¿Sabes?

Antes creía que solo me importaba el sexo en una relación, que el cariño estaba sobre valorado; los gestos como un beso o un abrazo me tenían incomodado; como si aquellas acciones fueran repulsivas o dañinas.

Me equivoqué.

¿Sabes por qué?

Porque... ahora en estos momentos de silencio, de sorda tristeza, donde todo parece me perece abandono... es... cuando valoro aquellas cosas; esos dulces gestos que le salen a tu otro compañero de vida, ese el que escogiste para que los melancólicos momentos de encierro y desinterés social... muriesen al instante.

Porque... ahora sé lo estupendo que se siente una caricia sobre la piel..., ese roce tan sutil que despierta cosquilleos aquí y acá, una fiesta de sensaciones placenteras que te erizan la piel, no pasas frío, todo es cálido; el tiempo se detiene entre el acaramelado beso de tu pareja, te saca de órbita, te mantiene flotando en la nada, como si fueras un ser etéreo; no me imagino una relación sin eso: un gesto no sexual; un gentil abrazo que no contenga connotaciones perversas, de lujuria, de apetito indigno; No, no es eso lo que me mueve, y es lo que veo ahora.

Adoro esas visitas, esas charlas amenas de cosas positivas, lindas, sonrisas angélicas que se esbozan al mirarse los dos amantes; qué bello es eso, tan tierno. Te hace sentir tan especial, tan... fuera de este mundo...; De qué sirve relacionarnos con alguien si no experimentamos eso; se ha vuelto una necesidad por parte de mí obtener esa dicha. Esas caricias que matan la soledad, ese abrazo que me acobija, los besos que me sacan del presente amargo... y... me trasporta a un infinito donde solo hay calidad, sentimiento puro y honra.

Amo eso, busco eso, deseo eso.