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24. Secreto

Lukas se sentó sobre una de las pocas sillas que quedaban dentro del pequeño comedor perteneciente al departamento. Rara vez venía aquí, pero, por algún motivo esta ya debía de ser la tercera vez en una misma semana que se encontraba desayunando allí mismo.

Con la única compañía de su taza de café.

Y debía de ser lo único que necesitaba, a decir verdad.

Además de dormir ocho horas diarias, claro.

Pero hoy no se sentía cansado por ello. No, sentía que había gastado demasiada energía en los últimos días. Más de la que hubiera sido conveniente.

Ahora se había quedado solo en consecuencia de ello.

Hoy apenas si había saludado a Alicia, y ella se encargó de mantener distancia de igual modo.

Era un poco imposible ignorarse en su totalidad considerando que estaban trabajando juntos en un mismo gran caso, pero cualquier cosa que Lukas descubriera aparte, prefería guardársela para sí por ahora.

— Bien, una vez es raro, pero esto ya no es casualidad —comentó Adam de repente, apenas puso un pie dentro del comedor y la figura de Lukas se llevó su atención.

— ¿El que esté desayunando? —respondió con desinterés antes de llevarse el café a los labios.

— Sí, muy gracioso, vamos a ignorar que tu sombra no está contigo.

— Somos dos personas independientes, ¿sabes? —Le dedicó una mirada aburrida—. No siempre tenemos que andar juntos.

— Claro, por eso de repente Alicia comenzó a andar con Nahir. —Adam se sentó frente a Lukas sin solicitar algún tipo de permiso—. Ya creo que varios se dieron cuenta que ustedes dos se dejaron de hablar.

— Puedes preguntar, Adam, sé que te mueres de ganas.

— ¿Vas a hablarme de tus problemas maritales? —rio con una media sonrisa.

— No.

La sonrisa de Adam se esfumó en el mismo segundo. —Pero-

— Dije que podías preguntar, no que iba a responder.

— Vaya, nunca creí que llegaría el día en que nuestro dúo dinámico se separara. —Colocó una mano bajo su mentón, como si el último comentario de Lukas no le hubiera abofeteado—, y te guardas todo el chisme para ti solo.

— Una desgracia. —Le dio un último sorbo a su café, y supo que necesitaba otro—. ¿Era solo eso?

— De hecho, no, si ahora en un rato te puedes pasar por mi oficina, te lo agradecería.

— ¿Qué pasó? —preguntó con renovada curiosidad frente al cambio de tema.

— Nada en especial, solo un par de estudios que necesitaría que lleves al laboratorio más tarde. —Al ver la expresión de Lukas, continuó hablando—. Yo no puedo, voy a estar...ocupado.

Lukas arqueó una ceja. —¿Con qué?

— Solo, tienes que llevarle unos papeles a Bolém, Francis no va a estar y me facilitaría las cosas —admitió con desgano.

— Suena como un intento de no cruzarte con Bolém.

— Tal vez sigo sin caerle demasiado bien, pero eso es aparte —masculló y se preparó para seguir hablando, adquiriendo un tono más serio—. Si al final, va todo bien, ¿no?

Supo a qué se refería sin necesidad de decirlo en voz alta. Esa última vez que habían hablado de todas sus sospechas e indirectamente metido a Francis a la ecuación, pareció quedar descartado luego de que Lukas les contara lo que Bolém les había comentado.

Solo que Lukas sabía que había algo más, pero seguía sin un modo de demostrar su teoría.

Y, honestamente, tampoco sabía ya si podía contarlo. Decir las cosas en voz alta solo hacía que llegara con mayor facilidad a oídos de su acosador.

— Sí, va todo bien.

— Bien. —Se puso de pie, en vista que ya estaba por finalizar su receso—. Ahora te alcanzo los papeles —hizo una pausa pequeña, pero que le dio tiempo de redirigirle una mirada más severa—. Por cierto, Lukas.

Él parpadeó. — ¿Sí?

— Me imagino que tu problema con Alicia no se va a entrometer a la hora de avanzar con el caso, ¿no?

Eso había sonado tan al Adam antipático que había conocido en sus primeros días, y, aun así, tuvo que darle internamente la razón a su reclamo.

— Seguro.

Luego de eso se vio forzado a seguirlo a su oficina, notando que no tenía escapatoria para su mandado, solo para caer en cuenta que podría sacar provecho de su visita al laboratorio si hacia las cosas bien.

***

La recepcionista apenas miró a Lukas en cuanto atravesó la puerta de entrada, y solo se limitó a apuntar la hoja donde debía dejar constancia de su visita.

Lukas miró la hoja y luego a la mujer, no le estaba prestando atención. Presionó la lapicera sobre la planilla que debía llenar, y con un largo suspiro se apresuró en firmar.

Adam Dubouis.

Lo sentía por Adam, pero si iba a intentar lo que pretendía; era mejor sino dejaba evidencia de que se había pasado por el laboratorio.

Apartó el papel, y procedió a adentrarse en el lugar, esperando que la recepcionista le llamara en cualquier instante para recriminarle, pero aquello nunca pasó. Su primer paso parecía haber salido bien.

La pregunta era como procedería.

La idea de cómo incriminar a Fran llevaba atormentándole desde su última visita al laboratorio. Él no era un cualquiera como para que Lukas pudiera aventarse a tacharlo de culpable, por más que quisiera.

Si había algo que pudiera encontrar debía de estar en la computadora del forense, y para ello contaba con dos aspectos muy importantes, primero, Fran ahora mismo estaba fuera y segundo, la contraseña para meterse dentro de su perfil.

Tenía todo para conseguir como incriminarlo. Su único problema, la oficina del forense estaba cerrada con llave y Lukas estaría arriesgando toda su carrera por meterse de ilegal allí dentro.

Con un profundo suspiro buscó a Bolém, aunque ahora mismo no tenía idea de que hacer.

Fue justo en ese momento mientras avanzaba por el largo pasillo que avistó la figura de Nils. Las llaves en su bolsillo tintinearon frente a él como aquella vez...

— ¡Nils! —le saludó con una sonrisa en cuanto el otro levantó su cabeza e hizo contacto visual con él.

— Lukas, ¿cómo estás?

— Bien, eh —tragó saliva y aguardó por algún comentario sarcástico que no llegó—. Buscaba a Fran, pero parece que no está de nuevo.

Decir aquello se sintió como un gran déjà vu.

— ¿No te dijo que salía? —preguntó con algo de incredulidad.

— Oh, no, ya sabes cómo es —rio—. Tenía que...ver un tema de papeleo. —Contuvo el aire en sus pulmones antes de volver a hablar—, en su oficina.

— Puedes esperarlo, no creo que se tarde demasiado.

Eso era lo contrario a lo que quería en ese instante.

Nils dio unos pasos hacia su costado, como si pretendiera levantar su equipo de limpieza para llevarlo a otra parte, yéndose junto con las llaves que Lukas tanto necesitaba.

— Es que tengo mucha prisa.

Nils le devolvió una mirada divertida. —Siempre estás apurado.

Sintió sus mejillas enrojecerse con vergüenza. ¿Así lo veían los demás? ¿Cómo el tipo que siempre estaba con prisa?

Daba igual, tenía razones importantes para apurarse ahora mismo. Como el evitar que más gente fuera asesinada.

Se interpuso en el camino de Nils, frenando los pasos del otro y se ganó una expresión confundida por parte de este.

— Es que tengo una reunión en media hora, Nils —dijo con voz lastimosa—. Pero si no llevo esos papeles firmados por Fran voy a estar jodido.

— ¿Qué estás sugiriendo? —preguntó con un dejo de desconfianza.

Lukas pestañeó, intentando al menos que fuera un movimiento sutil y adoptó una postura más tímida.

— Tu... ¿no tienes las llaves de la oficina de Fran? —Se mordió el labio, y su rostro volvió a quemar—. Sería solo un minuto.

Hubo un momento de silencio que se interpuso entre ambos, el cual parecía estar prolongándose al punto de empezar a sofocarle—

— ¿Me estás pidiendo que ponga en riesgo mi trabajo por una firma?

Si lo dices así...

— No, claro que no. No tienes que venir conmigo, no quiero molestarte demás-

— Prefiero no arriesgar las llaves. —Arqueó una ceja, divertido—. No son mías, ¿sabes?

— Te consigo el número de Leire, no sé, lo que quieras.

— El de tu ex, ¿eh? Interesante. —Nils miró hacia sus costados, y arrugó el ceño antes de agarrarlo del brazo—. Sígueme.

Tras decir aquello, Nils tiró de su brazo y lo llevó por el pasillo que los guiaba hacia la oficina de Fran, estaba en el mismo sitio, significando que aún no se había mudado. Y, no había nadie más aparte de ellos pasando sobre el pasillo.

— Que sea rápido —murmuró y tomó su llave para posicionarla sobre la cerradura con rapidez.

Lukas asintió. —Gracias.

Nils no respondió, solo permaneció enfocado en abrir la puerta con bastante prisa.

Eso le recordó a lo que había dicho esa última vez que le vio. Respecto a su supuesta sordera.

Sin embargo, cualquier cosa que fuera a decir quedó en el olvido en cuanto la oficina de Francis se abrió de par en par frente a sus narices.

Miró con rapidez hacia sus costados, el lugar estaba solo un poco más ordenado que antes, pero eso no le importó. Nada más le importó cuando puso sus manos sobre la computadora de Fran.

— Date prisa —le masculló Nils mientras volvía a cerrar con llave.

Lukas no perdió el tiempo y encendió la computadora. Odió cada segundo de espera mientras que el sistema operativo se iniciaba. ¿Por qué tenía que ser tan lento?

Cuando finalmente se encendió del todo, fue directo al perfil de Fran e ingresó la contraseña que ya había repetido tantas veces que había acabado por memorizar.

No sabía que buscar, o mejor dicho cómo buscar, por lo que solo fue al buscador y comenzó a teclear con rapidez. Sintió el sudor bajar por sus sienes a la vez que su pulso se aceleraba.

Probó con la mayoría de palabras claves que esperaría; análisis toxicológico, Fenciclidina, polvo de ángel, Angélica Kang. Pero ninguno de ellos le dio resultados.

Fue justo cuando su memoria revivió aquella conversación con Francis, ¿cómo le había llamado?

PCP: 1 Resultado.

Su corazón se aceleró aún más al leer el nombre del documento;

Caso 2 PCP.

Elsa, Angélica... ella debía ser el caso dos.

Movió el mouse para abrir el documento con urgencia, cuando el sonido de una cerradura sobre la puerta se encargó de alertar todos sus sentidos e inmovilizar todo su cuerpo en el acto.

Ni había forma de explicar esto, él en la oficina del forense mientras estaba husmeando en su computadora.

No podía moverse, y solo pudo usar su pie para oprimir el botón de abajo y apagar la computadora, el resto de él permaneció paralizado.

Estaba muerto.

Apenas sintió a Nils tirando de su brazo de nuevo, alejándolo del escritorio hasta llegar al almacenador que tenían a sus espaldas, metiéndolos a ambos dentro.

Fue cuestión de segundos, en los que llegaron por esconderse mientras que Fran acabó por entrar del todo a su oficina dando un portazo tras él.

No había llegado a verlos.

Pero Lukas aún seguía conteniendo el aliento, y solo entonces tomó conciencia que estaba dentro de un pequeño espacio oscuro, debajo de un par de guardapolvos de Fran... y sin contar la presencia de Nils tan próxima a la suya.

Solo que apenas podía percibir lo demás por encima de los latidos de su corazón palpitando más y más fuertes, y sin ser capaz de ver a Fran allí fuera, pero sí de oír sus pasos dando vueltas alrededor de su oficina.

Vio a Nils llevarse un dedo a los labios, y no poco más, apenas podía distinguir su rostro. Él solo asintió con nerviosismo, mientras pensaba lo cerca que estuvo de haber leído ese documento, y ahora se encontraba tan lejos...

Escuchó el ruido de las rueditas de la silla de Francis, eso significaba que se había sentado e iba a usar su computadora. Lukas cerró los ojos e inconscientemente se apoyó más contra el respaldo que tenía detrás, creía haber llegado a apagarla... En verdad esperaba que así lo fuera.

Vamos, vete, vete...

Oyó un celular vibrar, y casi que creyó que se trataba del suyo propio, pero la sorpresa vino después al comprender que venía desde afuera; lo estaban llamando a Francis.

Por favor que le pidan que tenga que hacer algo y se vaya.

— ¿Qué haces llamando? Sabes que estoy en el trabajo —dijo la voz de Fran con una seriedad poco frecuente en él.

Eso alertó a Lukas aún más, pero permaneció en su lugar y siguió escuchando.

— No me interesa, arréglalo solo, estoy ocupado ahora. —Hubo una pausa lo suficientemente larga como para sentir la tensión en ella—. Te dije que ya estoy fuera de-

La persona tras esa llamada pareció interrumpirlo en cuanto Francis volvió a callarse.

— Maldita sea, son unos inútiles —bramó con molestia—. ¿Sabes qué? Vamos a arreglar esto hoy mismo, dile que se aparezca a las once con mi dinero o termino todo esto yo mismo.

¿Terminar? ¿A qué se refería?

— ¿Cómo que dónde? ¿Eres idiota? —preguntó casi en un grito, y pareció percatarse de lo elevado de su tono por lo que lo siguiente lo dijo más despacio—. Diagonal catorce —agregó cansado—. No me hagan esperar y no vuelvas a llamar.

Luego de eso, Lukas supuso que había cortado su llamada puesto que no lo escuchó volver a hablar.

Pero solo se quedó reteniendo un dato en particular. Diagonal catorce. Solían llamarle así a la calle que cortaba la Ruta 14, donde ya se terminaba su ciudad.

Lukas, entonces, escuchó a Francis dar unos pasos en sentido hacia donde ellos estaban, haciendo que él se apoyara aún más contra la pared que tenía detrás y tocara el pie de Nils por accidente.

No supo que más hacer, además de contener el aire cuando vio a Nils perder el equilibrio en ese diminuto espacio donde se encontraban, y creyó que el otro estaba a punto de desplomarse contra él, cuando Nils en un intento de mitigar su tropiezo acabó por colocar ambas manos a sus costados.

El impacto no llegó, pero cuando Lukas se quiso dar cuenta tenía el cuerpo de Nils demasiado próximo al suyo. Hasta ahora era consciente de lo cerca que tenía al otro, pudo jurar que incluso alcanzaba a oír sus latidos entremezclados con el absoluto silencio que les rodeaba.

Se sentía como si le faltara el aire.

Por un momento incluso había olvidado que estaban a nada de ser descubiertos por el forense, no cuando la distancia que intercambiaban era tan incómodamente pequeña.

Pasaron otros minutos en los que Francis estuvo dando vueltas o haciendo quien sabe que, Lukas ni siquiera podía verlo y el intentar moverse daba demasiado miedo ahora mismo. Trató de mantener su mirada hacia un lado, porque mirar directamente a Nils hacia todo aún más difícil.

Y, justo cuando pensaba que perdería el equilibrio y sus piernas cederían, oyó otro sonido, de Francis levantándose de esa silla con rueditas que tenía, seguido de unas llaves tintineando y una puerta dando un leve portazo a continuación.

Contó los próximos segundos en cámara lenta, antes de verse inmerso en un silencio absoluto, cuando logró exhalar aquella increíble cantidad de aire almacenada en sus pulmones.

Francis se había ido.

Sus piernas cedieron en aquel instante, y Lukas se dejó caer sobre su trasero, y casi que por inercia Nils hizo lo mismo al desplomarse frente a él en sus rodillas.

Las puertas que los tenían ocultos se abrieron tras eso, iluminando la visión de Lukas a la vez que dejaba de sentir como si se estuviera sofocando por varios minutos seguidos.

Ninguno dijo nada por varios segundos, y fue Nils el primero en romper el silencio cuando comenzó a reírse.

Lukas no supo porque acabó imitándolo.

— ¿Ya se fue? —murmuró Lukas, aunque parecía obvio frente al vacío de la oficina.

— Parece que sí... me estaba por morir ahí adentro —dijo entre risas.

Lukas se rio aún más, solo para percatarse que continuaban en la misma pose encimada y procedió a levantarse con una velocidad similar a cuando había caído sobre el pecho de Fran.

— Tendríamos que irnos ya.

— ¿Tengo que recordar quien tuvo la maravillosa idea de meterse aquí dentro?

Lukas le miró con una media sonrisa mientras vio a Nils buscar sus propias llaves.

— ¿Tú? —preguntó con ironía.

Pero Nils no le respondió y siguió su trayecto hacia la puerta de la oficina antes de hacerle un gesto a Lukas para que se moviera.

— Primero tendríamos que asegurarnos que no hay nadie en el pasillo.

Nils entonces miró por el agujero de la cerradura, y solo luego de eso, abrió apenas la puerta para asegurarse de que no había testigos fuera. Le hizo otro gesto a Lukas para que se apurase.

Su corazón continuaba acelerado mientras se escabullían fuera de la oficina. Hasta ahora caía en cuenta de lo que acababa de hacer, de ser casi descubierto husmeando en una computadora ajena y poner en riesgo no solo su trabajo sino todo su futuro laboral.

— Fue divertido —comentó Nils, una vez que ya se habían alejado lo suficiente.

Lukas arqueó una ceja. — ¿Tengo que asumir que no es la primera vez que te pasa?

— ¿De tener que encerrarme dentro de un ropero por más de veinte minutos? No, es la primera vez.

— Perdón entonces —dijo sin contener una risa, solo para que la curiosidad volviera a picar en su lengua y no se resistiese a preguntar—. Ah, Nils. ¿Puedo preguntarte algo?

— Ni loco te llevo a la oficina de Bolém.

— No, eso... ¿Es verdad lo que le dijiste a Rebeca? ¿De tu sordera?

Nils parpadeó sorprendido.

— Oh, sí, no es nada muy grave, pero tengo la audición disminuida en este oído. —Señaló su oreja derecha.

— Ah, lo siento, no sabía, nunca-

— Solo lo saben Rebeca y Bolém, porque bueno, sino van a pensar que las estoy ignorando. —Le dirigió una sonrisa divertida—. Aunque varias veces aprovecho y finjo no escucharlas.

— Entiendo. —Dejó pasar un par de segundos antes de añadir—, me salvaste hoy.

— Espero el número de la chica nueva, entonces. —Con eso se despidió, y, aunque no lo dijera en voz alta, probablemente debía de estar asustado de que Bolém le descubriera "holgazaneando" en el trabajo.

Lukas le devolvió el saludo, sabiendo que él mismo debía de desaparecerse ya mismo antes de que alguien le viera.

Ahora sabía algo; no llegó a leer ese documento que debía de ser importante, pero tenía una hora y un lugar. Tenía la posibilidad de disipar sus dudas y conseguir la evidencia para incriminar al forense.

Solo le quedaba averiguar el cómo.


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Me lo debatí un rato, pero me pareció mejor cortarlo a la mitad.

No quería saturar el capítulo con tantas escenas.

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