Él y yo. Nosotros
Me reí a carcajadas cuando el pobre novato cayó al suelo con el balde de maíz , el balde con la comida para las gallinas de don Antonio.
Si , el novato , porque yo por lo menos ya llevaba dos semanas trabajando en la hacienda , más los fines en el bar. El pobre chico llevaba tres días. Eso lo hacía "el novato" además de que la torpeza lo sobrepasaba. No era mi culpa que él confundiera su pie izquierdo con el izquierdo.
Me recosté sobre uno de los muros del granero bajo la sombra, observando al pobre idiota recoger el maíz.
La brisa y el clima estaban deliciosos.
Todo había continuado su rumbo con normalidad, la rutina había seguido, mi familia seguía viviendo en la casa junto con mauricio y su familia. Joe iba todos los días en la tarde a la casa , o al bar, dependiendo del día. Hablabamos , todo muy casual y de vez en cuando me robaba uno que otro beso. ¡Porque se hacía muy difícil tener un tiempo a solas con tantos ojos vigilando!
El entrenamiento seguía , todas las noches , unas veces peores que las otras, pero a fin de cuentas soportables. Mi padre y Luca no habían visto cambios significativos y mi " instinto " no había resurgido según sus palabras.
Bueno, déjenme explicarles , porque no es exactamente así. Porque esa aparente calma , no es la realidad.
Mi instinto no había resurgido porque hacía más de una semana lo había hecho en su totalidad. Unas cuantas noches atrás en medio de la inclemente y aburridora rutina, en medio de la oscuridad además, desperté alterado. Una voz , mi propia voz se repetía en mi cabeza, una que ya una vez oí cuando esa primera mujer murió, esa misma que se repitió cuando la muerte de otras personas estaba causada por mi mano.
Mi voz diciéndome que debía moverme , que debía despertar, era mi propia consciencia; sabía bien que no había nadie más allá afuera haciéndome una mala broma. Solo yo.
Ahora entendía cuando esa mujer me grito que había sido yo el asesino. Ella vio mi personificación, una visión de mi en su mente , mis capacidades entraban en su consciencia removían lo que yo quisiere mover y atacaba. Ahora podía hacerlo a consciencia, con total control. Había liberado la venda que me hacía hacer las cosas sin dirección.
En medio de la oscuridad mi cuerpo se retorció y en el silencio más sepulcral me transforme una vez más, Mis sentidos eran finos y pulidos. Toda frecuencia era escuchada por mis oídos y todo olor me decía donde estaba cada criatura en un radio de varios kilómetros a la redonda.
Era la magnificencia de mi naturaleza. Sin tener la compañía de nadie , esa noche me convertí en lo que estaba destinado a ser. Mis genes habían hecho el trabajo que tenían que hacer.
Ahora me sentía muy bien, completo si puede decirse así.
Es como si por fin abriera el candado que me había mantenido cautivo de mi mismo , con miedo y especulaciones.
Mi naturaleza no era un mal que mantener bajo control, lo sentí , cuando esa voz retumbaba en mi cabeza diciéndome que hacer y cómo . Era yo mismo el que pensaba , razonaba y me guiaba , de la mano de mi instinto, de mi licántropia.
Y era ahora que entendía todo desde un punto diferente de vista.
Le tenía miedo a cambiar, mi familia tenía miedo de que el buen Simón cambiara en algo que ellos no pudieran aceptar ,ni manejar.
¡No !
Yo debía evolucionar ,mutar, adaptarme y sobretodo ser yo mismo. Esta vez les tocaba a ellos cambiar su opinión y su actitud para aceptar mi nueva versión.
Cambiar no era necesariamente algo malo, no me estaba convirtiendo en otro, no estaba volviendome el mal personificado. Simplemente había despejado mi mente de la vergüenza y el miedo. El poder de mi lobo me daba seguridad, me sentía más fuerte que nunca y eso hacia efecto en mi personalidad.
No era ya tan inseguro y mi curiosidad, había aumentado bastante. Me sentía capaz de mucho y a la vez sabía que podía ser muy razonable, no era un lobo con ganas de jugar al más verga , no quería darme infulas de poder, solo quería dejar fluir mi naturaleza sin sentirme cohibido.
Sabía hasta donde podía llegar y dónde debía parar.
Tal vez mi padre y Luca tenían terror de que mis capacidades no tuvieran un control ,un límite, de que no tuviera consciencia para saber parar. De hecho hasta hace unos días también pensaba lo mismo, estaba dispuesto a acabar con mi existencia si esto se salía de mis manos y causaba más daño.
Pero no , ahora si lo sabía. Sabía muy bien la diferencia entre algo bien hecho y algo malo.
Eso no evitaba que las ganas de hacer sufrir a algunos estuvieran allí. Quería cazar, atacar , y matar. Pero sabía muy bien a quién hacerlo. Olía a quien lo merecía y como debía hacerlo.
En vez de empeorarse mi situación había mejorado. Había sido peor cuando estaba sin siquiera saber que tenía estos dones, pues había hecho mal sin saberlo. Ahora en este punto podía controlarlo bien sin herir a nadie.
La única cosa que había traído todo esto consigo es que muchas de las cosas en las que antes pensaba o algunas actitudes, habían cambiado para siempre.
Esa alegría innata que tenía por cualquier cosa que veía se había esfumado, sí sabía la razón de las cosas , su olor , sus pensamientos, sabía sus sentimientos y razones, pues entonces ya no generaba ninguna gracia. Muchas de las cosas que antes ignoraba perdían valor. Ya no veía nada en eso. Razonaba todo lo que estaba a mi paso y eso me hacía calculador. Jamás había sido así , pero como ahora mis sentidos llevaban esa información a mi cerebro, no tenía otra opción que serlo.
Me preocupa lo que pensará Joe de mi cuando descubra todos los aspectos de mi persona. Todo mi yo .
El lobo era muy dulce y paciente , tenía la seguridad de que sabría entender y que sería una pareja perfecta. Además de lo hermoso que es. Aún así puede que no soporte todo lo que conlleva mi cambio.
A veces un rastreador no está destinado a quedarse en un solo lugar y Joe deberá permitirme cierta libertad para salir a cazar.
Las opciones son acompañarme, esperarme o en definitiva , tomar cada uno su lado.
Esperaba que Joe decidiera al menos una de las dos primeras.
Que fuera la primera sería lo mejor , pero tampoco podía someter su propio juicio solo por estar conmigo.
Cada uno tiene su derecho a pensar distinto y su derecho a que el otro lo respete.
Pero vaya que es fácil decirlo y muy difícil hacerlo.
Retire mi mirada del cielo , cuando sentí como el novato se cayó de nuevo.
- la idiotez si tiene nombre- susurré .
No sé sí el chico me escuchó o no, pero ví como su cabeza cayó con tristeza y el olor a angustia salió de él.
Suspiré .
Rápidamente me acerqué a él.
- a ver chico. No es hora de tomar un descanso- le dije
- No...no...e-estoy descansando- replicó aún con su cabeza baja , sabía perfectamente que estaba llorando. El olor de ese fluido lagrimal llegaba a mi nariz.
- lo sé- le respondí ofreciendo mi mano - vamos levántate , que ninguno de lo capataces te vea así, o te harán una escena en la cena -
- yo...- el chico iba a refutar. Así que tome su mano y lo levanté de un halon.
- a trabajar que don Antonio no nos paga por sentarnos a lamer nuestras heridas- le dije tomando mi balde camino a los establos. Le di al chico el suyo.
- termina de recoger el maíz y te espero en los establos- le dije y sin esperar respuesta , empecé a caminar.
A veces este lugar alejado y campesino me recordaba a la verca , a los días con la señorita ellis. En ese tiempo era más débil pero viendolo detenidamente no menos valiente. Sabía que podía , que tenía y que íbamos a salir de allí con Sebastián.
Y contra todo pronóstico lo logramos. Ya sabía que las agallas las tenía , lo que no sabía era donde.
Me reí de mi propio pensamiento y seguí tranquilamente con la rutina del día.
(...)
- mierda de día - dije , escupiendo sangre de mi boca.
- vamos Simón, levántate- me instó Luca.
Empezaba a odiar estos entrenamientos. No estaban sirviendo más que para dejarme molido al otro día.
Luca se esmeraba en sacarme de quicio y yo simplemente no podía sentirme amenazado.
Mi padre observaba pensativo y a la vez preocupado desde una esquina.
Lo sentía por ambos y sus buenas intenciones, pero realmente yo no podía sentirme herido o amenazado solo por golpes físicos o un daño directo a mi persona.
Porque lógicamente en esta situación yo lo estaba permitiendo libremente. En otro caso la persona nisiquiera se acercaría a mi , porque le destrozaría primero la consciencia y luego el cuerpo sin tocarlo.
Y eso no lo iba a hacer con mi tío o mi padre.
Aunque ya esta rutina me estaba cansando.
Aspiré fuerte cuando sentí el aroma de Joe acercándose en su auto a la hacienda de mauricio.
Miré a mi padre.
- Joe viene para acá - comenté.
Luca suspiró poniendo sus manos en su cintura.
-¡Ahg! ,¿Cuando será que puedo tener un entrenamiento completo con Simón, sin el lobo ese merodeando por todas partes ?- espeto de mala gana.
- ¿Cuando será que puedo tener un entrenamiento sin la mirada tenebrosa y silenciosa de Owen por allá ?- le dije señalando la otra esquina donde se encontraba el chico con un libro en la mano. El nombrado alzó una ceja.
- no es personal Owen ,me caes bien - le dije , este solo asintió y volvió a su lectura.
Luca tenía la boca en el suelo y luego la cerro en un fina línea.
- bribón- me dijo
Sonreí , levantándome y dándole un golpe en la espalda.
- y así me quieres- le dije.
Mi padre se levantó.
- está bien, dejemos así por hoy, ve limpiate, que no te vea así el Jeferson o le va a dar un ataque de histeria - dijo mi padre con una sonrisa malvada.
Papá era el mejor.
Pues ya en esta semana había pasado que Joe llegó y yo lo recibí con varios golpes y morados.
Joe se salió de control y papá terminó tacleandolo. Fue una escena graciosa.
¿Que más puedo decir ? Mi progenitor no es una oveja mansa y mi pareja tampoco .
Aunque es tan sexy y hermoso.
En fin, sin más pensamientos dispersos , salí de la habitación que habíamos dispuesto para los entrenamientos y fui a mi habitación. Me lave la cara , y me cambié de ropa.
Las heridas comenzaban a sanar y si mis cálculos no fallaban , Joe estaría en exactamente 10 minutos aquí. Tiempo suficiente para verme más presentable.
Diez minutos después el auto de Joe freno en la entrada de la hacienda y una sonrisa traviesa llegó a mi rostro al sentir su adictivo olor.
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