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" J A D E "

Cuando conocí a Li Xian, ella tenía cinco años de edad. Era una niña mimada, caprichosa, llorona y miedosa. Tenía una idea de la vida color de rosa con ese final feliz.

La primera vez que nos encontramos, Xian había tomado un juguete del puesto del mercado de la ciudad, su dueño era un viejo amargado y cascarrabias que odiaba a los niños, idea muy contradictoria a lo que el ofrecía como mercancia.

Li Xian se había seprado de su madre para ver los juguetes del puesto del lado contrario, miró curiosa hasta tomar un pequeño tambor que cuando lo frotabas entre tus manos, dos pequeñas esferas pegaban en el centro creando una especie de melodia. Xian lo jugó en sus manos, lo miró detenidamente funcionar hasta que el hombre, dueño del puesto, la tomó del brazo bruscamente.

—¡Mocosa!— le gritó de una manera agresiva—Ni creas que no sé lo que intentas ¡pero ya verás!— la acusaba de ladrona y la palma de su mano se dirigía directamente al rostro de la niña con una furia descomunal.

—¡Ahhh!—se escuchó la voz de Xian.

Yo había estado mirando a la niña de rosa desde que entró al mercado con su madre, pues su apariencia como una linda muñeca, con su cabello recogido en dos pequeños molotes, me llamó la atención. Cuando miré al  hombre amenazando a la pobre niña, corrí y tomé una vara de madera azotándosela en la espalda

—¡Vete!—le ordené con fuerza—Ve con tu madre—le señalé a dirección donde estaba la mujer de vestimentas azules.

El hombre, dueño del puesto, se quejó de dolor por el ramazo que recibió, pero aún así logró atraparme y me llevó a rastras a la parte trasera de una casa.

—¡No, suélteme!— gritaba yo en el camino.

—Maldita mocosa ¡ya verás!—el hombre vociferaba maliciosamente.

Cuando llegamos al callejón trasero donde no pasaba ni una alma, el muy maldito me dio una tremenda paliza, hasta pensó me había matado al ver que ya no reaccionaba. Asustado, salió corriendo como vil cobarde dejándome inconsiente, sangrando mucho y con un cuerpo irreconocible.

En la calle principal, Xia se había mantenido expectante de mi trayectoria, había corrido directo a su madre asustada.

—¡Mamá, Mamá!— ella le jalaba de la ropa desesperadamente.

—¡Xia ya basta!— se quejó la mujer, pues la niña no dejaba que ella pudiera observar lo que se proponía a comprar—no necesitas hacer eso, estoy aquí ¿dime que pasa?— la mujer "dicen" que trabajaba para la casa imperial.

—¡Mama!— exclamó con fuerza la pequeña— ¡Debemos ayudarla, ella me salvó y ahora le golpean!—gritó Xian.

La niña jaló a su madre en dirección por donde vio el hombre me había llevado, al observarme ahí tirada como vil res, ambas se sorprendieron tanto, que ahogaron un grito por la impresión. Li Xian fue hacia mi, pero su madre la detuvo antes de que pudiera tocarme.

—¡No Xia!—ordenó asustada y nerviosa—Ella esta muerta, debemos irnos o nos culparán—la mujer jaló a la pequeña que se resistía.

—¡No mamá!—Xia a pesar de ser pequeña se plantaba con mucha autoridad—Ella esta viva, se acaba de mover ¡fue mi culpa!

La declaración y la determinación de Xia hizo que la mujer regresara. La madre de Xia se acercaba, examinó mi cuerpo, para después cargarme cubriéndome con una de sus prendas y me llevó a su hogar.

Realmente no recuerdo cuanto tiempo habría pasado, me dolía todo el cuerpo,no lo niego y sentía mucho frío que hacía vibrar mi cuerpo ¿me estaba muriendo?

☆☆☆☆☆☆

Cuando desperté, escuche a lo lejos las voces de un hombre y una mujer que discutian. El hombre, dependía a la mujer por mi culpa, asi que me mantuve atenta a la discusión.

—¿Pero mujer estas loca? Nos acusarán de secuestro, su familia la ha de estar buscando—decía el hombre,

—Pero estaba muy mal ¡y esa niña defendió a Xia!— gritó la mujer— de no haber sido así  esa niña en cama sería nuestra hija.

Estaba claro, ellos discutían por mi culpa. Quise moverme, levantarme y retirarme del lugar de inmediato, pero mi cuerpo aún dolía mucho. Así que solo me limité a abrir mis ojos y estudiar todo a mi alrededor.

—¡Hola!—era el rostro de Xia que se encontrab justo a un lado mío no sé desde cuándo.

—¡Hola niña!— Xia era muy curiosa, me miraba y eso me incomodaba—¿Qué me ves?— le reclame.

—Gracias— dijo cuando me abrazó. —¿Cómo te llamas?—me preguntó

—Jade—respondí obteniendo un gesto de extrañeza en el rostro de Xia no creyéndome

—Jade no es un nombre Chino, ¿ese no es tu nombre real, verdad?— ella era muy lista pese a su edad  sin embargo  yo no dije nada mas.

Justo en ese momento incómodo, la madre de Xia entraba en la habitación seguida de su padre. Ese hombre daba miedo con ese rostro serio, así que me limité a mirar a las sabanas que me cubrían.

—Mamá ella es Jade—me presentaba Xia y ambos me miraban de igual manera como lo había hecho Xia

—¿Jade?— preguntaba la madre de Xia dudosa al igual que la niña— ¿Tienes familia a quien podamos avisarle que estas aquí y bien?—  yo negé.

—No tengo...— las palabras cada vez salían más fáciles—mi madre murió hace dos años por una enfermedad, ella ya no despertó— traté de explicar— y a mi padre nunca lo conocí; desde entonces vivo en las calles.— y era verdad lo que decía, pero los adultos no me creyeron.

A partir de ese momento no preguntaron más. El padre de Xia era un guardia imperial, visitaba a su familia de vez en cuando ya que su tiempo realmente estaba absorbido por la familia real. Al siguiente día el padre de Xia fue llamado para cubrir sus labores, se despidió de su familia, no sin antes decirles que averiguaría de mi.

La madre de Xia entonces al ver que su hija por fin tenía una amiga, no tuvo el corazón de echarme a la calle de nuevo y me dejó vivir en su hogr. Pasaron los meses, y del padre de Xia no se sabía nada, de un paisaje de lindas flores en colores llamativos pasó a uno de árboles secos y sin hojas, el invierno había llegado.

Para ese entonces el padre de Xia ya no mandaba dinero para su familia, así que la madre de ella tuvo que buscar trabajo. Lavaba ropa ajena para poder mantenernos y eso la enfermó, yo al ver su estado, busque como ayudarla y a las mujeres del mercado les ofrecía  ayudarlas cargando sus cosas por unas cuantas monedas.

Tiempo después, la madre de Xia caía en cama; tenía fiebre y estaba muy pálida. Xia y yo tratamos de cuidarla lo más que pudimos, pero siendo francos ¿qué podían hacer dos niñas?

Una noche sin aviso alguno y como un regalo ante nuestrs súplicas, él padre de mi amiga llegaba por fin a casa después de tanto tiempo. Él llegaba con tres hombres más, venían en estado inconveniente y entraban en la casa buscando a la esposa del general.

—¡Mujer!—gritó con fuerza al tiempo que chocaba con la puerta— Quiero comida y un baño caliente.

Xia y yo al escucharlo salíamos de la habitación de la madre de Xia y fuimos a su encuentro con la esperanza restablecida.

—¡Papá!—Xia se abalanzó a los brazos de su padre y lo abrazó. —Papá, mi madre está muy mal, ¡necesitamos llevarla a un doctor!— el padre de mi amiga entonces me miró, su mirada era de desprecio hacia mi persona.

—¿Sigues aquí?— me barrió de arriba abajo, pasaba aún lado mío aventandome y pasaba a la habitación a ver a su mujer.

En los minutos que tuvo con su esposa, el hombre se porto bastante decente. Yo calentaba algo de comida para darle a los hombres en pago por la generosidad de la madre de Xia por permitirme vivir ahí.

Cuando el general salió de con su mujer, me miró de nuevo, sus invitados brindaban con ese sake transparente y armaban su fiesta sin importarles el estado de la mujer del hogar.

–Jade— me llamaba el general— sirve a mis invitados— obedecí su orden sin objetar debido a lo que ya dije anteriormente.

Serví cuatro platos de un estofado de fideos delicioso, me traían corriendo de un lado a otro los hombres para atenderlos cuando uno me tomaba del brazo.

—Niña— su tono no me gustaba—necesito que me sirvas de otra manera– agarró mi mano jalándome hacia abajo y provocando me agachara para después, ponerla sobre esa parte debajo de su cintura.

Me asusté, quité de inmediato mi mano y me fui a otra habitación tratando de evadir a los hombres, sin embargo, al ver eso el padre de Xia, comenzó a hablar con ellos mas bajo dándome anotar que lo que venía no eranda bueno; entonces venía por mi.

—¡Jade!— su tono había cambiado a uno más amigable— ven pequeña— me tomaba del hombro y me llevaba de nuevo con los hombres. —Jade, quiero que atiendas a mis invitados, todo lo que te pidan que hagas lo harás, no quiero un no por respuesta, se lo debes a mi familia por permitirte quedarte aquí— me empujó a los hombres para despues retirarse y dejarme sola con ellos.

Los hombres sin perder tiempo me jalaron del brazo bruscamente. Sus miradas se tornaron libidinosas y perversas; no me gustó. Uno de ellos entonces comenzó a bajarse los pantalones y dejó al descubierto su miembro.

—Tal vez no tengas la edad para hacer otras cosas— yo estaba entrando en pánico— pero si para esto— toma con su mano aquella cosa y lo sacudía—ahora ven, híncate y chúpalo como si fuera uno de tus dulces.

Su miembro era una cosa asquerosa para mi edad, no quería hacerlo, no era algo que me interesara en el momento y retrocedía queriendo irme de ese lugar. Sin embargo al ver que  no obedecí, otro de esos tres me tomaba de la cabeza y me agachaba a la fuerza. Yo, movía mi rostro de un lado a otro peleando para no meter eso en mi boca.

—¡Debes obedecer!— gritó furioso el hombre que empezó todo.

Entonces como no aceptaba lo que me ofrecía, el que me había agarrado la cabeza me cargaba poníendome espaldas a la mesa.

—Muy bien zorrita— a este punto ya estaba aterrada y peleaba de todas las formas posibles por liberarme de esos tres sujetos— desde este momento sabrás para lo que sirven ustedes— dijo al tiempo que también desabrocha sus pantalones y sacaba su cosa.

Peleaba de todas las formas posibles, pataleaba, me contorsionaba, logré morder su mano y peleaba con garras y dientes. Al ver que no cedía, el tercer hombre tomaba mis manos sujetandolas por arriba de mi cabeza para inmovilizar me y hacerles la tarea más fácil.

—¿No puedes con una mocosa?— dijo dependiendo al anterior—¡ Ya, apúrate! que yo también necesito desahogarme— el primer hombre me abría mis piernas y ya con su cosa afuera, estaba a punto de violar mi espacio personal.

—¡No, piedad!— grite con el llanto a flor de piel— ¡No, por favor!— mis gritos hicieron  que la madre de Xia tratara de ponerse en pie, preguntaba a su esposo que pasaba afuera.

Al escuchar que de nuevo gritaba y pedía auxilio, Xia salía de la habitación corriendo a donde ataba yo. La escena que veía fue un tremendo shock para sus ojos que al ver los hombres a mi amiga, también iban por ella ¿en que cabeza cabe violar a dos niñas, que tipo de hombres eran esos? Cinco y siete años en que podía causarles placer.

Al ver que uno de ellos iba por Xia, patee lo mas fuerte que pude haciendo que me soltara el que sujetaba mis pies. Agarre la daga que tenía en su cinturón y se la enterré en el abdomen, pero no fue de gravedad.

—¡Corre Xia!— le ordené en pánico— ve con tus padres— grité. El señor Li salía entonces dela habitación  de su esposa, iba a donde todos los demás nos encontrábamos y miraba la escena.

—¿Pero que hacen trio de idiotas?— exclamó furioso— ella es mi hija— señaló a Xia— les dije que jugaran con la otra— al escuchar eso Xia, miraba a su padre con odio profundo y decepción.

—Por favor general, no pensará que una mocosa nos puede satisfacer, mejor que tal si nos presta a su esposa— dijo descaradamente uno. Entonces el general sacaba su katana provocando que los tres hombres se fueran contra él a la vez que desenfundaban su arma.

La madre de Xia, toda débil y moribunda se había levantado de la cama. Ella nos gritaba y tanto Xia como yo, fuimos a su encuentro asustadas.  Afuera se escuchaba la pelea, cosas se rompían y de repente  hubo un profundo silencio. Supimos que el general había muerto cuando uno de los hombres caminó a la habitación donde estábamos.

—¡Ternuritas!— se burló— ¿dónde están?— jugaba con nuestro miedo— Vengan, no les haremos daño.

La madre de Xia entonces alzaba una madera de las paredes de la habitación  donde nos encontrábamos y nos ordenó salir por ahí.

—Vayan con la señora Xao, corran sin detenerse— nos ordenó. La casa dela vecina más cercana estaba lejos, a medio día de camino, pero obedecimos.

Ya estando afuera ambas,  vi los caballos de los hombres que habían dejado amarrados al gran árbol de cerezo de la entrada principal. Tome uno y ayudaba a subir a Xia en uno, para después ella me ayudara a subir a mi.

Cabalgamos a todo galope durante la noche, mirábamos hacia atrás llenas de miedo a cada rato asegurándonos que nadie nos siguiera.  Cuando por fin llegamos con la señora Xao ya estaba amaneciendo,  desmontamos el caballo antes de llegar ala entrada principal y lo dejamos libre correr al animal. Corríamos a la puerta de la casa de madera y tocábamos eufóricas.

—¡Señora Xao! ¡Señora Xao!— gritábamos a todo pulmón— Debemos entrar por favor, somos Li Xian y Jade— la puerta se abría.

La señora Xao era una mujer de edad mayor, trabajaba también para la casa imperial en las cocinas, así que conocía al padre de Xia. Le contamos lo que pasó, ella nos escondió y mandó a alguien a averiguar como se encontraba la situación, como pensamos; los padres de Xia habían sido asesinados.

☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆

Desde ese momento,  la Señora Xao se hizo cargo de nosotras dos ¡claro! Que tuvimos que trabajar para pagarle la deuda, pero lo hicimos con mucho gusto; nadie se hacía cargo de dos niñas sabiendo la situación que nos llevó ahí.

La Señora Xao, al ser alguien conocido en el palacio y querida por la servidumbre,  nos consiguió trabajo dentro del palacio como lavanderas, aunque éramos pequeñas, en algo ayudábamos.

Pasaron los años, diez exactamente, Xia ya tenía 15,  yo 17. A mi amiga siempre le gusto verse bien, se arreglaba y cuidaba sus ropas, al ser una niña bien, su piel y rostro parecían de porcelana, era muy guapa. A mi eso no me importaba, así que era todo un desastre en mi persona.

Debido a esto, Xia comenzó a tener muchos pretendientes en el palacio, gente de la servidumbre que le bajaba la luna y las estrellas y ella ingenuamente siempre caía. Así que,  tuve que convertirme en su sombra y cuidarla a la lejanía por que había hombres con doble moral y no quería a mi amiga lastimada y rota.

Yo, durante todos esos años me había gustado mirar a escondidas los entrenamientos de los ejércitos, copiaba sus movimientos que hacían con sus katanas, yo las imitaba con un palo. Aprendí como usar una katana, a blandirla, a cortar con ella, a cortar en partes clave del enemigo, pero nunca lo había puesto en practica.

Un joven del ejercito cortejaba a mi amiga, pero como buena sombra, me cercioré antes de que él fuera alguien bueno. Así que al seguirlo escuchaba sus platicas con sus amigos enterándome que él solo quería acostarse con Xian y una vez consiguiéndolo, la dejaría. Yo no podía permitir que jugaran con la niña con la que había crecido como una hermana,  así que un día esperé a que el soldado saliera de con Xia, y lo seguí. En un andador a sus barracas lo acorralaba con un cuchillo en mano que coloqué en su garganta.

—¡Aléjate de Li Xian!— le advertí— de lo contrario te mataré— bajé el cuchillo haciendo que éste me aventara y caía al suelo.

—¿Por qué?— se burlaba en mi cara— Yo no la busco, ella es quien me busca— lo sabia, pero no es que Xia fuera una zorra, solo vivía en su fantasía rosa— ¿no será que estás celosa de tu amiga?— trató devoltearme las cosas— Ella es hermosa y tu... ¡bueno! para que decir lo que eres, ya lo sabes—eso hizo que mi ira interior creciera.

—Ya dije soldados hablé segura— no te acerques más a ella— me pueden pie y me retire.

Al siguiente día Xia lloraba desconsoladamente, cuando me enteré,  fui a ella tratando de consolarla, pero ella me rechazaba con un aventón.

—¡Tu!— su mirada era resentimiento y odio puro— ¿Qué derecho tienes a inmiscuirse en mi vida?— me reclamó furiosa—Estás celosa Jade por que a ti no te corteja ningún muchacho— se valía, su enojo era válido si hubiese sabido la verdad.

Quise explicar, pero ella no escu había y salia corriendo. Traté de al alcanzarla, poner las cosas claras, pero no quiso;  por un mes no me dirigió la palabra y eso hizo que mas hombres se acercaran a ella al verla sola.

☆☆☆☆☆☆☆☆☆

Un día en que el palacio se encontraba mas solo de lo habitual,  caminaba por los jardines de la Emperatriz,el lugar que se había vuelto mi lugar favorito del lugar. Escuché un grito, una súplica, haciendo que corriera a donde escuché la voz y enfurecí al ver la escena; un hombre estaba sobre Xia en el pastizal y la tocaba, metía sus sucias manos por debajo de su falda.

Sin pensarlo, miré a mi derecha, una de las katanas de los príncipes estaba en el mismo lugar de siempre cuando se aproximaba su entrenamiento.  Tomé la espada sin pensarlo dos veces y me fui contra el hombre poniendo la hoja en su garganta.

—O la sueltas— estaba furiosa— o aquí te muertes amenace. El hombre me miró con una cara divertida y burlona.

—¿O harás que?— se burló al creer que era una fanfarrona— ¿me matarás?— me barrió de pies a cabeza y reia— Niña, ni siquiera sabes usar esa espada— hablaba sin saber él que podría estar muy equivocado—pero te daré la oportunidad de que te des cuenta tu sola del error. Dime ganas,  me olvidaré de esta mocosa. Si pierdo, ambas jugarán conmigo ¿es justo?— asentí, no iba a dejar que nadie nos humillara y acepté el reto.

Entonces ambos nos colocamos en nuestro sitio, yo, no agarraba la katana como ellos  a dos manos, si no, con una mano y la hoja hacia atrás al largo de mi brazo derecho.

—¡Que divertido!— vociferó—Ni sabes como agarrar la arma en tus manos—se burlaba a todo pulmón de mi.

En el segundo piso del palacio, en la terraza, alguien nos observaba con suma atención. Miraba todo expectante y en silencio, no dio la alerta a los guardias y no supe por que razón.

El hombre entonces  fue contra mi, una, dos, tres estocadas, todas las detuve. Él era rápido, lo acepto, entonces me tocaba a mi, hacia giros, golpeaba a la altura de su pecho, piernas, estómago, haciendo que este retrocediera y se quedará muy asombrado.

—¿Cómo?— preguntaba incrédulo— Una mocosa como tu no puede tener este nivel, no eres parte del ejército— entonces sonreí— ¿Quién te ha estado enseñando?— ahora él se notaba nervioso.

De nuevo ataqué al hombre sin contestar, me acoplé a su velocidad y cuando menos supo, ya estaba haciéndole una herida en el pecho y otra en su pierna derecha. Enfureció, uno de sus brazos con el puño cerrado fue directo a mi cara, pero un grito lleno de autoridad lo detuvo.

—¡Alto soldado!— era la voz de una mujer— Usted hizo una propuesta, ha perdido, debe cumplir su trato— ambos miramos de donde venía esa voz. Nos sorprendimos mucho al ver el origen, la voz le pertenecía a la mismísima Emperatriz Wu, ella había estado mirando todo desde el inicio.

Todos en el lugar nos hincamos, en la parte baja salía la guardia real acorralándonos, después de unos minutos, la Emperatriz estaba frente a nosotros.

—Interesante...— dijo al tiempo que me miraba de arriba a bajo— ¿Cómo te llamas jovencita?— me preguntó.

—Mi gran señora, mi nombre es Jade, sirvo en las lavanderías de él palacio-—contesté segura.

—¿Y tú, cuál es tu nombre?— ahora la Emperatrizpreguntaba a Xia

—Mi nombre es Li Xian, también sirvo en el palacio, pero yo en las cocinas— la bella mujer entonces se dirigia a el hombre.

—¡Que vergüenza!— exclamó molesta la Emperatriz— que alguien de el ejército sea un hombre sin honor , que abuse de niñas, y no acepte que perdió...— lo asesinó con la mirada— de ti no me interesa saber quien eres— dio media vuelta para ponerce de nuevo a una distancia razonable.

—¡Llévenselo y ejecútenlo!— así de drástica había sido su impresión  del hombre—no quiero ver a esta basura de nuevo— unos guardias arrastraban al sujeto hasta que se perdieron.

—¡Ustedes dos!— nos llamó la hermosa dama—¡síganme!— ordenó y no objetamos al.pensar que podría castigarnos de la misma manera—desde ahora servirán dentro del palacio— nos informaba mientras caminábamos para adentrarnos a su recinto— Jade y Xia desde ahora serán mis damas de compañía— dijo con voz alta para que todos en el lugar escucharan.

La orden de la Emperatriz nos sorprendió mucho a Xia y a mi, quisimos decir algo, mas nos quedamos calladas por respeto y seguimos a la Emperatriz.

☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆

Adentro del palacio era otro mundo. Bellos pasillos, cortinas de seda, alfombras rojos, y toda la servidumbre parecía gente Rica.

La Emperatriz ordenaba a sus damas de compañía darnos un buen baño y vestirnos decentes.  Nos daban ropas muy lindas, unos bellos kimonos  sencillos de color rojo, el color preferido de la Emperatriz.

Nos peinaron y arreglaron, cuando estuvimos listas casi no nos reconocimos; parecíamos otras. Como siempre Xia se miraba como una bella princesa, pero yo, tuve un resultado que nunca esperé, podía pasar como una noble, hasta las mujeres que nos vistieron se impresionaron al verme.

—¡Pero mira nada más!— exclamaba una de ellas— en toda esa mugre había alguien muy bella. Niña, creo que te subestimamos—se notaba su molestia de las mujeres. Se sentían amenazadas por nuestra presencia.

Al llegar a los aposentos de la soberana, esta quedó muy satisfecha con el resultado que moraban sus ojos. Dibujaba una sonrisa de satisfacción y ordenaba a las mujeres retirarse.

—Bien, desde ahora me acompañarán a todos lados informaba sus planes— les enseñaré las costumbres de los imperios y haré de ustedes mujeres de alta cuna— no entendíamos por que lo hacía, pero no podíamos objetar—no aceptaré un no por respuesta, pero hay una condición— lo sabía  nada es de a gratis—ambas entrenarán como los hombres del ejército, deben saber defenderse correctamente ¿de acuerdo?— tanto Xia como yo teníamos tantas preguntas, pero no dijimos nada, solo asentimos.

A partir de ahí, la Emperatriz nos educaba, nos corregía modales, nos hacía mujeres cultas por la mañana, por las tardes entrenábamos con el capitán del ejército, nos hacíamos cada vez mas buenas con las espadas y armas.

Y cuando estuvimos listas, ya no fuimos solo damas de compañía, si no, las escoltas personales de la Emperatriz. Éramos las únicas chicas de este tipo. La Emperatriz muy satisfecha nos mandó a hacer nuestras propias armaduras samurái; negras con rojo. A nosotras dos se nos permitía traer el cabello en una cola de caballo, a las demás mujeres del palacio no.

Pasaron tres años, Xia ya contaba con 18 años, yo con 20. En esta temporada conocí a un hombre un tanto  misterioso, era un guerrero de ningún lugar, pero extrañamente me llamó muchísimo la atención al primer vistazo.

Vestía como nosotros, pero su nombre no era oriental, él se llamaba Orien. Por varias noches ese hombre me observa a la lejanía, siempre acompañado de dos más a sus espaldas. Uno de ellos de cabello blanco y largo, el otro de cabello negro. Siempre vestían con ropajes negras, eran extraños.

Un día la Emperatriz tuvo que salir a visitar a su prima a otro distrito, cuando llegamos, ella nos dio el día libre para conocer la ciudad. Xia, no quiso salir, yo le tomé la palabra y di un paseo por la Aldea.

En una de las callejuelas Orien me abordó, se paró justo en frente de mi sin pena alguna y al sentirme amenazada tome posición con mis manos en el mango de mi espada. Sin esperarlo, él me atacó primero así sin un motivo, las hojas se escuchaban chocar, chispas salían de ellas, era extraño que ni un alma pasara por ahí en ese momento;estaba muy solo.

De nuevo nos replegábamos, esos movimientos de parte del hombre extrañamente yo los conocía, sabía que golpe seguía después del anterior, así que me adelantaba. En una de esas iba a encestarle un golpe de hoja cuando él la esquivó, bajo su espada, me tomaba por la cintura y me inclinaba para después,  besarme...

No voy a negar que de momento me quede sorprendida, sin saber que hacer ¿por qué había bajado su espada? Después reaccioné y lo aventé.

—¡¿Qué haces?!— pregunté confundida— Podría matarte por esto— entonces él se bajaba la capucha que le cubría el rostro.

—Jade, ¿así te llamas ahora?— parecía como si me conociera— no, ese no es tu nombre corregía para si— tu nombre real es Kumiko, aunque tampoco ese es tu nombre— su voz yo la conocía, no por que ya me hubiera topado con aquel hombre, si no, por que ya la había escuchado en sueños.

—Mi nombre real como tu lo llamas, alguna vez hace muchos milenios atrás fue Odalyn Croniel— contesté por acto reflejo—Ese paraíso ya no existe, se hundió en el mar. El reino donde crecí ya ni siquiera lo recuerda nadie se volvió un mito al pasar los años ¿Orien, que haces aquí?— mis memorias de una vida pasada se hacían presentes— debes aceptar que te dieron una nueva vida, vívela y déjame en paz— le advertí cuando un resentimiento interios me invadió—siempre apareces, me haces recordarte, me haces extrañarte, me haces volver amarte y después, simplemente te vas y desapareces ¿Por qué? ¿Por qué no me dejas vivir este tiempo

Los tres quedaron sorprendidos, creían que de nuevo ellos debían despertar mis memorias, doble trabajo otra vez, pero, no fue así. Esas memorias habían regresado cuando vi a Xia hace tres años con aquel hombre, y a partir de ahí recordé cada una de las vidas donde había renacido.

—¿Me recuerdas?"dijo Orien muy aliviado

—¡Claro!— contesté a lo obvio— Como ya dije, sé quien eres, lo que fuimos y lo que significaste para mi— traté de ser lo más neutral que pude—pero esta vez te pido me dejes en paz, no quiero terminar rota, ¡ve! Ve con aquellas que nunca te decepcionan y que hablan pestes de mi, no seré más tu juguete de consuelo— di media vuelta y me dirigí a la casa de la prima de la emperatriz.

A partir de entonces,  no volví a ver a Orien nunca más, ni vigilándome como lo hacía anteriormente.  Por otro lado,  Xia de nuevo se notaba en las nubes, estaba enamorada otra vez cosa que me puso en alerta y de nuevo actuaba como su sombra a la lejania. Al regresar a casa siempre ibamos a un puente de piedra blanca dentro del territorio del palacio, abajo había un camino que posiblemente alguna vez perteneció al caudal de un río, ahora, muchas flores lo cubrían de distintos colores.

Nos sentábamos a mitad de puente Xia y yo con nuestros pies colgando al vacío, mirábamos a lo lejos una enorme cascada al otro lado del palacio y platicábamos de diversas cosas. Esta vez Xia, me platicaba de el hombre que le robaba suspiros, ero aún no me lo presentaba temerosa por que actuara como la vez anterior.

Yo, como buena amiga le daba concejos, le decía que no fuera tan inocente y que se asegurara de conocer bien al individuo; recordándole la situación anterior. Le decía que  no fuera tonta, que no cayera tan rápido en palabras bonitas, que se valorara primero ella y en esto matabamos el tiempo.

Una noche Xia recibía una carta a media noche por un extraño, le pregunté de que se trataba y quien se la había mandado,  ella me dijo que no me preocupara, que todo estaba bien, que no me hiciera arañas en mi cabeza.

Así que la vigilé, por que a pesar de haber madurado en ciertas cosas, cuando un hombre le tocaba el corazón era todo lo contrario.  Xia tomaba sus cosas saliendo del palacio a hurtadillas, e incluso escondiéndose de mi. Al ver esto, supe que ahí había algo malo, la seguí sin que se diera cuenta hasta ese puente que se había vuelto nuestra zona favorita. Xia bajaba por una pendiente hasta el fondo del campo de flores y ahí un hombre desalineado la esperaba. 

Con las sombras no notaba la apariencia del individuo, pero si se le notaba que se veía mal físicamente; estaba herido y no podía mantenerse en pie.

Xia se le acercó y su mano fue a su rostro, lo besó.  Me acerqué más para poder 9observar  al forastero y entonces dos hombres se acercaban saliendo d elas sombras a tomar las cosas de Xia.  Uno de esos hombres era el de cabello blanco y por obviedad el otro era aquel de cabello negro.

—¡Orien!— lo identifiqué de inmediato por sus dos escoltas o mejor conocidos como sus sombras.

Salí de mi escondite sin importarme las concecuencias y de como Xia me trataría a partir de aquí. Todos me miraron, estaba tan seria y muy molesta con Xia por no confiar en mi. Furiosa con Orien por meterse con mi única familia, así que lo miré con ojos tan  helados y sombríos que sus escoltas lobtomaron como amenaza y s preparaban para atacar.

—¡Orien!— hice que el maldito tramposo me mirara—¿ Así que no aceptaste tan bien el rechazo y ahora te llevas a mi amiga, a mi hermana de toda una vida?

Orien, esta vez se escondía detrás de sus sombras y movía a Xia para que lo cubriera. Era un desastre de hombre, su cabello estaba revuelto y sucio. Sus ropas andrajosas y rotas. Era lamentable ver a ese hombre así después de saber que él fue un General Legionario que imponía respeto.

—No te quito nada— le escuché decir detrás de todos—ella quiere venir conmigo— como siempre excusándose

—¿De nuevo?— dijo Xia al creer que yo no soportaba que fuera feliz—De nuevo intervienes en mi vida ¿Pero que demonios quieres de mi Jade?—Xia estaba furiosa

—Dile Orien— traté de poner en evidencia a ese hombre— dile a quien realmente amas y del por que te acercaste a ella. Por una vez en tu vida sé honesto—Orien me miraba entre los demás, Xia lo miró con ojos de súplica que pedían no ser el premio de consolación de alguien.

—Solo quería un motivo para que ella— señalándome—se acercara a mí. Ella te estima mucho y cuando viera que tu venías conmigo— le dijo a Xia— ella no querría dejarte sola; entonces yo la tendría de nuevo a mi lado como antes— me puso furiosa el sinismo de ese hombre.

Xia le encestó una tremenda cachetada al instante, se alejó de él furiosa, pero también se alejó de mi. Mi "amiga" nunca mas volvió a hablarme, y también fue la última ocasion en que vio a Orien; al menos de frente intercambiando palabras. Sé, que después de eso Orien siguió observándome a la lejanía.

Seguí sirviendo a la emperatriz junto con Xia, pero nuestra relación estaba muerta y no nos dirigíamos la palabra. Trabajábamos juntas como siempre, pero de haber sabido lo que iba a pasar, hubiera tratado de arreglar las cosas con Xia ya que no volvería a verla jamás.

☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆

La Emperatriz planeaba un golpe contra el Emperador sin decirnos nada a mi o a Xia, pero al ser sus escoltas personales fuimos las primeras en ser tomadas como cómplices  y traidoras del imperio.  Una noche la guardia real del Emperador se presentó sina viso alguno en el ala de la Emperatriz  y se la llevaban apresada, acusada de alta traición y fue  ejecutada en la plaza principal del imperio al amanecer, san darnos tiempo de digerir lo que pasaba.

Al ver esto, toda la servidumbre a cargo de la Emperatriz comenzó a huir del palacio. Unos fueron asesinados mientras dormían dentro del mismo, los que lograron salir, solo tuvieron días para pensar que ya eran libres por que empezaron a ser cazados  y asesinados por la guardia cuando menos lo esperaban.

Xia se apartó de mí en la confusión es anoche, no supe a donde fue,con quien o por dond rehuyó; tres noches después la emboscaron en las montañas, la torturaron debido a la envidia que sentían los hombres al creer que nos sentíamos superiores a ellos y la asesinaron; su cabeza rodó a mis pies tiempo después.

Saber sobre la muerte de Xia me rompió el alma, pero seguí escondiéndome tanto como.pude de la guardia real. Orien se enteró de lo sucedido y logró contactarme por medio de mensajeros para ofrecerme ayuda; nunca lo acepte por que sería tragarme mis palabras y darle la razón.

Quince días después del asalto, la guardia me encontraban devolviendome al palacio, pero no se los hice tan fácil, peleé hasta donde pude  y una tremenda golpiza recibí pero yo les dejé varias bajas mortales.

No me mataron, aunque sé que lo deseaban. Me querían viva no se por que razón y eso me asustaba; seguramente algo muy malo me iban a hacer.  Al estar en él palacio, me llevaron a la sala del Emperador que ya se encontraba ahí junto a sus tres hijos. Me desencadenaban y me hacian hincarme frente a ellos.

—¿Sabes que eres difícil de encontrar mocosa?— dijo con sumo odio y resentimiento.

—¿Por qué no termina esto de una vez?— hablé, pero me golpeaban por mi insensatéz— ¿Qué caso tiene que me haya mandado a traer para después matarme?— le grité de nuevo

—No puedo matarte...— contestó muy a su pesar— curiosamente la Emperatriz cambió una cláusula del contrato matrimonial, y debo honrarlo— esto sonaba a burla ala memoria de la rrina—la Emperatriz te nombró su sucesora, poseedora de todos sus bienes, si te mato, no podré poseerlo todo y estaré de boca en boca.

Yo estaba sumamente sorprendida, la Emperatriz aseguró mi supervivencia, pero ¿por qué?

—Así que como no tienes de otra niña, serás mi nueva Emperatriz— proclamo sin pedir mi opinión— de negarte, no se te dará nada e iras a las mazmorras del imperio, ahí vivirás por el resto de tu vida hasta que mueras.

Lo miré, no quería, pero la Emperatriz me dejó eso por alguna razón.

—Con una condición...— dije aunque no estaba en posición d ehacerlo— seré su Emperatriz, pero jamás podrá tocarme, ni usted, ni ninguno de sus hijos, ningunode sus consejeros, nadie.

—¡Ja,ja,ja!— soltó una risa todo pulmón— no estás en posición de pedir.

—Pero tampoco puede matarme, o todos en este país se enterarán de que no es hombre de honor— sonreí al ver la cara del Emperador.

—¿Y cómo se supone tendré descendencia niña?—preguntaba el soberano cambiando el tema.

—Para eso tiene a sus concubinas— asunto resuelto

Así que dos días después me casaban con el Emperador y me vigilaban a cada instante, no fuera a ser que lo traicionara o levantara de nuevo las armas en contra de él.

Al principio todo fue actuar delante de todos los visitantes a nuestro imperio, después el Emperador comenzó a portarse amable, el quería algo de mí que nunca tendría.

Así por dos años más, nunca me tocó aunque lo intentó varias veces y todas esas terminaba con una daga en su garganta haciendo que se retirara de mi dormitorio. Mi vida se había convertido en una mierda.

Una noche caminaba por los ex jardines de la emperatriz, cuando alguien me tapaba la boca y me cargaba metiéndome en una carroza.

–¡Suelt...!— trate de gritar mientras peleaba por soltarme de su agarre.

—¡Cállate!— exclamó la voz amis espaldas— sabes que no te haré daño— reconocido la voz, de nuevo era Orien.

—¿Qué nunca te das por vencido?—él me miró con nostalgia,  con una tristeza profunda.

—No pensarás pasar toda tu vida en ese palacio ¿o si?— y aquí íbamos de nuevo— Todos te vigilan y están al pendiente de una equivocación tuya para acusarte de traición y matarte— Orien ya les había dado ese motivo al secuestrarme.

—Con lo que acabas de hacer les has dado motivos, ahora querrán matarme— le dije al tiempo que la carrera se detenía.

—Ven conmigo— me pidió— viajemos a reinos lejanos, donde nadie nos conozca, empecemos de nuevo—pero sabía que en cuanto dijera si, la historia de nuevo se repetiría al grado de amarlo demasiado para después, romperme el corazón con su partida.

—No—contesté muy decidida—es mi última palabra, si he de ser infeliz, si he de morir, lo haré lejos de ti. Que sea por mi propio camino, no por el que tu me hayas marcado— bajé de la carreta y regresaba al castillo imperial

Los guardias me buscaban, di una gran explicación al Emperador, dije que me sentía presa y necesitaba salir; obvio no me creyó. Ordenó a las mujeres de la corte me revisaran, que me oscultaran de pies a cabeza y hasta en lugares muy recónditos, ¡fue humillante!.

Al dar él resultado del exámenes y saber que no había nada fuera de lo normal, el Emperador pasó eso por alto y mi vida siguió como siempre. Entonces los tres príncipes comenzaron a complotar un plan, querían deshacerse de mí.

Comencé a darme cuenta que los tres jóvenes me observaban a escondidas. Las edades de ellos eran 25, 20 y 17.El primero de ellos, el de en medio, una noche entraba en mi habitación y quiso meterse en mi cama, lo amenacé como al Emperador. El mas joven, el de 17, curiosamente un día entraba en mi sala de estar y trataba de besarme, le di un gran golpe que le dejó morado el ojo y me acuso con su padre; yo expliqué mi versión.

El mas grande, ese si había armado un plan, no sé como, no sé dónde, ni sé por que, pero había conocido a Orien. Hizo un trato con él y cuando menos supe, Orien entraba en mi habitación justo en el momento en que me ponía mis ropas para ir a la cama.

—¡Orien!—dije sorprendida con media bata de dormir al hombro, era semitransparente y no dejaba mucho a la imaginación.

—Kumiko...— dijo sumamente provocador lleno de deseo— eres mía y solo mía, no te has entregado a nadie por que lo sientes, lo sabes, ¿por qué te haces del rogar? Me extrañas, me anhelas en tus sueños, me llamas en ellos— se acercaba a mi, con su brazo derecho me tomaba de la nuca, con el otro de mi cintura.

—¿Por qué?— traté de safarme— Sabes lo que pasa dentro de mí, me conoces, me buscas, Orien... yo, te amo— no pude más, entonces nos besámos.

Orien me cargo y me llevó a la cama, acarició mis piernas, sus labios recorríeron mi cuello ¡zaz! La guardia imperial entraba, con ellos el joven príncipe, el mayor de los tres.

—¡Arréstenla!— gritó.

Orien se quitaba de encima de mi, miraba al príncipe en complicidad y salía de la habitación no sin antes escuchar un reclamo de mi parte.

—¿¡Por qué!?— grite—¿¡ por que Orien!? Jurastr que me necesitabas y ahora me ejecutarán por tu culpa— Orien se detenía antes de saltar de ese balcón, apenas si giraba su cabeza y me miraba de reojo.

—Preguntas ¿por qué?— se estaba vengando— por que prefiero que renazcas de nuevo como alguien diferente, alguien que no me odie, alguien que me llame y me necesite.— era tan absurda su excusa—esta tú no me gusta y así como siempre te encuentro, siempre te encontraré en cualquier vida, nos vemos en la siguiente donde renazcas— saltaba del balcón dejándome al borde la muerte.

El Emperador entraba entonces justo sin saber que antes hubo alguien más.  Yo estaba en el suelo, lloraba por la traicion, la furia interior que sentía. El Emperador me miró con odio profundo y me tomaba del brazo alzándose, para después sacarme de ese lugar e ir  directo a sus aposentos.

—Su hijo, su hijo mayor me puso una trampa— traté de hacerlo entrar en razon— ¡yo no hice nada!— sentia tanta impotencia y frustración.  Esto causó que el Emperador me diera un azotón del brazo haciendo que callera al piso.

—Dijiste que nadie se atreviera a tocarte, ¿pero dejas que un simple hombre te toqué?— ¿lo sabia? Entonces todos completaron en mi contra— ahora mismo serás mía, me importan muy poco tus súplicas, me darás un hijo, y siempre me satisfacerás esperándome en mi cama— me condenó

Yo no podía permitir eso, así que como buena samurái, tomaba la daga en el cinturón del hombre.

—Jamás, jamás pondrá en mí sus manos— tomaba la daga y la colocaba en mi abdomen, acto seguido, el Emperador trató de detenerme, no lo hizo a tiempo y la hoja de la daga entraba, luego la torcía para hacerme más daño y no pudieran revivirme.

Nunca supe la razón por la que la Emperatriz me dejó todo. No tuve el valor de preguntar al Emperador sobre lobque decía esa cláusula, pero debió ser importante para mantenerme con vida.

Lo último que mi memoria recuerda es la sensación del filo entrando en mi cuerpo, mis ojos se cerraron y entonces hubo frío, luego un lugar muy oscuro lleno de un abismal vacío...

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