eran interrumpidos por los labios de ella, pues se mordía su labio inferior muy excitada aguantando no gemir tan alto.
Con suavidad el chico se acercó a la espalda de ella, dándole tiernos besos bajando poco a poco por su columna hasta llegar a su trasero, el cual le dio delicadas mordidas dejándole un par de marcas. Estas fueron muy excitantes para la canina, dejando escapar un gemido de mucho placer muy notorio.
-Sabes delicioso~ -mencionó el león con voz grueso y dominante, volviendo a tomar la actitud de su juventud. Pero ahora, su experiencia y madurez le ayudaba a demostrar más dominación ante la canina-. No puedo esperar a comerte~
Al terminar la oración el león abrió mucho su boca, dejando ver los filosos colmillos que tenía, pero sobre todo, una áspera y larga lengua con la cual dio una larga y profunda lamida a la entrada de la canina. Ella debido a esa acción soltó un muy fuerte gemido, mientras por instinto abrió más sus piernas para permitirle entrar más profundo al chico, sin mencionar que su entrepierna se moja debido al placer y excitación.
Las lamidas por parte del gran felino no paraban, pero la mujer ya muy excitada deseaba más. Sentir como sus labios vaginales se separaban dejando entrar la lengua del felino le daba mucho placer, más por los movimientos que el experimentado león hacía dentro de ella. Pero necesitaba más, algo más grande.
Con una de sus piernas separa suavemente al león al colocarle su pie sobre el pecho y empujarlo lentamente.
-Cógeme~ -pidió ella. Su voz era la de una chica con decisión, firme y segura de su petición. Y no era para menos, pues estaba muy excitada y sobre todo deseosa de que él le mostrara más de su experiencia.
-Como ordene, señorita~ -murmuró como respuesta el león bajando su pantalón y ropa interior lo suficiente para dejar salir su miembro viril, el cual estaba muy duro y recto. Su tamaño no era para nada de menospreciar, pues superaba el tamaño promedio de su especie, el cual ya es grande de por sí entre todos los tipos de animales. Tanto así, que el león al ponerlo sobre el trasero de Jenni el miembro de este pasa en medio de las dos nalgas del gran culo de la canina, y no sólo eso sino que un poco más del glande queda por fuera, tocando la espalda de ella.
La canina al notarlo sabia que necesitaría un poco más de espacio si quería que el mayor entrara en ella sin causarle ningún dolor o tuviera que usar mucha fuerza, cosa que en esa posición seria difícil.
Las manos de ella suben, para así apoyarse en sus codos, levantando su posterior y separando un poco sus rodillas donde también apoyaba su cuerpo para mantenerse en equilibrio.
Esa posición le dejó una perfecta vista del gran trasero de la canina, pero su vista se deleitaba sobre todo con la entrada húmeda de ella, pues al estar así sus dos nalgas se separaban levemente, dejándole más espacio para ver y moverse.
Con lentitud el felino acercó su miembro duro hasta tocar con la punta la vagina de la chica. La humedad en ella iba a ayudarle a entrar, y lo necesitaba pues su tamaño era bastante grande como para entrar en seco. Sus manos toman con firmeza la cadera de la mujer en cuatro frente a este, y al tenerla quieta no lo duda, entrando poco a poco en ella con lentitud y suavidad para así no lastimarla.
Un muy fuerte gemido salió de los labios de la canina al sentir como metía la punta, pero no tardó mucho en acostumbrarse, cosa que permitió que el león pudiera entrar en ella casi por completo.
-Mmm~ tu ex esposa es una tonta al desaprovechar esto~ -murmuró ella jadeando con los ojos cerrados disfrutando de la sensación que le causaba tener el miembro duro y de gran tamaño del león dentro de ella abriendo camino hacia su útero.
El león no respondió, pero por sus mejillas levemente rojas y su respiración un poco agitada con la lengua afuera, daba la impresión que estaba muy excitado. Y no era para menos, pues el interior de la canina era muy caliente, estrecho, y húmedo. Todo esto era perfección. Su miembro era apretado con fuerza, dándole mucho placer, y la humedad le permitía no sentirse presionado para moverse. Sus movimientos no se hicieron esperar, y su cadera se movía de adelante a atrás con firmeza entrando profundamente dentro de la canina.
La mujer gemía con mucho placer en cada una de las embestidas que le daba el mayor. Pero deseaba más. Su cadera no se mantuvo quieta como quería el león, y de hecho empezó a moverse pero en sentido contrario al felino. Su cadera se movía hacia adelante, mientras la del león hacia atrás. Así, tomaba más fuerza, velocidad, y distancia en cada embestida entrando muy profundo en el interior de ella.
Los minutos fueron pasando, y el león decidió detenerse para tomar una de las piernas de la chica y levantarla. Ella ahora estaba de costado, con una de sus piernas siendo separada de la otra por el león.
Aquella posición aunque al principio fue un poco incomoda se hizo mucho más placentera. Sus codos no sentía mucha presión, igual que sus rodillas. Ahora su peso estaba distribuido perfectamente en su espalda y sobre el cuerpo del león que se encargaba de mantenerla así. Sin mencionar que para el león era más apretado, sintiendo mucho más el calor que daba el interior de la canina.
La chica estaba disfrutando de cada segundo que el león le daba de placer, mientras el felino tenía la mente en blanco disfrutando únicamente de lo que pasaba y olvidando por completo el resto.
Se pudo notar por la resistencia que tenía el mayor que no era un chiste lo que era alguien experimentado. Pero sabía que no iba a aguantar mucho más.
Volteó a la canina, colocándole boca arriba y así poder verle la cara. Pero no era esa su intensión principal, sino subir sus manos de la cadera de esta hasta los grandes y suaves pechos de la mayor. Al fin podía acariciar, apretar, y disfrutar de los senos de la espectacular y hermosa mujer que estaba acostada frente a él. Cosa que a la canina le encantó, pues soltó un fuerte gemido abriendo más sus piernas para el chico y que pudiera embestir con más fuerza su interior. Obviamente el león no se opuso y subió el ritmo en lo que se llamaría un esfuerzo final.
-No... no voy a aguantar más -confesó el león.
-Hazlo dentro -le pidió la canina entre gemidos y jadeos-. Lléname de tu leche~.
El león le cumplió el deseo a la chica al mantenerse dentro de ella mientras sus testículos descargaban una gran cantidad de semen contenida durante mucho tiempo dentro de su útero. El líquido blanco y espeso se empezó a desbordar, cayendo por las piernas de la chica hasta caer sobre el colchón.
-Eres... asombrosa -dijo el mayor jadeando con mucho placer y agotamiento. Se dejó caer sobre el cuerpo de la chica y se relajó lo suficiente como para terminar quedándose dormido.
...
-Mierda, lamento haberme quedado dormido -decía el león muy apenado estando sentado sobre la cama viendo con las mejillas rojas a la canina a su lado.
-No pasa nada, quedé satisfecha -respondió ella con seguridad-. Debo confesar que eres bastante bueno.
-Muchas gracias -agradeció el mayor-. No solo por el halago, sino también por devolverme la confianza que necesitaba para seguir. Soy un un hombre con el suficiente carácter para enamorar a cualquier mujer. Puedo seguir mi vida y encontrar a alguien más.
-Aunque, aún hay algo que debes hacer -dijo ella viendo al mayor a los ojos-. No todas las mujeres quieres algo como lo que hicimos. Quieren algo más salvaje y rudo~
-Mm... creo que nunca he sido así realmente -el león se rasca la nuca pensativo volteando a ver al suelo.
-¿Tienes energías para que lo practiques?~
Fin... ¿o no?
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Muchas gracias por leer hasta el final. Me tomó mucho tiempo terminar este relato, y ya tengo una idea para hacer la segunda parte. Pero todo depende de que tanto les guste. No olviden votar y comentar, y si se quieren mantener atentos a mi pueden seguirme o guardar el libro en su biblioteca.
Recuerden que si desean hablar conmigo pueden hacerlo a mi otro perfil danferoso05
Y si quieren más de mis historias pueden seguirme en danferoso allí escribo mucho más seguido.
Pd: pueden enviarme pedidos sobre lo que desean que escriba en futuras partes.
Sin nada más que decir, nos vemos yifferos.
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