Máquina del tiempo
Toronto,
12 de marzo del 2026
Estimada Rebeca:
¿A qué te sorprendiste? De seguro lo primero que pensaste fue que tantas formalidades no van con nosotras y sí, tienes razón, te escribo porque últimamente no deja de pensar que tú más que yo necesita leer esta carta.
Sabes hace mucho pero mucho tiempo atrás cuando aún nadie sabía que las rocas se podían convertir en diamantes eran tratadas como algo común y sin valor ¡Cuánta diferencia a como son tratados en la actualidad! ¿Cierto? Tú eres igual que ese diamante, sí, tú eres igual de brillante.
En más de una ocasión la luna observó cómo derramabas lágrimas y fue su brillo aquel arrullo gracias al cual lograste obtener algo de paz.
Infinitas fueron las veces donde te dejaron tirada en un rincón bajo el estigma de ser una inservible roca, recuerdo tus primeras letras, recuerdo cada una de tus luchas, tus sonrisas falsas, las decepciones y traiciones, aún recuerdo como te sentiste cuando una vida se escapó de entre tus propias de las manos, justo frente a ti, y puedo afirmar sin temor a equivocarme como todavía a día de hoy sigues ocultando esas lágrimas para aparentar fortalezas como también sé que guardas un secreto que no vas a revelar jamás a fin de no lastimar.
De ti lo sé todo para prueba solo basta leer estas líneas, sin embargo ahora te diré algo que no sabes: tu futuro
No te diré si encontraras el amor o ganaras la lotería, sin embargo te daré un consejo. Recuerda que todo pasa, las heridas duelen pero dejan cicatrices, las cicatrices con el tiempo se vuelven trofeos de batalla, las batallas no se ganan sino que se luchan hasta que el enemigo desaparece o se rinde, por eso presume con orgullo las miles de batallas que has ganado, nadando contra la corriente sin dejar de sonreír.
Cuando descubras el alcanza de esa fortaleza que late dentro de tu pecho ansiosa por salir, serás imparable, solo no te asustes cuando veas al propio universo inclinarse para saludarte, te quiero nos quiero, saludos,
Rebeca
PD. Tu yo del futuro
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