Los Wendigos, seres temibles y antiguos, tienen la misión de mantener al margen los peores instintos de los humanos mediante el miedo. Su existencia se basa en alimentarse de la maldad de la humanidad, solo persiguen y matan a aquellos que muestran una maldad desmedida.

En su forma humana, los Wendigos poseen una apariencia física normal, indistinguible de cualquier otra persona. Sin embargo, cuando se encuentran con alguien malvado, su apetito se despierta y su verdadera naturaleza se revela. Su apariencia física se vuelve pálida y demacrada. La piel adquiere un tono grisáceo y los rasgos faciales se vuelven angulosos y afilados, evocando una sensación de temor profundo. Sus ojos, hundidos en las órbitas, pierden toda luz y se ven nublados como si estuvieran muertos, transmitiendo una sensación de miedo paralizante.

Los Wendigos, en su forma desatada, carecen de pelo, presentando una piel translúcida y lampiña que revela sus figuras esqueléticas. Su cuerpo muestra un aspecto demacrado y huesos prominentes, enfatizando su insaciable hambre y su conexión con la muerte. A medida que se mueven son ágiles y silenciosos, como si flotaran sobre el suelo, añadiendo un aire de misterio y terror a su presencia.

Su función principal es mantener a raya la maldad desbordante de la humanidad, recordándonos constantemente las consecuencias devastadoras de nuestros actos más oscuros. Los Wendigos encarnan el lado oscuro de la naturaleza humana y se convierten en un recordatorio aterrador de los peligros de dejarse consumir por la codicia y la falta de empatía. Son seres implacables y vengativos que no descansarán hasta devorar a aquellos que han sucumbido a sus peores instintos.