Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

01. Yendo al infierno sin boleto de vuelta

Sonia despertó en la mañana gracias a una llamada entrante, eran las cinco menos veintitrés, cuando su jefe la llamó para decirle que le había conseguido, por veinte días, visitas con el señor Pier.

La chica de cabellos castaños se despabiló en un instante, no esperaba que su jefe consiguiera más tiempo, no esperaba que el hombre consiguiera veinte días seguidos -si las condiciones se daban- para hablar a solas con él.

—No sabemos qué tan largas serán esas historias, por eso esa cantidad de tiempo. Si resultan ser cortas y terminan antes de ese lapso, no es necesario que lo complete.

La de ojos verdes no sabía que decirle al hombre, era temprano, el hambre pareciera querer, en cualquier momento, golpear la puerta; además se sentía algo cansada y, para rematarla, el de cabello rubio le daba una noticia poco placentera.

—Sí, lo entiendo señor —dijo en tono bajo, dejando que, al final, un bostezo escapara sin aviso de sus labios.

—En verdad lamento haberla llamado a esta hora, sé que el cambio de horario es complicado y que ahí deben ser como las cinco y algo, pero esto no podía esperar —se disculpó.

—No se preocupe, señor —dijo de manera amable, pero rodeo los ojos con fastidio.

—Bien, esperaré la primera historia en la noche, señorita Domínguez. Recuerde, si algo sucede, informe-me y cambiaré de lugar con usted —le recordó, dejando que un bostezo contagiado escapara de sus dos pliegues.

—Sí, señor, eso haré —le aviso y colgó sin más.

Dejó su celular sobre la mesita de luz y se tiró de vuelta a la cama, cubrió su rostro con las sábanas y dejo que un grito se ahogara en ellas. Ningún centímetro en su cuerpo podía creer lo que le estaba sucediendo, en verdad, a quién, en su sano juicio, se le ocurría mandar a una mujer joven a entrevistar al asesino en serie más peligroso del todo el país.

—Vamos, Sony, solo tienes que ser fuerte. Un mes completo de vacaciones es lo que te ganas —se recodó.

Volvió a sentarse, observo el espejo de cuerpo completo que había en la habitación y examino su rostro. Sus ojos estaban algo hinchados, tenía un poco de baba pegada en el costado derecho de su mejilla y su cabello todo alborotado, el cual, parecía más un nido de pájaros, que el moño que se había hecho antes de dormir.

Nuevamente bostezo, estiró sus brazos y se estremeció en su lugar. Posteriormente a ello los utilizó para poder moverse sobre el colchón hasta la orilla de la cama, se paró y camino arrastrando los pies hasta el cuarto de baño. Una vez dentro observó mejor su reflejo en el espejo, deshizo lo que quedaba del moño y se despojó del short, de la remera de tiras finas que usaba para dormir y de su braga.

Abrí la llave del agua caliente y luego la del agua fría, las regulé para que quedara tibia y me zambullí bajo esa lluvia artificial. Pase con algo de frustración mis manos por mi cabello, el primer horario de visita, para cualquier persona de alto mando que deseara hablar con ellos, incluyendo a los reporteros con autorización, era a las diez, debían de ser como las cinco y algo o tal vez las seis, de todas maneras, tenía tiempo para rato.

Termine de ducharme, me seque y envolví con la toalla, estaba sola en la habitación de hotel, así que camine hasta el gran armario que había en esta, busque la ropa interior y me la coloque. Rebusque, otra vez, entre lo que había traído, dándome cuenta de que había sido muy poco, y retire de su interior unos leggins negros, una remera blanca manga corta con un pequeño escote en V, una chaqueta verde con cuatro bolsillos y un par de medias hasta los tobillos en blanco. Me vestí sin apuro, colocándome, por último, un par de tenis en color blanco, y al final, salí de mi habitación con la cartera en mano; no sin antes peinar mi húmedo y alborotado cabello, llevando una liga por si luego se me daba por amararlo.

__𝙰𝚜𝚎𝚜𝚒𝚗𝚘__

Caminé a paso lento, recorriendo el pequeño pueblo. En él vivían los familiares de los guardias, personas que buscaban tranquilidad luego de jubilarse y algunos cazadores, era un lugar grande -más de lo que yo imaginaba- había varias tiendas de ropa, algunos restaurantes, una sola cafetería, un instituto y, para mi gran sorpresa, una universidad.

Supongo que mi madre, que en paz no descanse, tenía algo de razón, puesto que, según ella; la vida es un misterio, uno que pocos logran resolver.

Exhale con algo de aburrimiento, había estado recorriendo el lugar por casi una hora y media, el reloj del ayuntamiento marcaba las siete y tres o siente y cuatro, no sabría decirlo bien, pero no iba al caso. El hambre me estaba picando, así que camine con algo de entusiasmo hacia el único lugar que ofrecía un desayuno en este pueblo; esa gran, pero solitaria cafetería, al otro lado de la plaza principal.

Entre en el local, el cual estaba medianamente lleno a esa hora, divise un lugar para cuatro personas vacío al costado de una ventana, casi al fondo de este y camine hasta él. Deje mi cartera junto a mí, tomé el menú que había sobre la mesa y lo ojee.

Una chica de cabello rojizo llego a mi lado, se presentó como Emma y me pregunto qué era lo que iba a ordenar, pedí un plato con hot cakes, con miel y arándanos, un café negro con una cucharada de azúcar, y un pequeño cóctel de frutas.

Mientras esperaba mi orden, revise en mi cartera la libreta en donde había escrito las pocas respuestas que el señor Pier me había brindado el día anterior. No le encontraba sentido a nada, digo, él respondió a todas ellas sin decir nada; sí, en ocasiones intentaba desviar la conversación y centrarse en mi vida privada, cosa que no logro, pero respondió todo lo que le pregunte, a fin de cuentas.

La chica volvió con mi orden, le agradecí y guardé ese cuaderno que pronto se llenaría de horrores. Desayune en paz, sin molestias, escuchando algunas conversaciones ajenas sobre mí y otros motivos; sabía que escuchar cosas ajenas era de mala educación, pero hablar a las espaldas de uno, como si fuera un chiste, era mucho peor.

Pague por lo que comí, regrese al hotel para lavar mis dientes, tomar lo que necesitaría para volver a ese lugar y partí hacía él.

Llegue a la cárcel a las nueve y cuarenta y ocho, estacione a unos metros de esta, tranque el auto y me encamine hasta la entrada. Cuando llegue a ella mostré el pase que me habían entregado el día anterior y espere a que me dejaran pasar.

El guardia me indico que lo hiciera, las puertas se abrieron y, al otro lado de ellas, el señor DiNozzo se encontraba ahí; esperando por mí. Le di los buenos días una vez estuve a su lado, recibiendo por cortesía las mismas palabras.

A penas puse un pie dentro de la enorme estructura el control comenzó, revisaron mis cosas y me dejaron ingresar con ellas. La señorita me informo que las debía de entregar antes de ingresar en la habitación gris, tal cual el día anterior; le dije que lo haría y continúe siguiendo al señor DiNozzo.

__𝙰𝚜𝚎𝚜𝚒𝚗𝚘__

—Buenos días, Sonia —me dijo el señor Pier, una vez ingrese al lugar.

—Buenos días, Ron —imité pronunciando la abreviación que me había pedido utilizar.

Caminé hasta la silla que había de mi lado y tomé asiento. Retiré y acomodé la libreta sobre mi regazo, la abrí en una nueva hoja y comencé a escribir una nueva fecha y hora.

— ¿Por qué tan nerviosa? —le escuche decir en tono suave.

Alcé mi vista, intentando no demostrar ese nerviosismo que sentía y le respondí:

—No estoy nerviosa, Ron, estoy ansiosa por oír la primera historia —le dije, pero él solo carcajeo.

—Oh no, la primera historia será mañana —me revoleo, dejándome bastante sorprendía. —Hoy te contaré algo así como una introducción de mi vida, antes de que comience con la primera historia. Aunque si lo ves bien, esta puede ser la historia "cero", como quien dice.

Guardo silencio, mientras esperaba a que dejara de anotar lo que había dicho. Ese nerviosismo creciente se había convertido en verdadera ansiedad, acomodé mis pies, formando una X con ellos, y le miré.

—Bien, una historia cero. ¿Cómo le llamarás? Claro, si es que deseas ponerle nombre.

—Si no le pongo nombre la editorial lo hará, ¿verdad? —me pregunto, moviendo su mano derecha con gracia, causando que las cadenas sonaran.

En verdad, pocas cosas habían cambiado desde el día anterior, las cadenas seguían en sus manos. Él tenía algo de barba naciente, sí, pero era uno de esos mínimos detalles, al igual que su cabello corto y la pequeña cicatriz en su mano derecha; algo que no noté el día anterior.

—Sí, así es —dije volviendo a centrarme en la conversación y no en su persona.

—Pues, no sé, haber... -balbuceo y luego comenzó a susurrar varias cosas que no logre entender. — ¡Ya sé! Esta es la historia cero, estas son las diez reglas para el homicidio perfecto —me dijo con una enorme sonrisa.

Quite el "estas son" y anote en grande 'Las diez reglas para el homicidio perfecto' como título a la primera de veinte historias, historias que esperaba y fueran cortas.

—Bien, lo escucho —le informe y espere en silencio a que comenzara a relatar.

—Bien, mmm... —su rostro reflejaba un poco de confusión, no entendía el porqué de ello, pero así era. — ¿Debería empezar con 'Había una vez...' o 'Hace mucho tiempo...'? —Su pregunta me tomo por sorpresa, en verdad, no entendía lo que pasaba por la cabeza de ese sujeto. —Sabes qué, no importa, solo empezaré -termino de decirme, aclaro su garganta y comenzó.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro