La gente charlaba ignorando todo aquello que la profesora decía, para mí los regaños y las molestas charlas desinteresadas eran tan solo un murmuro, no recuerdo en que momento deje de escuchar, solo sé que era algo monótono y rutinario. Quejas: era lo único que estas personas sabían manifestar; me dolía la cabeza y no parecía ser la única, al otro lado del salón había un chico tan fastidiado como yo, lo observé con atención; él me agradaba, es probable que aún me agrade pero desde hace tiempo que no lo veo, no desde ese día en clase, cuando éramos los únicos en silencio, ¿será posible que me odie?, espero que no, al fin y al cabo lo deje ir.
Recuerdo que en algún momento se nos preguntó por qué siempre tan callados, no sé el, pero yo en mi defensa, no podía planear un asesinato en voz alta, silencio era lo que necesitaba.