El espejo siempre mostrará el reflejo pero nunca lo que tiene adentro.

Se escuchó un ruido en mi habitación, me levanté de la silla del comedor y dejé la comida y los cubiertos a un lado para ver lo que había sucedido. El espejo se encontraba tirado en el piso, lo levanté con cuidado y para mi sorpresa no se había roto. Lo coloqué en su mismo lugar, detrás de la puerta de mi dormitorio para ser más exactos, y regresé al comedor, antes de que me pudiera sentar, escuché que susurraron mi nombre y nuevamente se oyó un ruido en mi habitación y fui a ver por segunda vez. Se había caído el espejo, otra vez.

Volví a recogerlo y lo puse en su respectivo lugar y me quedé mirando mi reflejo por unos minutos, a veces no me sentía conforme con mi cuerpo, no me gustaba, sin embargo, con el pasó del tiempo tuve que aceptarme y quererme tal como soy. «Todos tenemos defectos» pensé.
Una figura tétrica me saco de mis pensamientos, estaba detrás de la ventana observándome con sus grandes ojos y su piel lívida, alzó una mano y me saludó con una gran sonrisa dibujada en su rostro, obviamente estaba asustado, no obstante, después de eso la figura tétrica desapareció por completo. Creí que estaba alucinando por la falta de sueño que cargo hace días. Segundos antes que volviera a mirar el espejo, sentí que algo me agarró el brazo, era una mano cubierta de sangre, me quedé pasmado y luché para que esta me soltara pero no lo hacía, era demasiado fuerte.

Asimismo, del espejo empezaron a salir muchísimas más manos, igual de ensangrentadas, empezaron a agarrarme el otro brazo, las piernas, el torso, quise dar un último grito pero una de ellas me tapó la boca. Poco a poco me iban arrastrando hacia el espejo, la desesperación recorría todo mi cuerpo, empecé a atravesar el espejo y sentía que todos los pedazos de vidrio se incrustaban en mi piel, sentía que me desmayaba...

Desperté en la nada, literalmente, todo era oscuro y sin vida, solo podía verme a mi, empecé a caminar por largos y eternos minutos en la oscuridad hasta que vi una luz cuadrangular, corrí hacia ella y lo primero que cruzó fueron mis manos cubiertas de sangre, sentí que agarré algo, cuando alcé la mirada, estaba jalando a una persona, aquella persona gritaba desesperaba y veía que otras manos se la llevaban, quise soltarla pero no podía, sentía que si la soltaba me iba a arrancar la piel, así que hice lo que las demás manos hacían, jalarla hasta la nada, hasta la oscuridad en donde estos seres habitaban y donde ahora era mi lugar.

Madame Sarmiento