Sentí como todos los sueños que alguna vez tuve eran desechos como seda, abrí bien los ojos y no parpadee ni una sola vez.
Los escudos de mis padres estaban en el suelo ensangrentados junto a sus espadas, el cuerpo de mi madre estaba desgarrado, su armadura parecía haber sido quemada y rebanada con una suma facilidad.

El monstruo se puso a dormir de pie por lo que aproveché el momento para acercarme a mis padres.
Me arrodille para acercarme a mi padre quien aún estaba con vida pero respirando con su último aliento. Lo levanté ligeramente entre mis brazos arrodillada y abrió los ojos.

"Te presione tanto para ser una hermosa delegada, que nunca pude preguntarte que era lo que en verdad querías." Me dijo escupiendo sangre.

"¡Eso es lo que quiero papá! ¡Quiero ser una linda delegada! ¡Quiero que me veas usar el uniforme y emprender un viaje en la sexta flota! ¡Quiero que seas el que se despida de mi cuando aborde el barco!" Mi rostro se llenó de lágrimas y mis piernas enteras se impregnaron del charco de sangre que había debajo de mi. Lo miré asustada sin parpadear ni una sola vez.

"No deberías estar aquí, no quiero que termines del mismo modo que nosotros."

"¡Te sacaré de aquí! ¡Saldrás de ésta! Solo... déjame..."

"Porfavor, vete de aquí."

Sin darme cuenta la bestia vino en picada hacia mi pero mi padre logro empujarme fuera del peligro, siendo atravesado por el pico del monstruo y salpicando su sangre hacia mi.

Tomé el lumininsecto que había recogido y lo destroze entre mis manos, cerrando los ojos para evitar aturdirme y así cegando por un momento a la bestia.
Corri hacia mi padre y volví a levantarlo entre mis brazos. Él me acarició la cabeza y con una dulce sonrisa, dijo sus últimas palabras.

"Sé que serás toda una diva, mi pequeña estrella azul..."

Una ira que jamás sentí se apoderó de todo mi cuerpo, la bestia seguía aturdida así que aproveché y tomé las dos espadas que estaban en el suelo, de mis difuntos padres. Trepe por un par de hongos que sobresalían del tronco de un árbol a mi lado y salté para montar al monstruo. Un poder indescriptible, nuevamente la energía incesable. Usé una espada para clavarla en el lomo de la bestia mientras que con la otra acuchillaba una y otra vez. El monstruo se sacudia de un lado a otro pero el poder que sentía me daba las fuerzas para poder sostener la espada clavada en el. Continúe con lo mio hasta que la bestia cayó al suelo, retorciendose en agonía.

"No eres el único, que se retuerce en agonía." Con mi velocidad desclave mi cuchillo de el y realicé una serie de torbellinos con ambas espadas. "No serás el único que habrá terminado mal aquí... así que no te preocupes."

Realicé una rafaga de ataques  demoníaca que terminó por acabar con la vida del monstruo quien emitió un rugido irritante antes de morir.

Pero yo no pude parar, seguí acuchillandolo.