Madre (Parte 2)
En el pueblo, me instalé en una modesta casa de huéspedes. Era un lugar muy austero pero que mantenía cierta diferencia de la arquitectura de las demás casas. Busqué información de la señora en el ayuntamiento. Muchos me veían con ojos de desconfianza y algo de aversión. No tanto por ser citadino, sino por ser un extraño queriendo meterme en asuntos del pueblo y sus habitantes. Eran personas convencidas en que la paz se daba en el respeto de las vidas ajenas. Trataba de mantenerme con cuidado y respetuoso para no hacerlos sentir incomodos. Al parecer, casi nadie estaba enterado de Rubén y sus crímenes a pesar de que los noticieros internacionales ya también habían cubierto el caso. Lo bueno es que después de varías pesquisas logré dar con la señora Julia. Vivía a las afueras del pueblo y tuve que caminar bastante para encontrar su casa. Tenía la fachada pintada de blanco y podía notarse el tabicón con varios agujeros de manera evidente, lo que me indicaba que esos tabicones eran corrientes. El techo dejaba ver en las equinas las varillas de metal y todo el exterior era tierra con escasas partes de vegetación, pero a pesar de esos desperfectos, contrastaban las bastantes macetas pequeñas con plantas variadas: rosas, orquídeas, girasoles, dalias y por supuesto, hortensias. Llegué a tocar la puerta de madera de color rosa y a los pocos segundos abrió ella. Era una señora de cabello largo amarrado con una trenza pero que en su mayoría eran canas, de estatura baja, pero que a pesar de su edad, sus ojos tenían una viveza inigualable.
-Buenas tardes. Busco a la señora Julia Hortensia "x"
-Para servirle, joven. –Su voz tan calmada y con cierta presunción de elegancia me sorprendió en exceso. Esperaba encontrar a una señora encorvada, morena, con mandil y huaraches, pero me percaté de que llevaba una blusa blanca de seda, falda negra, mallas y zapatos negros de tacón bajo. No era para nada lo que esperaba.
-Mi... mi nombre es Alejandro Gómez. He... quisiera que me pudiera brindar la oportunidad de conversar con usted.
-¿Es sobre mi hijo? –Bajé la mirada apenado por tan incómodo motivo de visita. Seguramente ya estaba al tanto de sus crímenes.
-Así es, señora. Me siento tan avergonzado de que sean estas las circunstancias de mi visita, pero creo que es importante saber su opinión al respecto.
-¿Quiere decir que mi palabra es fundamental para darle el enfoque más sensacionalista a este fenómeno mediático con tintes macabros?
-No, señora. Me expresé mal. Permítame replantearlo –Estaba muy nervioso, ya que nunca me imaginé toparme con un personaje tan ávido del lenguaje y comprensión. –Lo que quise decir...
-No se molesté, joven. Pero pasé por favor, que afuera el sol es muy agresivo. –Y de echo tenía razón. Estaba sudando como cerdo por mi caminata de cuarenta minutos por un camino sinuoso y con relieves traicioneros.
Al entrar, me quedé aún más sorprendido que en un inicio. El piso con loseta, muebles de madera con diseños modernos, televisión plana, sistema de audio, una consola de videojuegos, un librero de 5 repisas, comedor para 6 con un florero en medio, un cuadro que parecía del estilo de Jackson Pollock, la cocina con una línea blanca de novedad y las paredes lisas pintadas de blanco con contrastes de azul turquesa en las orillas. Al parecer, metió cementó solo en el interior. Al otro extremo de la puerta, la ventana dejaba ver un gran panel solar en el patio trasero. Simplemente no parecía ser la casa de una señora de su origen y mucho menos de su edad ¿Qué tipo de abuela juega en una videoconsola? Me invitó a sentarme en su sala y mientras yo admiraba su casa, trataba de entender tan disparatada incongruencia. Incluso era mejor que la mía. De pronto me di cuenta de un cuadro, donde posaba una mujer sentada y un hombre de bigote parado junto a ella. Los dos con vestimenta rural de tiempos de la revolución, era la única representación fiel del pueblo al que había llegado.
-¿Gusta algo de beber? –Yo continuaba viendo esa foto mientras ella iba a la cocina.
-Sí, señora. Muchas gracias.
-¿Y qué le ofrezco? Tengo agua, refresco, tequila, cerveza, whisky... -¿Hasta con variedad? Me sentía en otro mundo.
-Agua. Es muy amable.
Llegó con dos vasos y uno me lo dio. El que se quedó, era un vaso corto y grueso (Old fashion) que contenía un líquido rojizo con un hielo y se fue a sentar al otro extremo. Se dio cuenta de mi interés en su casa y en la foto.
-Son mis padres en 1927. Mi padre, poco después de la foto murió a manos de unos delincuentes que intentaron asaltarlo. Yo tenía un año. Es la única imagen que tengo de él y de la que soy consciente.
-Lo siento.
-No es necesario, joven. No se siente lo que no se ha vivido. Pero no está aquí para hablar de mi padre, sino de mi hijo.
Me estremecí al escuchar la manera fría y tranquila en que recurría al asunto. Era como si no le afectara en nada.
-¿Está al tanto de lo que hizo?
-15 homicidios de los que se saben. Pero él no los mató.
-¿Cómo es eso?
-Evidentemente, a usted le es de extrañar que mi postura es convenientemente cooperativa a pesar del ignominioso hecho. Hubiera rechazado tangencialmente esta entrevista, justificándome en la falta de sensibilidad de sus jefes, de usted, de su editorial o medio informativo, o cualquiera que sea su procedencia. Eso, además de indignarme por la carente ética que existe en la ciudad hoy en día, solo para poder llegar a más personas que de igual manera no recurren a consideraciones morales. También pudo existir el caso en que si yo hubiera ignorado las acciones de mi hijo y usted aprovechándose de ese hecho para sacarme información, seguramente sería más lamentable. Cosa que debería reflexionar un poco, joven.
Estaba incomodo por sus palabras, porque no solo me había restregado con guante blanco que soy una escoria de persona, sino que ahora estaba en sus manos y ella parecía disfrutar de la reprimenda.
-Pero le confieso que no solo accedí para expresarme contra su ética. En realidad hay un motivo personal para que me confiese con usted. De algún modo yo obtengo algo que quiero y usted también. Todos ganamos.
-No fue mi intención...
-Con respecto a su pregunta, es evidente que no los mató porque las muertes ya habían ocurrido antes. Es increíble que le traten de asesino, a pesar de la prueba más obvia de todas. La chica que desenterró a su mamá. Está comprobado que ella llevó el cuerpo en la alfombra a casa de mi hijo. A excepción del corte en el abdomen en donde dejaba al descubierto el interior, está claro que los cuerpos no tenían alguna otra herida. Tenían diferentes estados de descomposición, lo que indicaba que de la misma manera en que la chica lo hizo, fue la misma manera en que llevaron a los demás los cuerpos de sus muertos. Si acaso, un delito en materia de exhumación.
-¿Por qué querrían profanar a sus familiares para que les abran el cuerpo y luego tirarlos como basura?
-Esa es una percepción reducida, joven. Intente comprenderlo. Evidentemente, nadie quiere sacar a su familiar de la tumba, cortarlo y tirarlo como basura, como ha expresado usted. Debe existir un motivo poderoso.
-No entiendo, no le veo lógica.
Bebió de su vaso y se quedó en silencio unos segundos.
-¿Qué piensa de la muerte, señor Gómez?
-No le veo relación.
-La muerte siempre se relaciona. No es intrascendente sabiendo que se vive para morir. Por ejemplo esta chica que llevó a su mamá ¿Qué le motivará a ello?
-Engaño, tal vez. Le dijo que le ayudaría y resulta que la corta del estómago.
-Si fuese el caso en que le engañaron, no defendería su silencio a tal grado de clavarse un bolígrafo en el cuello y casi morir.
-¿Superstición?
-¿De qué tipo?
- Brujería. Algunos afirmaban que Rubén era un sacerdote satánico o que los abría para ofrecerlos como tributo. Pienso que les prometía a los familiares algún bienestar para ellos y sus muertos.
-No precisamente.
-¿Entonces?
- La brujería, en esencia fue una invención católica para estigmatizar la imagen de la mujer. Sin embargo, existieron algunas variaciones con relación a la santería y las ciencias ocultas. –Se levantó y fue directamente a su librero. Tomó un libro grueso y de tapa dura de color negro. Lo abrió y empezó a buscar- Al final estás practicas iban en dirección a la adoración de un ser mitológico. –Regresó con el libro en la mano y me lo dio.
Las páginas que me mostraba no eran del tipo terrorífico con imágenes del diablo, hechizos, páginas color madera, sino que era de buena edición con largos textos. Revisé el título y decía: "Fundamentos religiosos e ideológicos de las ciencias ocultas". Regresé a la página que me enseñó la señora, donde aparecía el subtema "semiótica del satanismo". La señora no solo mostraba ser culta, sino que la disociación que provocaba una persona como ella en las afueras de un pueblo como ese, me provocaban una abrumadora neblina que no me dejaba pensar.
-Entonces ¿Qué hacía su hijo con los cuerpos y por qué las personas prefieren suicidarse antes que decir algo?
-Eso es interesante. Asumiendo que todos llevaron a sus familiares con mi hijo ¿Por qué no han existido más testigos? Evidentemente todos prefieren callar por algún tipo de pacto o coerción. A esta chica, la descubrieron porque la tía la denunció. Si no hubiera pasado, seguramente seguiría teniendo relaciones incestuosas con su primo y los cuerpos seguirían apareciendo. Entonces ¿por qué llevas a tu difunto a un extraño?
-Para revivirlo.
-Pero no hubo resurrección en ninguno ¿o sí?
-De alguna manera esto debe ser algún tipo de rito.
-De acuerdo.
-Obtienen algo que no conseguirían jamás en la vida. Hay una pseudociencia... no recuerdo. Consistía en abrir los cadáveres, pero no recuerdo...
-Nigromancia.
-¡Exacto!
-¿Entonces mi hijo era nigromante?
-¿O se trata de otra naturaleza?
-Casi lo tenía. Se acercó bastante.
-¿Usted lo sabe?
-Sí, de hecho.
-Dígame. Le suplico.
-Tal vez sería mejor que se tome una copa conmigo antes. Será complicado de explicar.
-Se la aceptaré con gusto.
Fue a la cocina y sirvió otro trago. Le puso un hielo y llevó la botella también. Me dio el vaso y se sirvió en el suyo. Le dio un gran sorbo y se sintió más relajada.
-Cuando era niño, él tenía un perro al que adoraba mucho. Pasó años con él, pero el perro ya estaba viejo. Un día murió y Rubén estaba más que destrozado. Mi hijo ya tenía 12 pero ese día lloró como si fuese de 6. El caso es que para consolarlo un poco, le mostré algo para que se calmara. Se trataba de un ejercicio. Pones una pertenencia del difunto bajo la almohada y cuando duermes, sueñas con el difunto. Evidentemente era solo mera sugestión post trauma. Yo ignoraba completamente esas cosas y era muy diferente de lo que soy ahora, pero solo quería que se callara y dejara de llorar por ese maldito perro, como si fuese un maricón. Esa creencia me la dijo mi madre antes de morir. Yo ya estaba casada y lo único que quería es vivir en paz. De hecho, Rubén fue la razón de que me casara porque ni siquiera amaba a su padre. El caso es que funcionaba. Estaba tranquilo durante un tiempo y eso me hizo sentir satisfecha. Duró meses la tranquilidad en la casa, pero lo malo es que diario dormía con el collar de su perro y yo quería que enfrentara las cosas como hombre. Un día lo tiré y al darse cuenta de que había desaparecido, de nuevo hizo berrinche. Le comencé a gritar que afrontara la muerte de su perro y que dejara de ser escandaloso. No me hacía caso y alzaba la voz exigiendo el collar. Le solté una cachetada por su insolencia, pero empeoraba e incluso hasta saltaba, aterrizando los pies con fuerza. Me harté y le pegué con el cinturón de su papá. Gritaba como si de verdad le clavara espinas y eso me enfurecía en mayor medida. Ni que fuese una crucifixión para que exagerara. Me molestaba que aparte de llorar, gritara desmesuradamente. Me estaba cansando de golpear sus nalgas sin obtener el resultado que buscaba y continué con su espalda para que justificara con gusto una crucifixión. Solo quería que guardara silencio "¡que te calles! ¡Cállate! ¡Cállate mal nacido! ¡Cállate maldito infeliz! ¡Deja de gritar maricón! ¡Por favor, cállate de una vez!". No se callaba y cada vez me desesperaba más. Parecía que con cada golpe él se esforzaba más en gritar y sollozar. Gritaba y yo le pegaba, gritaba y yo le pegaba, gritaba aún más fuerte y yo le pegaba. Ya no toleraba sus gritos y el escándalo. Juro por lo más sagrado que ya no pude más. No se callaba. No sabía qué hacer. Hasta que finalmente soltó un grito aterrador y agudo que me estremeció la piel. Parecía externar el dolor más terrible que ningún ser humano hubiese experimentado. Tomé un ladrillo y lo golpeé en la cabeza. Me quedé quieta y temblando de miedo. Pensé que lo había matado. Solo me quedé inmóvil durante varios y angustiosos minutos esperando cualquier signo de vida. Temía lo peor, pero al acercarme con cuidado, me di cuenta de que aun respiraba. Solté un gran respiro como no tiene usted idea. Lo levanté y lo llevé hasta la cama. Le puse una manta mojada en la cabeza donde le pegué con el ladrillo. Le salía sangre. Me estaba poniendo muy nerviosa y más con pensar de que en cualquier momento llegaría mi esposo. Era muy duro y sobreprotector con su hijo único. Después de 20 minutos, despertó. Al final no pasó nada. Solo una inflamación y se quedó callado durante todo el día. Ni siquiera mencionó lo sucedido con su padre ni conmigo. Dos años después, llegaba con varios libros de medicina, psicología, psiquiatría y uno que hablaba de nigromancia. No sabía que era eso. Le reitero que en esos tiempos era muy diferente. Cuando cumplió 17, lo sorprendí cavando el hueco de tierra donde habíamos enterrado a su perro. Estaba tocando sus huesos mientras cerraba los ojos. Lo interrumpí con gritos y protesta. Lo asocié a prácticas del diablo. Me dijo que me calmara y que me explicaría.
"A grandes rasgos y con la mayor precisión que me es posible, decía que existía una forma de entrelazar a dos seres sin importar la distancia o aunque que el otro estuviese muerto. No es nada que ver con la sugestión sino con un ejercicio de estilo hipnótico. Decía y afirmaba, que los muertos no se van del todo, sino permanecen en una dimensión invisible para el ojo humano que se limita solo en tres. Ya en la actualidad, la comunidad científica teorizaba de 11 dimensiones gracias a las posibilidades que generaba la teoría de cuerdas y la física cuántica. La materia permanece aquí para pasar por todo ese proceso de putrefacción, mientras que la energía contenida en lo que conocemos como conciencia, pasa a un desfase subatómico que solo puede prevalecer en otra dimensión. El humano, es el único ser vivo que ha logrado desarrollar un pensamiento que le brinda una personalidad única. Esta, es la se queda atrapada en la dimensión. Gracias a los estudios obtenidos de fenómenos observados en gemelos que de manera sorprendente cometían ciertos delitos de la misma naturaleza y de la misma forma, entendió que esas similitudes se debían a la información obtenida en el ADN. No solo cometían delitos similares aun cuando eran separados al nacer, sino que algunos afirmaban que uno sentía lo que le pasaba al otro. Lo último lo desmintió, pero estaba seguro que existía una conexión y solo podía estudiarse en los cromosomas. Después se encontró en la física con el entrelazamiento cuántico, las dimensiones, el principio de incertidumbre y la entropía (vista como el segundo principio de la termodinámica: "desorden inherente a un sistema"). Con respecto a la última, tenía la creencia de que la inevitable dispersión de la energía y la materia en esta realidad, podía verse de manera real gracias a la cuántica y la manera en que se percibe el tiempo. Dijo que la gente no se da cuenta de que en la otra dimensión existe otra realidad que está ligada a la nuestra, porque no podemos percibir el tiempo y espacio como en el que está la dicha realidad. Aunque tuviera la certeza de que los gemelos, los fantasmas y cualquier otro ente, estuvieran enlazados con ciertas partículas que les permitieran tener una conexión, no habría forma de conectarlos a voluntad porque no existían los medios ni la tecnología. Entonces llegó el estudio del subconsciente. Los sueños, el mundo onírico, el potencial de la capacidad mental, los neurotransmisores, sensibilidad, psicoanálisis e hipnosis. Dijo que podría ser posible una inducción por medio de recuerdos y una sesión espiritista. En otras palabras, hipnotizar al sujeto mientras que con una ouija invocaba al muerto.
No se alarme, señor Gómez. Permita que finalice.
De esta forma, al tener una imagen vivida del fallecido como si estuviese vivo, al mismo tiempo que el muerto viene a esta dimensión para tocar al sujeto en hipnosis, lograría conectar y entrelazar a los dos. No tan exagerado como lo que conocemos como exorcismo, sino algo más sutil. La aparición periódica del muerto en la vida del vivo, a través de su única visión. Usted y solo usted, puede ver a su difunto hablarle e interactuar como si estuviese vivo, sin la preocupación de sentirse loco porque tiene un fundamento científico. Es como una video-llamada pero sin más aparatos que su cerebro. Imagine un escenario en el que la gente ya no sufra el duelo causado por la muerte de su ser amado, teniéndolo y hablarle cuando ellos quieran."
-Eso no es sano. La muerte es un suceso necesario. No pueden evadir algo así solo porque sean de sensibilidades frágiles.
-Hay gente que no puede tolerar la muerte de un ser querido. Se vuelven tan dependientes que podrían causar un daño en su psique.
-Aun así, es algo atroz. Tanto traer al muerto a la vida real, como las personas que buscan evadir el sufrimiento de una pérdida.
-Pues aun así, mi hijo estaba convencido de lograr hacerlo.
-¿Entonces eso le dijo?
-Yo era una ignorante y no podía seguir escuchando tonterías. Para mí en ese momento, escuchar ouija e invocar muertos, fue demasiado. Lo corrí de la casa y le dije que no entrara hasta que llegara su papá. Cerré la puerta y me quedé llorando. No podía creer que mi hijo desenterrara al perro y que se había vuelto un brujo satánico. Y por muy tonta que fuera en ese momento, sabía que no me había explicado el porqué del perro. Una cosa es querer hacer esas tonterías de hipnotismo pero ¿Por qué desenterrar al perro y acariciar los huesos? Esperé hasta que llegara mi esposo pero en ocasiones me asomaba por la ventana. Mi hijo estaba ahí parado y erguido con la mirada directa en mí. La oscuridad no me dejaba discernir sus ojos o muecas, pero sabía que me miraba. Toda la tierra, las pocas estrellas y el absoluto silencio, mientras el continuaba parado en medio de la nada y con el cuerpo hacia mi dirección. No pude tolerarlo más. Cerré bien y me fui a dormir. Recuerdo que estaba muy nerviosa por la presencia de mi propio hijo afuera. Sentía que estaba acechando. De repente escuchaba ruidos. Creía que alguien abría la puerta, pero después me tranquilizaba. Estaba acostada en mi cama con las sabanas hasta el cuello, como una niña temerosa de un monstruo. Tenía mucho miedo y lo peor de todo es que tenía miedo de mi hijo. Me sentí culpable por ese sentimiento. Era horrible sentirse amenazada de esa manera. Esa noche me quedé dormida de un segundo a otro. Fue muy vivido el sueño. Me dormí de la nada y recuerdo que soñé con personas que no conocía. Soñé que hablaban en otros idiomas que no entendía. Estaba atrapada en mi sueño. Era de las pocas veces que sabía que soñaba, pero la primera en querer salir de él. No podía, pero eso es otra historia. En fin. Después se fue de la casa, yo intenté recuperar mi vida un año después porque mi esposo murió de una bradicardia. También me puse a estudiar y terminé mi carrera de psicología a mis 53. Algo vieja, pero todavía a tiempo. En ese lapso también leía mucho y visitaba la ciudad cada mes. Me propuse investigar y saber por qué requería mi hijo tocar los huesos del perro. Lo relacioné con una enferma manía o un trunco duelo como lo comentamos antes. Con el tiempo me convencí de que tenían fundamento sus palabras y podían ser verdad. Excepto lo de la sesión espiritista y la hipnosis. Descubrí en el libro de nigromancia que el cuerpo del difunto es la mejor materia prima de su energía. Como el muerto está en una dimensión en la que se percibe diferente el tiempo, es por eso que en la antigüedad se usaba esta práctica para saber del pasado, presente y del futuro.
-¿Me da otro trago?
-Claro.
-Su relato me ha estremecido. Estoy sudando.
-Tranquilo. Hemos hecho avances.
-Esto al final solo son hipótesis y suposiciones. Usted dijo que estudió psicología ¿Cuál sería el perfil de Rubén?
-Podríamos hablar de esquizofrenia con ideas delirantes, pero es más interesante su estudio ¿no crees?
-Tendría que estudiar todo lo que dijo. Acerca de la cuántica, hipnosis, nigromancia y todas esas cosas.
-Seguro. Aunque me pasó algo curioso.
-¿Qué?
-Es como cuando buscas información del Santo Grial. De repente sale esta información, de pronto sale esta otra y cuando te das cuenta, ya estás sumergido en su estudio. Tantos cabos sueltos y la necesidad de tener una respuesta.
-¿Intentó abrir cuerpos como su hijo? –Le dije con una sonrisa y con tono de broma. Los dos nos reímos un poco y después bebimos del whisky.
-El cuerpo del difunto no solo es información completa de él, no solo es mayor la conexión para enlazarlo con su familiar, sino que es un vínculo a la otra dimensión.
-No comprendo.
-Dejemos a un lado esto de conectar a los vivos con los muertos. Ese difunto al final de todo, es un vínculo con esa dimensión. Dos partículas similares que son una y la otra a la vez, pero que una se encuentra en otra realidad perceptible. Mi consciencia al final del día, esta materializada por un tipo de elemento, que a su vez se conecta con el otro. La diferencia es que uno solo tolera 3 dimensiones y el otro lo desconocemos, pero también sabemos que el tiempo ya está abarcado, lo que significa que puede estar desde la quinta. De algún modo, al organizar mi consciencia con todo su componente enérgico y material, ligado a esa dimensión con la ventaja de ser lucido de su realidad, me bridaría una percepción más amplia.
-Como volverse más listo.
-En cierto sentido. La cosa está que cuando me vi inmersa en todo esto, intenté con objetos. Muy bonito collar- interrumpió su propia narración para ver fijamente mi pecho- ¿es San Antonio?
-Sí. –Contesté serio- me lo regaló mi madre.
Estiró la mano con gentileza y sonrió.
-¿Puedo?
Aunque no estaba seguro, no me pude negar y lentamente me quité el collar de plata. Era una cadena con un dije de San Antonio que me dio mi madre antes de morir. Lo tomó en sus manos y lo contempló unos segundos.
-El cuerpo del difunto te dice todo lo que quieres saber, pero un objeto personal no tanto. Ya que no es parte de él, en sentido anatómico, no logra establecer la misma conexión. No obstante, al ser una pertenencia en la se involucran sentimientos y emociones, deja un rastro. En ese sentido figurado, mi hijo sería un perro rastreador.
Acariciaba con sus dedos la imagen, mientras miraba hacia arriba como si buscara algo. Yo no le quitaba el ojo de encima y me mantuve receloso de mi collar.
-Con objetos solo se podrían contestar y preguntar cosas muy concretas ¿Probamos? Nunca lo he intentado, pero he estudiado bastante. –Cerró los ojos y acarició con mayor ímpetu el collar- Deja veo... claro... ya casi...
-¿Qué hace?
-Contestaré la pregunta o la frase que le hiciste cuando murió.
-Señora, hágame el favor...
-Así que es tu mamá.
Mi espalda se sentía helada y mis bellos estaban de punta. Me petrifiqué.
-Lamento el accidente.
Me quedé con la mano estirada para que me diera mi collar, pero no podía moverme. No podía sentir mi cuerpo y no respondía más que mi desesperación. Empecé a llorar porque recordé las imágenes de su muerte, del ataúd, de sus ojos y su muñeca. Una muñeca de porcelana que se postraba siempre en su tocador. Su mirada era triste y juró que se volvieron tristes desde que ella falleció. Me di cuenta de que ya había anochecido. Me sentía atrapado.
-Por favor... ¿Me lo podría dar? –Suplicaba con llanto. Mi cuerpo seguía inmóvil. Sentado con una mano apretando fuertemente mi pierna y la otra estirada esperando que me regresara mi collar. Mi voz ahora estaba acompañada de sollozos. Mis ojos dejaban caer lágrimas y lágrimas, mientras que la señora acariciaba tranquilamente mi collar.
-Dice que te perdona.
Sus palabras detuvieron mi respiración y dejaron mis ojos tan abiertos como su anatomía lo permitía. Trataba de recobrar la respiración, pero ahora estaba entrecortada y agitada. Recordaba vívidamente el día en que fuimos a enterrarla. Lloraba amargamente, mientras le suplicaba perdón en silencio. Todo fue a causa de una confusión.
-¿Qué hizo señor?
-yo... tss... yu...
-Tranquilo, el shock se irá poco a poco, pero usted sabe que es más que eso. Cuando le dije que me había quedado dormida esa noche en que mi hijo me acosaba, no le terminé de decir que desperté siendo otra. Ahora como ve, soy una psicóloga. Obvio, tuve que cursar la carrera y no es que me volviera culta, pero ese entrelazamiento que me indujo mi hijo en los sueños, provocó una nueva persona en mí. Con hambre de conocimiento, analítica, valerosa, etc. Es como si se redujeran mis inseguridades, miedos o defectos de personalidad. Supongo que para eso quería los huesos del perro. En vez de castigarme o buscar venganza, usó la conexión para que yo lo experimentara. ¡Claro!, como yo maté a ese perro asqueroso, la relación es mayor conmigo. –Se quedó callada con una infernal sonrisa y se acercó a mí, hasta quedar su cara a dos centímetros de la mía- También existe una facultad de amplificar emociones. La sugestión es un arma poderosa de manipulación, pero combinada con energía entrelazada con la otra dimensión, es como si tuvieras poderes mágicos. Obvio no es fácil de controlar. Ahorita estoy emocionada de comprobar que es posible, además que tú mismo de ensimismaste en el terror. Es como si sufrieras los efectos del terror común, acentuado y encadenado con la intensidad de mi estado de ánimo. Imagínate cómo sería si en vez de emocionarme, estuviera furiosa. Pero ya se me está pasando el ánimo y tú podrás correr de aquí. Haz lo que quieras, que yo encontré otra forma de ligarme a la otra dimensión sin tener que cortar cadáveres.
Puso mi collar en mi mano extendida y apagó todas las luces.
-Deberías darte prisa. Ya es de noche y hay varias cosas extrañas rondando por ahí.
Después de pronunciar estas palabras que se iban alejando, se escuchó cerrarse una puerta. Me dejó solo en la oscuridad de la sala, mientras yo seguía en la misma posición. Con la luz de la noche entrando por la ventana, la foto de sus padres tenía un aspecto terrorífico. Sus ojos completamente en blanco con un semblante cadavérico. Aun no lograba moverme. Respiraba con dificultad y traté de calmarme. Si ella hubiera querido matarme, ya lo hubiera hecho. Después de unos infernales minutos logré moverme. Me levanté con dificultad, porque era como si todas mis extremidades estuvieran dormidas. Me sentía paralizado. Poco a poco, lograba caminar con mayor destreza. Abrí la puerta y me fui sin detenerme. No fue hasta 20 metros de distancia, que recuperé completamente la soltura. Corrí sin detenerme. Con imágenes intermitentes de mi madre, de Julia Hortensia, de Rubén, de las víctimas, de mi culpa.
Llegué al hotel y me encontré al señor que alquilaba mi habitación.
-¿Tuvo suerte, joven? Ya es algo tarde.
No contesté. Estaba demasiado consternado.
-Es buena persona la señora. Incluso deja que mi hijo vaya a jugar PlayStation en su casa los fines de semana.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro