07.12.22
"Tú ya no me provocas ansiedad"
Lo dije, lo repetí una, dos, diez veces, las veces que fueran suficientes para crear un eco en mi cabeza mientras las manos me temblaban y sentía el corazón acelerado.
Ojalá mi corazón se acelerara por cosas bonitas que pasaran. Pero no es el caso.
La piel se siente tibia y la cabeza me da vueltas, el estómago se contrae y las náuseas son evidentes. Está apenas comenzando y lo repudio.
No quiero ni necesito sentirme así, no por esto, no por ti, nunca más por ti.
Me observo al espejo y respiro profundamente, suelto el aire de mis pulmones, sintiendo como el peso parece disminuir, pero no de fondo.
Las manos me siguen temblando y una imagen lejana en mi cabeza se ríe de mi. Es pequeña y frágil pero existe, cobra fuerza con cada minuto que permanece en mi mente y el nudo en la garganta se vuelve insoportable.
Porque no es lo que quiero, pero lo siento. Temor, terror.
Siempre le temía a la dependencia emocional y me siento atrapada en ella; siempre temí dejar que una persona consumiera mi tiempo, mi espacio y dejara de ser yo por alguien más.
Siempre me entró pánico de que pudiera gustarle a alguien en verdad, por todo el cuadro que yo misma era y por todas las emociones pesadas que se juntan en mi interior.
Es inevitable, me supongo, sentir que te duele todo en el cuerpo porque ese pensamiento se agranda, se fortalece con el temor insano de que estás mintiendo.
Cómo puedo confiar en ti? No puedo terminar de hacerlo, aunque te muestres diferente, aunque parezca que estás diciendo la verdad. Lo cierto es que me fallaste y no puedo olvidarlo.
Porque aunque creí que era suficiente, que podíamos seguir y ser amigos, no es verdad.
Descubrir que me engaño a mi misma es fascinante y escalofriante. Porque sé lo que hay que hacer, sé que debería hacer, pero me es tan difícil alejarme.
Me es martirizante pensar en ello y también me atormenta pensar que no soy suficientemente fuerte para hacerlo.
La respiración se regula y los latidos del corazón comienzan a normalizarse, todavía se siente el dolor en el pecho; pero cuando me observo de nuevo al espejo y con la mirada firme repito mi mantra, siento que puedo lograrlo, una parte de mi sabe que puedo.
"Tú ya no me provocas ansiedad"
La voz sale rota, no puedo reconocerla. Pero no hay lágrimas. Porque no quiero gastarlas más.
"Ve, haz lo que quieras, tú ya no me provocas ansiedad"
Me observo con detenimiento mientras lo afirmo constantemente y me pregunto, cuánto tiempo voy a creer que es real.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro