Con el glamoroso sonar del viento, seguí sus rastros con las huellas que habían dejado en el lodo, pero después de un rato éstas se desvanecieron, así que continúe por donde mi intuición me guiaba.

Las plantas de mis pies estaban algo cansadas por caminar durante tanto tiempo, comenzaba a rendirme, a decaer en la desesperación de haberme puesto en riesgo para nada, pensaba que quizás y había exagerado las cosas. Pero un olor peculiar que siempre me desagrado llegó a mi, era como óxido, metal. Reconocía ese aroma tan peculiar, se trataba de sangre.
Busqué con la mirada por todos lados pero no había nada relacionado por ningún lado. Así fue hasta que vi por primera vez a una bestia. Apagué mi linterna, me escondi entre los enormes arbustos del bosque y lo seguí con la mirada. Era una criatura impresionante. Su coraza parecia ser igual de dura que el capazaron de una tortuga, pero reforzada 100 veces más. Poseía un pico igual de violeta que su cuerpo, pero de un tono más oscuro, terminando por unas características orejas en la parte superior del cráneo junto a una herida en el.
Cuando giró la cabeza noté que su ojo izquierdo estaba herido y con una gran cicatriz, el resto de su cuerpo parecía estar igual de rasgado, pero la bestia caminaba sin ningún problema. Cuando dejó de olfatear los alrededores y se retiró decidi seguirlo aún en busca de mis padres.