Coincidencia familiar en un lugar apartado
La hija del titán Atlas descansaba sobre la orilla, con la intención de escapar de su mente. No obstante, tenía la certeza de que no había posibilidad de huir. Y todo por la familia, no por ella.
La Diosa se encargaba de cuidar las plantas de alrededor y de algunos héroes que en breve tiempo se toparan con ella, pese a que podían pisar Ogigia una sola vez. Solo había dos opciones: permanecer o marcharse para siempre, sin término medio. Ansiaba con descubrir más allá de la playa, el mundo exterior. Rememoró a Odiseo, más conocido como Ulises; éste nunca llegó a confiar en la Diosa pese haber estado siete años. Mas echaba de menos a su queridísima esposa, Penélope. Además, La Diosa Atenea ordenó a Zeus que le dejara marchar y no tenía elección. También recordó al hijo de Poseidón, aquel muchacho leal de corazón, quien habría plantado una flor en Manhattan en su honor.
No podía comprobarlo, pero tenía fe. Cómo podía olvidar a Percy Jackson: era totalmente imposible, nunca llegaría a sacar de su vida todas las personas que en su tiempo le habían acompañado.
A los héroes os acompaña la suerte y el valor. Dos palabras diferentes que hacen que forme un solo concepto.
Calipso se levantó y se encaminó hasta llegar al césped del profundo bosque. Echaba en falta a los héroes, mas ella lo único que necesitaba era charlar. Estaba salida de vivir lo mismo cada día, prisionera, sin siquiera conocer otros mundos. Sin embargo, una parte de ella no guardaba rencor a cerca de los hechos de su padre. La familia era lo primero. No existían buenos o malos desde su perspectiva.
Poco después, a tres metros de distancia, apareció una espuma de humo amarillenta. La Diosa apartó la mirada, avergonzada y se dispuso a regar las hermosas flores del lago.
-Hija, me alegro que estés de buen grado -comentó Atlas, el titán- Se avecina otra guerra en cuestión de meses. Ha llegado el momento de que el Dios Zeus pague por lo que nos hizo a todos. No tendrá escapatoria - agregó, fijando la vista en el horizonte.
Calipso se peinó su largo cabello castaño y miró a su padre. Se llevó las manos a la cabeza al comprender el plan de los Titanes.
-¿No os estaréis refiriendo a capturar a...? -preguntó la Diosa, horrorizada.
-Así es. Una de las peores debilidades de los dioses son nuestros hijos. Hemos raptado a tres semidioses con la ayuda de Hades. La única manera de liberarles, será pagar un precio justo... -aclaró Atlas, con aire de orgullo.
Más tarde, el titán se desvaneció en polvo, dejando así la espuma amarilla y Calipso, se arrodilló, derrumbada, cerró los ojos y rezó a los dioses.
Porque aquellos semidioses ya habían pasado por muchísimas situaciones delicadas. Y ya era hora de que fueran libres de aquel terrible destino.
Sep. Debo continuar el libro :v
Seguiré con Percy Jackson en cuanto lo acabe, para no meter la pata básicamente XD.
Habrá mejores, lo prometo.
Mil gracias 💬❤
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