Cuantas noches deseé un mensaje de tu parte mientras me revolvía en la multitud con un vaso en la mano y un pecho apretado,  anhelé poder sentir esas palabras, las mismas que antes me hacían suspirar.

Casi te escribo y desbarato todo el plan dispuesta a descuidar mi orgullo, traerte devuelta a mi sería suficiente.

Me propuse dejarte ir y el tiempo me impulsó, un corazón dañado aún, pero apunto de sanarte, listo para retirar finalmente esos puntos de la herida y parece que lo descubriste.

Te enteraste de que tus recuerdos ya no me ejecutaban hasta llorar a lágrima viva. Que tu nombre ya no era suficiente para acecharme, pues llego el día que ahí estabas, tú, queriendo saber cómo estaba.

Palabras dudosas de buena fé, bromas de particular simpatía, ahí quisiste encontrarme, después de tanto que te busqué, de tantas noches que di vuelta mi cabeza, que magullé mi espíritu deseaste encontrarme. Pero era tarde, pues finalmente después de todo lo que me hiciste pasar, vencí y logré encontrarme.