Una noche de frío y lluvia como nunca se había recordado en años, en una taberna alejada de la mano de Dios, entra un hombre misterioso encapuchado. Lleva una túnica oscura, como las que usan los hombres de las montañas oscuras. No es corpulento, más bien de estatura media. La gente más borracha lo señala y se ríe disimuladamente. Se sienta en una silla, la mesa al fondo y nadie le molesta. Algunos le temen; las habladurías dicen que quienes bajan de la montaña buscan almas.

Un chico en la barra le pregunta al tabernero si sabe quién es. El tabernero no dice nada. El chico frunce el ceño y mira hacia la mesa del hombre misterioso. La tormenta aumenta, los relámpagos caen cerca de la taberna. Por cada rayo, la gente bebe en silencio, como si fuera un ritual. Un rayo impacta en un árbol al lado de la taberna, creando un estruendo. Todos se asustan, pero nadie sale de la taberna. El hombre misterioso, como anticipándose de algo, baja la capucha y se tapa aún más la cara. Entren dos soldados que hablan con el tabernero bastante tiempo. Este no mira al hombre misterioso, solo lo hace brevemente una mirada que dura dos segundos para indicarle que lo buscan. Con un la caída de otro relámpago el hombre misterioso se va sin ser visto. El chico en la barra lo ve todo y baja la mirada para ocultar la jugada.

Al día siguiente, el chico regresa a la taberna y pregunta nuevamente por el hombre misterioso. El tabernero niega conocerlo. El chico lo mira con cara de no haberle gustado la respuesta. El chico muestra una carta sellada con un sello poco común. Después de un intercambio de miradas, el tabernero le indica que vaya a las montañas oscuras, al monasterio de los desamparados, y busque a Martín y entregarle la carta.

El chico, ya intranquilo, se dirige al monasterio. Siente que alguien lo sigue, pero no le presta atención. En vez de ir a la izquierda va para el otro lado, se esconde y ve a los hombres que lo seguían. De repente, recibe un golpe en el pecho, cae de espaldas y, al recuperarse, se enfrenta a los hombres.

—No tenéis otra cosa que hacer que seguirme?

—Si, estás en la taberna. Pero ayer una mosquita muerta vino al pueblo equivocado.

—Ya... Y a vosotros que os importa que esté aquí?

—Es que gracias a tipos como tú , nosotros comemos.

—Pues te van a faltar dientes para comer, me temo.

—Aparte de eunuco bufón.

El chico esquiva el ataque de el más grande de los dos. Le da varios puñetazos seguidos y muy rápidos en las costillas.
Le da varios puñetazos seguidos y muy rápidos en las costillas. El hombre grande cae al suelo inconsciente y echando espuma por la boca. El otro hombre lleno de ira va hacia el chico con espada en mano. Pero como sabe el chico. Cuanto más cabreado más desprotegido te vuelves. En décimas de segundo cuando el hombre le va a dar un espadazo para partirlo en dos. El chico da un paso hacia atrás y otra hacia la izquierda. La espada se clava en el suelo, con la mala suerte para el hombre que ahora estaba desprotegido y le asestó un pequeño corte con una navaja que tenia en el bolsillo. El hombre se fue desangrando poco a poco hasta que perdió la vida.

Llega al monasterio, toca la puerta y espera. Después de llevar días a la lluvia y al frío, enfermo, es llevado adentro. Un hombre con túnica lo espera. El chico revela que su padre era Rojan el barba gris y entrega la carta. El monje, sorprendido, va a llamar a Patrick.

El chico ya recuperado lo llevaron a ver a Patrick. El chico se sienta. Patrick lo mira.

—¿Que tal esta tu padre ?

—Antes de que lo mataran, estaba bien.

—Está muerto?

—Si

—Y como fue?

—Cuando era pequeño entraron los soldados en casa, se lo llevaron y de ahí a unos días le dijeron a mi madre que había muerto

—¿Y la carta?

—Cuando cumplí la mayoría de edad me la dio mi madre y me dijo de venir aquí.

—¿Quién te enseño a luchar así?

—Mi tío Jonás

—Sabes que tú padre y tío eran templarios?

—No, templarios, ¿que es eso?

—La orden del temple. Proteger a los pelegrinos que va a tierra Santa o a Santiago de Compostela.

El chico estaba sorprendido, no era capaz de decir nada. Mucha información.

—Y como debemos llámate chico

—Xoan

Xoan fue entrenado como un templario, pero el chico quería algo más. Con sed de venganza fue hasta la casa del teniente coronel del ejército de caballeria y lo mata. El teniente fue el que dio la orden de aprisionar al padre y después matarlo. Los Templarios no sabían de la doble vida de Xoan.

Cuando los aires se enfriaron fue al palacio, con sigilo consigue matar a el Conde de la Vila y al intendente de la región. Hombres que firmaron la sentencia de muerte de su padre. Ya con la venganza resulta. Ya podía vivir tranquilo. Pasaron varios años y se fue del monasterio a encontrar su camino. Consigue asentarse en un pequeño poblado en el monte detrás de las montañas oscuras. A esos hombres se les llaman la resistencia sin dios. Protegen a desamparados y a la gente que tienen problema.