29. Preguntas
Desde el principio, incluso antes de meterse en la carrera de criminalística, le habían advertido como es que esa clase de mundo impactaría no solo en su vida profesional, sino en su vida cotidiana, de lo perjudicial que podría ser para su mente... Pero a Alicia no le importó, siendo esa casi la primera vez que había desobedecido directamente a sus padres para meterse en la carrera que ella ya había elegido desde sus dieciséis años.
Quizás tuvo un inicio algo infantil, el querer llegar e impartir justicia en un sistema tan lento que había fracasado numerosas veces en resolver tantos crímenes que quedaron sin un culpable claro, solo para toparse con la cruda realidad de cómo funcionaba todo esto.
Y ahora aquí estaba, llenando otro informe sobre la venta ilegal del polvo de ángel, que debía de ser el tercero de esta semana. Por más de que había visto cosas mucho peores, algo diferente le incomodaba frente a todo esto, y es que nunca se habían enfrentado a una situación que amenazara tanto contra toda la ciudad y acabara por convertirse en un sitio mucho más peligroso.
No quería perder su ciudad así, el imaginar que su casa de toda la vida se volviera foco de delincuencia e inseguridad le ponía los pelos de punta. Aunque tal vez, siempre había sido así.
Después de todo, fue gracias a la inseguridad que había perdido a su primo cuando solo tenía doce años y no tuvo ni tiempo de procesar que no volvería a verlo debido a la rapidez con la que él se había ido. Y nunca encontraron al culpable.
Sus dedos cesaron de tipiar, y se tomó un momento para suspirar frente a aquellas abrumantes sensaciones.
De hecho, existía otro motivo aparte para sentirse mal ahora mismo; hoy se cumplían tres días sin saber nada del paradero de Lukas y la incertidumbre comenzaba a matarla por dentro.
Podía pensar que los asesinatos iban a cesar, que iban a encontrar al culpable e incluso que los casos de venta ilegal iban a disminuir, pero le costaba pensar que Lukas aparecería sano luego de no tener ninguna clase de noticia de él y que su último mensaje oficial fue; avisa a la policía.
Quería llorar de solo recordar que apenas si le había saludado la última vez que le había visto.
Había sido tan estúpida.
Aunque pareciera mentira, ella en verdad había querido contarle que había decidido informar sobre el caso a su medio de confianza, solo que, por desgracia, las cosas se salieron de control más rápido de lo que hubiera predicho.
Y Lukas estaba cambiando tanto que ni tiempo le dio para saber que estaba pasando.
— ¿Ya terminaste? —irrumpió la voz de Adam interponiéndose entre ese mar de pensamientos que cruzaba por su mente en ese instante.
— Casi —murmuró, al intentar pretender que no iba solo por la mitad.
— Es hora de almorzar. —Se cruzó de brazos y le dirigió una mirada insistente.
— De acuerdo —tragó antes de apartarse de su computadora, y, solo entonces le devolvió la mirada—. ¿Hay alguna novedad?
Adam negó con la cabeza.
— Sabes que esto técnicamente recién empieza, solo ayer se cumplieron las cuarenta y ocho horas...
— ¡Pero con ese mensaje que te envió es obvio que había algo mal desde el principio! —explotó en frustración, conteniendo sus ganas de golpear su puño contra su escritorio.
— ¡Lo sé, lo sé! Pero si ni siquiera su familia lo denunció desde el inicio.
— ¿Y ellas qué sabrían? Eras tú él que recibió su último mensaje.
El inculpar a Adam no era la solución, pero llevaba desde ayer reteniendo sus ganas de gritarle a alguien con toda esa frustración que acarreaba. Recordaba las primeras horas en las que no se supo nada de su primo, al principio parecía que se había escapado, luego que estaba desaparecido y a lo último la policía se apareció en casa de sus tíos a decirle que lo habían encontrado, solo que sin vida.
Contrario a lo que hubiera esperado, Adam no pareció enojarse frente a sus quejas.
— ¿Cómo iba a saberlo? —murmuró, cohibido—. Para cuando leí el mensaje ya decía que estaba todo bien y que no era nada... sonaba tan como él.
Pero el no verle al día siguiente dentro de su oficina cambió todo el panorama, solo para después intentar llamarle y comprobar que el celular de Lukas estaba fuera de servicio. No había muchas explicaciones para darle al asunto, y ninguna de ellas era buena.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Alicia de solo imaginarse que alguien más había respondido por Lukas. Era una idea espeluznante, y lo peor era que se oía demasiado factible. Pero al revisar la zona, no encontraron nada, además de unas manchas de sangre sobre la vereda de las que aún no recibían sus resultados.
Alicia estaba rogando que la sangre no fuera de Lukas.
— Sí te llega algo así, ¡lo primero que haces es sospechar! —le espetó—. No esperar hasta nuevo aviso para corroborar que nuestro compañero está desaparecido.
— Vi lo mismo que tú ese día, Alicia, no pasó nada anormal y Lukas estaba casi como siempre, salvo que más malhumorado. —Hizo una pausa donde sus ojos se estrecharon—, además, si tan amigos eran, me extraña que no te hubiera avisado algo.
— Estábamos teniendo un desacuerdo-
— ¿Al punto de no querer contarte algo tan importante?
Algo se retorció en su interior al remarcarle ese detalle. Parte de ella seguía confundida del punto al que Lukas había elegido dejar de hablarle, debió de haberse sentido demasiado traicionado, y, aun así, había cumplido en no divulgar su secreto.
— No sé cómo funciona su cabeza, tuvo que enterarse de algún modo que algo sucedería cerca de la fábrica.
— Puede que lo escuchó de alguna parte —masculló Adam.
— O que alguien le avisó. —Alicia se llevó ambas manos a su cabello—. Pero no podremos saberlo si ni siquiera tenemos idea de dónde está su teléfono.
Retuvo la frustración que almacenaba en su interior por un momento, y procedió a recoger su larga cabellera en una coleta antes de ponerse finalmente de pie, librando parte de aquel cúmulo de emociones en un extenso suspiro.
— Cómo sea, vamos a comer. —Adam hizo un gesto con la cabeza y salió por la puerta.
Alicia buscó su propio almuerzo y se preparó para seguirle cuando su celular comenzó a sonar.
Pensó en ignorarlo, si era su jefe, que esperara hasta luego del receso, pero la verdad era que cualquier llamada la tenía alerta de alguna nueva posible noticia por lo que el dejarlo pasar no fue una opción.
Leyó la leyenda sobre su teléfono con un dejo de sorpresa.
Llamada entrante de Ilse.
Su corazón se aceleró apenas vio el nombre y procedió a atender.
— ¿Hola? —dijo con algo de timidez y parte de ella temió por la respuesta que podría venir.
— Alicia, ¿cómo estás? —Hubo una pausa donde se sintió la incomodidad a través de la llamada—. ¿Estás... ocupada ahora mismo?
— No, para nada. —Y no podía responderle otra cosa a la madre de Lukas—. ¿Qué pasó?
— Dani y yo estamos en la comisaría, pero no estábamos teniendo mucha suerte en que nos atiendan, quería saber si tú-
— Voy para allá —respondió sin siquiera pensárselo.
— No es urgente, pero llevamos una hora aquí sin suerte.
Como no.
La verdad era que poco le extrañaría si tenían a la madre de Lukas esperando otras dos horas más como mínimo.
Sin más palabra que decir, se guardó su almuerzo en su cartera y salió del departamento de investigaciones. La comisaría no estaba demasiado lejos de su sitio de trabajo, quizás, con algo de suerte y sacaba algo bueno de todo esto, a pesar de que parte de ella seguía sin creerse que tendrían que abrir un caso sobre la desaparición de su propio amigo y colega de trabajo.
Lógicamente, la comisaría era mucho más pequeña que el departamento de investigaciones, además de mucho más gris y tétrica, en especial si se venía de noche. No era el caso ahora, siendo apenas las dos de la tarde, pero Alicia avistó, de todos modos, a varias personas haciendo fila para realizar sus respectivas denuncias.
Había una mujer junto con su hija pequeña la cual estaba llorando, un hombre con una bolsa de hielo sobre su nariz, y mucha más gente que le estrujaba el corazón de solo verle, en especial cuando su mirada encontró a las dos mujeres que la habían traído aquí.
No había visto demasiadas veces en persona a la familia de Lukas, sin embargo, serían fáciles de reconocer, incluso si nunca antes las hubiese visto puesto que el parecido entre ellas y Lukas no podría pasar por desapercibido.
El cabello castaño, la piel ligeramente tostada e inclusive la postura, lo único que rompía el patrón era el color café de los ojos de ambas si los comparaba con la tonalidad miel de su compañero de trabajo.
Ilse pareció percatarse de su presencia en cuanto levantó la vista al momento que Alicia ya estaba lo suficientemente cerca de ellas, y levantó su mano para saludarle. Alicia notó las crecientes ojeras alrededor de sus ojos y no supo que pensar más allá de experimentar un dejo de culpa sin aparente origen.
— ¡Alicia! —le llamó la mujer, a la vez que la chica a su lado se volteaba a verle.
— Hola, chicas —dijo con suavidad para tragar incómoda a continuación, no estaba segura de cómo referirse considerando la situación por la que estaban pasando.
— En verdad, gracias por tomarte el tiempo de venir, no queríamos molestarte-
— Pero los policías nos ignoran —irrumpió Daniella.
Alicia frunció el ceño. —¿Aun no les toman la denuncia?
— Por el tema de las cuarenta y ocho horas nos dijeron que esperáramos hasta hoy —respondió Ilse apenada y luego añadió con más fuerza—, y nadie nos explica que está pasando, yo no veía a Lukas desde el fin de semana pasado y ahora resulta que no está-
— Hasta donde yo sé, no hay mucho más luego de haber revisado el último sitio donde Lukas avisó que estaba. —Sus labios formaron una fina línea al recordar el detalle de la sangre, pero a lo mejor no debería de mencionarlo hasta que no se conozcan los resultados.
— ¡De verdad no sé qué pensaba este chico yendo solo a ese lugar! —se lamentó Ilse.
— Porque es un idiota, por eso, solo sabe meterse en problemas —musitó Daniella, ganándose una disimulada reprimenda por parte de su madre.
— ¡No es momento de eso, Dani!
Alicia se aclaró la garganta. —El punto es que, a pesar de lo que sabemos hasta ahora, su familia aun no pudo hacer una denuncia tal cual.
— ¿Y tampoco hay una investigación sobre esto, entonces? —cuestionó Daniella con una ceja arqueada.
La respuesta que siguió no le hizo sentir muy orgullosa.
— No una oficial al menos.
— ¡Entonces que nos dejen presentar la denuncia para que se pongan a buscar a mi hijo cuanto antes! —sollozó la mujer.
Alicia se volteó a mirar la fila de gente esperando realizar su propia denuncia, por más que la prioridad la tuviera el orden de llegada, lo cierto era que la madre de Lukas llevaba queriendo hacer la denuncia desde hace mucho antes y no se lo habían permitido.
— Aguarden un momento —les dijo antes de apartarse de ellas.
Pasó entre las demás personas hasta llegar al oficial parado delante de una puerta tal como si de un guardia de la realeza se tratase. Alicia creía haberle visto un par de veces y el nombre picó en su lengua.
— Martín —le saludó con seguridad mientras esperaba no haberse equivocado de nombre.
El hombre debía de llevarle como dos cabezas, por lo que tuvo que inclinar su mentón para mirarle con incredulidad en cuanto la reconoció.
— Alicia, ¿qué haces aquí?
— Quería hablar con el comisario. —Ella miró sus pies por un instante y volvió a verle con firmeza—. Solo será un segundo.
— No sé si notaste la fila que hay —le sonrió divertido—. Aquí no hay ninguna escena del crimen para que explores.
— Te sorprendería si te digo que explorar escenas del crimen no es lo único que hago —masculló—. Pero no vengo por mí, es por esas mujeres de allá. —Las señaló con su pulgar—, son la familia de Lukas.
— ¿Y qué? ¿Se creen que tienen corona por eso? —Movió sus hombros hacia atrás, como si intentara verse más grande e intimidarle para que se fuera—. Que hagan la fila como el resto.
— Sí, el tema que no es la primera vez que se pasan por aquí y las hicieron esperar hasta hoy, aun cuando había pruebas desde antes para decir que Lukas estaba ya desaparecido. —Ella intentó mantener su postura recta y no romper el contacto visual en ningún momento, logrando un tono determinante.
Martín se encogió de hombros. —No es mi problema.
— Oh, pero podría llegar a serlo —le dijo en un tono burlón—. Ya bastante mal les anda yendo con lo tarde que notaron la venta ilegal del polvo en la ciudad, imagínate cuando los rumores de que ni siquiera se mueven para buscar a un colega, podría terminar en un escándalo.
En vista de que el otro no dijo nada, Alicia aprovechó a juntar sus brazos tras su espalda e inclinarse ligeramente más cerca de él.
— Escuché que la hermana mayor de Lukas es abogada, por cierto —susurró, reprimiendo una pequeña sonrisa que quiso asomarse al ver a Martín ceder.
— De acuerdo, que pasen, que fastidio —masculló y se apartó finalmente de esa puerta.
Alicia no perdió tiempo en ir a avisarles a Ilse y Daniella de su victoria, por lo que la primera no se tardó otro segundo en ir a presentar su denuncia. Eso le dejó a solas con Daniella.
— Aun no puedo creer que esté pasando esto —susurró Daniella sin mirarle.
— No es para nada fácil de aceptarlo, yo aún no lo creo-
— ¡Pero es un idiota! ¡Ya venía comportándose raro desde hace rato! ¿Y ahora hace esto? —dijo con la indignación remarcada en toda su cara en cuanto hizo contacto visual con Alicia.
— ¿A qué te refieres con raro?
— ¡No sé! Un día apareció en la casa todo como loco pensando que me había pasado algo a mí-
Eso saltó una alarma. No tenía idea de aquello.
— ¿Sabes porque pensó en eso?
Daniella sacudió la cabeza. —No lo sé, me preguntó si andaba en drogas. ¿Cómo iba yo a andar en eso? No tengo ni plata.
— Tendría que ver con la venta de polvo de ángel, pero no entiendo porque lo relacionaría contigo —masculló con el entrecejo fruncido.
— Diría que vive paranoico, pero... me dijo ya algo de que creía que los crímenes estaban relacionados, antes incluso de que saliera en las noticias-
— ¿Te acuerdas hace cuánto fue eso, exactamente? —le interrumpió sin siquiera pensarlo.
— Veamos... —Daniella ladeó su cabeza hacia un lado—. Creo que dos semanas, ¿quizás? Nunca me aclaró del todo porque pensó que tenía que ver en esto.
Alicia se quedó un momento en silencio e intentó hilar los pocos datos que tenía, tampoco comprendía la razón por la cual Lukas habría relacionado a su hermana con todo esto, pero con todo ese tiempo transcurrido, debió ser un momento muy temprano de la investigación del caso.
Trató de pensar que pudo haber ocurrido en particular en esos días, si fue antes de que se oficializase de que todos los asesinatos estaban relacionados, también debió haber sido antes de-
Sus ojos se ensancharon al volver a mirar a Daniella cuando un recuerdo resurgió en su mente.
Habría sido antes de encontrar el cadáver de Daniel Weir—
— ¡Listo! —La voz de Ilse a sus espaldas se encargó de irrumpir sus pensamientos.
— ¿Qué te dijeron, ma?
— No demasiado. —Se encogió de hombros—. Tomaron mis datos, los de Lukas, y me preguntaron cuándo fue la última vez que lo había visto. —Sus ojos se enfocaron en Alicia tras pronunciar eso último.
— Hablé muy poco con él ese día —admitió a medias—, no me dijo nada de lo que pensaba hacer.
Ilse asintió y, en cambio, le devolvió una mirada suave.
— Entiendo, ya hiciste mucho por nosotras, querida. —Tomó su mano y le sonrió—. Te lo agradezco, de verdad.
— Cualquier cosa que sepa, se las diré —dijo al devolverle la sonrisa.
Con eso, se despidió de ambas, pero el pensamiento de que fue lo último que Lukas había hecho durante ese día colonizó su mente. Adam había dicho que lo había mandado al laboratorio, pero de lo que alcanzaron a preguntar nadie parecía haberle visto—
Levantó su mirada en cuanto pisó la vereda que había sobre la salida de la comisaría, cuando sus ojos avistaron no tan a lo lejos una silueta que no tardó en hacérsele familiar.
— ¿Nils?
El nombrado no pareció haberle escuchado, por lo que ella se aproximó más hacia él con pasos acelerados y volvió a llamarle.
— ¡Nils!
En su tercer intento, ella ya estaba casi enfrente de él, por lo que el otro acabó por enterarse de su presencia a la fuerza.
Nils parpadeó confundido al verle, y sus ojos le recorrieron de arriba abajo antes de decir algo.
— Ah, ¿Alicia? —Una sonrisa incómoda se formó en su rostro a continuación—. ¿Qué tal?
— Bien. —Miró al suelo antes de añadir—, venía llamándote hace un rato.
— ¡Perdón! ¡No te oí! —Su mano viajó hacia su oreja derecha—. Soy un poco sordo.
— No lo sabía, perdón-
Alicia le miró con más detenimiento, inconscientemente, llevaba bastante tiempo desde la última vez que se lo había cruzado, y era la primera vez que le veía fuera de su ámbito de trabajo. Sus facciones eran más fáciles de distinguir cuando no llevaba esa gorra puesta, en verdad era alguien atractivo, sin embargo, sus ojos se fijaron en otro aspecto que captó más su atención.
— ¿Qué te pasó en la mejilla? —preguntó sin pensar.
— Oh, ¿el raspón? —rio entre dientes—. Fue el gato, es pequeño aún.
— Suele pasar. —Le sonrió también antes de que su tono se volviera más incómodo—. Quería preguntarte, ¿te acuerdas que hiciste en el trabajo estos últimos días?
Él volvió a parpadear confundido. —¿Limpié? No hago mucho más que eso.
Ella tragó saliva y optó por ir por el camino directo.
— ¿Recuerdas haber visto a Lukas hace como tres días?
Nils hizo un gesto, como si estuviese intentando recordar, pero acabó por negar con la cabeza.
— No creo, o no que recuerde.
Alicia no pudo disimular la decepción en su mirada, aun cuando la respuesta debía ser la más esperada, suponía que no le quedaría de otra que ir ella misma al laboratorio, por más que la respuesta ni siquiera debía de estar allí—
— ¿Pasó algo? —preguntó con un dejo de preocupación.
No le encontró mucho sentido al ocultar algo que pronto se enteraría de todas formas.
— No sabemos nada de él desde hace tres días —respondió con la voz más mecánica que pudo encontrar.
Los ojos del otro se ensancharon en sorpresa y ladeó la cabeza como si no hubiese acabado por entenderle.
— No me digas que-
Ella asintió. —Desaparecido, sí. Es una larga historia, pero, estoy asustada —acabó por admitir, aunque no fuera su primera intención.
— No lo puedo creer, esto es... —Sus brazos se cruzaron e hizo una mueca extrañada—. Lo siento, si me entero de algo-
— Sí, muchas gracias, Nils.
Ella volvió a sonreírle y pensó que sería momento de dejar de molestarle, por lo que procedió a voltearse y seguir su camino cuando fue el otro quien volvió a llamarle.
— ¡Alicia! —le llamó y luego adquirió un tono más penoso—. Quería saber si puedo preguntarte algo, de hecho.
— Sí, lo que sea, dime.
Hubo una leve pausa en la que reinó el silencio, una suave brisa se interpuso entre ellos que movió su coleta al igual que algunos mechones sobre el rostro de Nils... y aun así seguía viéndose guapo, con sus facciones expresando duda y algo más que no supo distinguir.
— Yo quería hacer una denuncia.
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En mi cabeza, esta historia iba a tener menos de 2k pero pasaron cosas y quedó con más de 3k jajajaj
En fin, Alicia merecía un capítulo desde su pov y este seguro no vaya a ser el último
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