Había veces en las que se imaginaba haciendo otra cosa. Algo diferente. Si todo se hubiera dado de otro modo, quizás ni siquiera estaría donde estaba ahora.

Pero había sido lento. Y ahora estaba pagando las consecuencias por ello.

Sin embargo, alguien tenía que vigilar a ese chico tonto que jugaba a ser detective. Si Lukas no velaba por su propia seguridad, él tendría que hacerlo.

No es que se opusiera.

Lukas lo necesitaba, y pronto se enteraría de cuanto precisaba de él, de todo lo que hacía por él.

Pronto.

Por mucho que quisiera interceptarlo ahora mismo, mientras salía de ese mugroso departamento de policía, y llevarlo con él, lejos de todo. Aun no podía. Seguía sin ser el momento adecuado.

Oh, como odiaba dejar pasar otro día sin poder tenerlo para él, donde pertenecía. Tenía que seguir soportando que Lukas siguiera asistiendo a ese odioso trabajo, no era trabajo para él, era muy peligroso y desgastante. No encajaba con Lukas.

Su chico no pertenecía a ese ambiente tan hostil. Claro que no. Pertenecía a su lado, solo a su lado.

Lejos de esa fastidiosa compañera que solo se metía en su camino, y definitivamente lejos de ese rubio engreído que no hacía más que tocar lo que no le pertenecía.

¿Qué hubiera hecho Lukas sino hubiera estado para él la noche anterior en ese bar?

Era tan ingenuo.

Pero estaba bien, si solo dejara que él estuviera a su lado, Lukas podría conservar toda esa ingenuidad que lo caracterizaba. Era tan lindo. Y, si Lukas no sabía cómo cuidarse a sí mismo, alguien más tendría que decidir por su seguridad.

¿Y quién mejor que él para esa tarea?

Nadie conocía a Lukas como él, nadie lo merecía como él. Solo él. Y pronto, pronto se enteraría.

Aunque le tocara ver más muertes para entenderlo.