El Hospital.
Recuerdo... Que esa noche sería la noche en la que se acabó mi vida.
En un anochecer de 1997 yo estaba en mi auto rumbo al hospital, si... Era doctora de operaciones de emergencia. Resulta que me llamaron del trabajo... Mi paciente se llamaba Melody Williams de 13 años. Le debían hacer una operación en la parte superior del abdomen, ya que poseía clavado allí un pedazo de vidrio de aproximadamente 10 cm. Supuestamente por lo que confesó el conductor, su propio padre, afirmó que él estaba en la ruta y de repente un lunático le amagó con su auto en una desviada y salieron de la misma estallando a 7m de altura. El padre de la niña también tenía heridas graves, pero estaba consciente. En cambio, la niña entró en un estado de coma.
La operación se llevó a cabo, yo era la anfitriona. Todo lucía como una típica operación de película. Cuidadosamente retiré el vidrio del abdomen, mientras mis compañeros de trabajo retiraban las otras heridas causadas por metales y vidrios. La pobre poseía más de 20 hemorragias externas. Le cosimos las heridas y las desinfectamos. Pero probablemente no sobreviva la noche... Me pidieron que pasara la noche y la madrugada allí. Me quedé junto a otro en el hospital.
Estaba en la sala donde se encontraba Melody para controlar su estado y la efectividad del suero. De repente me sentí mareada, con dolor de cabeza y aturdida. La adolescente no estaba en la camilla. Desesperada grité el nombre de mis acompañantes, pero nadie acudió. Salí de la habitación y me dirigí a un largo y ancho pasillo que conectaba los dormitorios. Miré hacia la derecha y no logré observar nada fuera de lo normal, y luego a la izquierda que se observaba la sombra de alguien con aspecto de niña parecido al de Melody.
Era ella, su cuerpo parecía no tener ninguna cosida ni tampoco una lastimadura. Desaparece... Y como yo estaba detrás de la puerta abierta donde estaba la camilla de la niña, siento que alguien toca mi hombro. Volteo. Era ella. La tenía de frente, casi estando de cara a cara, cierra los ojos y se transporta atrás de su propia camilla, diciendo:
-Aquí es donde morí yo.
Movió su mano, estirando el brazo con señal a la ventana que se abrió sorprendentemente. Afuera estaba lloviendo y entraba un viento con tanta fuerza que las cortinas parecían estar a punto de salir volando. Vuelvo la mirada hacia la niña, incrédula y dice:
-Y ahí... Es donde moriste tú.
Me quedé boquiabierta, no creí lo que me decía. Cerré los ojos, los abrí lentamente y le dije:
-Yo nunca morí, y tú tampoco lo hiciste.
(...)
Me desperté en el hospital. Me quedé dormida. Había un grupo de doctores charlando muy preocupados. Melany no estaba en su camilla. La ventana estaba abierta, era de madrugada, estaba nublado, llovía, había viento.
Me acerqué al grupo de doctores... Agudicé mi oído y escuche que decían que Melany había muerto. Me sentí culpable. Ellos me miraron, y me dijeron que yo estaba a cargo de la menor.
Si yo hubiera estado despierta, pude haber realizado una reanimación o reactivar el suero. Pero no. Yo la dejé ir. Todo por un estúpido sueño.
Logré mi título hace 5 años y nunca se había muerto alguien por mí culpa.
Asomé la cabeza a la ventana. Estaba llorando. Miré para abajo. Me subí al marco en frente de la ventana, vi al espíritu de Melany parada en frente de la entrada, mirándome con decepción.
Estaba agotada, estresada, devastada. Cerré mis ojos, conté hasta tres... Y... Me dejé caer. Mientras caía entendí que todo estaba casi igual que en el sueño, sin los vivos. Me suicidé. Por el dolor que me causó esa pérdida... ¿Cómo seguiría mi vida con tan perturbador pensamiento?
(...)
Pues así fue como Raquel Robertson, a los 29 años, perdió su vida.
Fin.
Holaaaaaa, primero que todo quiero aclarar que este relato no lo escribí yo, sino que lo escribió mi mejor amiga, Aylin Hassan. A ella le daba vergüenza publicarlo así que me pidió que yo lo haga y acá estoy como buena mejor amiga.
Maru✌
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