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De vuelta a casa II

Tal vez la mala cara se me estaba pegando de Leonardo o mejor dicho del anterior Leonardo. Porque últimamente este no hacía sino sonreír ante cualquier situación.

Estaba por creer que se nos estaban intercambiando los genios. Y no es que la situación fuera tan pero tan mala. De hecho...No.

De hecho el hombre frente a nosotros que nos miraba continuamente no era tan malo o eso quería creer. ¡Pero es que fue tan idiota la primera vez que lo vimos!

Sabiendo lo que nos había pasado y analizando toda la situación actual, simplemente sus palabras iniciales fueron una completa mierda. ¡Y de mal gusto! Nos hubiera salvado de tanto lío desde el inicio.

Aunque claro, tal vez no le hubiéramos hecho caso de haber pasado eso.

Pero... justamente tener que llegar hasta aquí para pedirle ayuda.

¡Por todas las pulgas de mis vacas!

Hice un mal gesto cuando Audrey habló.

- señor esto es urgente, ayúdenos a salir de aquí , solo será hasta los muelles-

- no puedo involucrarme en esto , mira cómo estás ¿Lo sabe tu padre? ¡Por todos los santos! ¿Y estos hombres como puedes andar con ellos  sin saber si son confiables?-

Solo giré los ojos.

¿No fue él mismo el que con tanto pesar me dijo que lo sentía?

Taxista idiota. Si lo sentía tanto por nuestras vidas ¿No debería ayudar ahora ?

Miré a Leonardo que tenía una ceja alzada y una pequeña sonrisa en el rostro. Seguro le parecía muy divertido mi estrés y mi odio.

No me iba a quedar aquí viendo a Audrey suplicar.

Así que fue mi turno de hablar.

Me acerque al hombre mirándolo fijamente.

-respóndame una cosa señor ¿Es usted un hombre patriota? , ¿Orgulloso de su país?- le pregunté.

- claro que si- respondió a la defensiva.

- así que debe de saber que en este pueblo se estaba cometiendo un crimen contra su patria. ¿Acaso piensa entorpecer el procedimiento?-

Leonardo y yo teníamos puesta una camiseta de algodón sencilla blanca y un pantalón de deporte. Sí parecíamos uniformados de alguna manera y era lo único que habíamos podido vestir en segundos, menos mal también habíamos logrado limpiar la sangre. Aunque no del todo , podía notarse que fácilmente habían rastros de sangre en el rostro, cuello y manos.
Esperaba que al menos no se viera demasiado aterrador.

- ¿Entorpecer?- preguntó con los ojos abiertos.

- sabe que eso lo juzgan - dijo Leonardo tranquilamente. Bastante divertido.

-¿Cárcel? - y luego miró a Audrey, respondí de inmediato.

- es parte de nuestro operativo, corre riesgo si lo dejamos con los involucrados. Su padre está siendo vigilado y él pasará a ser protegido del gobierno. Así que ahora le pregunto ¿Evitará nuestra misión?, ¿O quiere ser reconocido como un patriota?- le dije.

- ¿A nadie se le dirá que estoy involucrado? ¿Verdad?- preguntó el hombre con temor.

- es ultra secreto- respondió Audrey por nosotros.

Eso fue todo lo que se necesito para que el hombre entrará por sus llaves y con un rápido, Síganme, pasamos a su viejo garage y subimos al auto que nos llevaría lejos.

Una vez allí el taxista ,con una cantidad innumerable de gotas de sudor en su frente arrancó el recorrido hasta los muelles, respiramos con una leve paz.

Por fin podríamos salir de esta loca isla.

Leonardo a mi lado derecho suspiró. Y tomó mi mano con fuerza. Le devolví el gesto.

Estás habían sido las más locas y divertidas vacaciones de mi vida.

A mi otro lado se encontraba Audrey que miraba hacia atrás.

Su mirada volvió a mi, podía leer la nostalgia en sus ojos, los mil sentimientos que seguramente se estaban arremolinando en su corazón y cabeza.

No sabía que era peor , si sentirlo o pensarlo, o tal vez ambas al tiempo era casi un crimen.

- estaremos bien- le susurré. Audrey asintió antes de soltar un suspiro. Su cabeza se apoyó en mi hombro.

Y así con esa aprehensión de no lograrlo pero con todas las esperanzas puestas en ello. Logramos llegar al muelle.

El taxista nos dejó un par de cuadras más alejado para no ser visto. Al bajar me acerqué a la puerta del copiloto con una cara seria.

-su país se lo agradece señor -

Y antes de que una carcajada me delatara. Me fui de allí sin esperar respuesta.

Solo cuando el taxi arranco pude reírme a todo pulmón.

Leonardo y Audrey me miraban divertido. Estos dos tenían bastante cosas en común solo bufé al verlos con las cejas arriba.

-¡¿Qué?!- les pregunté - cuando él nos dejó se fue todo misterioso diciéndonos " lo siento" , de algo me tenía que vengar ¿No?-

- vamos amor - me llamó Leonardo- dejaremos de ver tantas películas de ahora en adelante-

-¡Oye! Si no fuera por mi grandiosa mente y mi inspiración no hubiéramos llegado hasta aquí -

Leonardo bufó.

- el taxista siempre ha sido un hombre fácilmente influenciable- dijo Audrey

-¡¿Estás de su lado?!- le dije señalando a Leonardo- la traición- comenté con exageración sin quitar la sonrisa de mi rostro.

Sin hacerlos esperar más me acerque a ellos, para tomar rumbo al primer barco que salía.

Compramos nuestros entradas y rápidamente nos ubicamos , Audrey se puso una sudadera para no hacer muy visible su agresión, para nuestra suerte, la cantidad de personas que abordaban no superaban las diez personas.

Si todo salía bien, habríamos salido de aquella horrible isla, dejando atrás al batallón de hombres que nos perseguían y al odiado padre de Audrey. De verdad esperaba que este hombre jamás volviera a parecer en su vida a causar daño.

                                (...)

¡Hogar dulce hogar!

Fue lo primero que dije cuando llegamos al pequeño pero acogedor apartamento de Leonardo.

Suspiré dejando las maletas en el suelo mientras me sentaba en el sofá.

Me pasé las manos por el rostro con cansancio.

- ¡Me siento tan feliz de estar aquí! No haremos paseos dentro de muchos muchos años!- le dije a Leonardo.

El cual imitó mi acción, solo que este se recostó completamente.

- apoyo esa idea - respondío el italiano con el brazo sobre sus ojos.

Ví a Audrey que miraba a todos lados incómodo.

- ponte cómodo Audrey, este es el departamento extra mini de Leonardo, pero es bastante agradable.    Si quieres recorrerlo adelante, más tarde te mostraré dónde dormirás - le expliqué.

- está bien, gracias, de verdad que si quisiera ducharme ...pero..eh quería hablar antes de eso- dijo el chico.

Leonardo alzó el rostro para mirar al chico , yo también dirigí mi vista a él.

-¿Y eso es?- pregunté

- quiero ver qué sea verdad que son lobos , solo necesito asegurarme que puedo confiar en ustedes de ahora en adelante- comentó con valentía.

Aunque su corazón estaba por estallar de los nervios.

Leonardo bufó antes de volver a su posición.

Solo rodé los ojos, me giré para retirarme la camiseta y de paso rápidamente el pantalón. Era mejor que solo vieran mi trasero que algo más. Pero solo fueron segundos antes de que el cambio se diera.

Me acerque en mis cuatro patas hasta el chico que me miraba con los ojos abiertos.

Un segundo después sentí como Leonardo pasaba a su otra anatomía , pero este no se movió del sofá. Allí se quedó como el lobo serio y amargado que de vez en cuando es.

- creo que me voy a desmayar- anunció Audrey sujetándose de una silla. Mientras que su mareo pasaba, se dejó caer al suelo , mirándome sin poder creerlo.

- ¡Eran ustedes!- susurró cuando la verdad le llegó a la mente.

Solo hice un pequeño ruido , pero también me deje caer al suelo. Después de la lucha, las horas corriendo y el viaje hasta llegar a tierra firme ,estaba agotado.

Dejaría que Audrey procesará todo lo que tenía que procesar. Así que allí nos quedamos un buen rato , sin que  Leonardo o yo nos movieramos.

Audrey solo se quedó allí pensando , mirándonos, hasta que pasados unos minutos, su mano se posó sobre mis orejas con delicadeza.

Y un gracias fue susurrado con amabilidad.


Si, estaríamos bien. Solo nos faltaba una sola prueba más y esa sería cuando llegaramos a la hacienda. Ni mis hermanos, primos o cuñados nos iban a dejar en paz.

Ya lo veía venir.

Suspiré dejándome acariciar por un rato más.

Si, estaríamos bien.

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