La propuesta
La brisa del viento primaveral revolotea mi cabello hacia todos lados mientras estoy paseando a mi weimaraner por la playa. El sol está muy radiante y muy fuerte por lo que deslizo mis gafas de sol sobre mi nariz. En una especie de cafetería, de esas típicas que hay en lugares como este, está sonando música muy alborotada y las personas que están acostadas sobre toallas, bajo las sombrillas de playa o en la misma arena, disfrutando de la maravillosa vista que el océano ofrece, entretanto beben una refrescante bebida fría con sus parejas; no obstante, yo no puedo decir lo mismo, ya que solo soy yo y Camille.
Hace bastante tiempo que aquel chico al que he amado toda mi vida se fue de California. Solo había desaparecido y no lo había visto desde ese día.
Estábamos en esta misma playa, era de noche y como todas las noches, había fiesta de fogata con los chicos de la preparatoria. La música sonaba a todo volumen, mis caderas se movían al compás de More Than You Know y mis brazos estaban envueltos en el cuello de Scott. Su cabello rubio me pegaba en el rostro por traerlo largo de los lados y del copete que él tanto amaba, y para qué mentir si a mí me hacía verlo más atractivo de lo que ya era. Y qué decir de sus ojazos verdes, de ellos destilaba un hermoso brillo cada que me miraba, a juego con su sonrisa con unos labios rojizos como una cereza, que podían hacerte derretir con un beso. Su mano me tomó la mía y me dio una vuelta sobre mí mismo eje, devolviéndome a sus brazos.
Scott se acercó a mi oído y susurró: "Necesito decirte una cosa muy importante. ¿Podemos irnos de aquí?" Su aliento mentolado me golpeó la cara, dejándome hipnotizada por su voz y permitiendo que asintiera con la cabeza sin modular una palabra. Se separó de mí y tomándome de la mano, me guio por entre las personas y por la arena hasta un pequeño muelle, pero, mucho antes de que subiéramos por las escaleras hizo que cerrara los ojos. Empezó a contarme al oído la cantidad de escalones que había y poco a poco fui ascendiendo, luego se escucharon pasos por el lugar, seguido de una canción lenta de Bruno Mars. Lo que caracterizaba a las sorpresas de Scott era que siempre tenía que haber música y eso era lo que las hacía más especiales, más románticas, pero no me imagine que esta sería la última que recibiría de él antes de que se marchara. Sus manos se deslizaron de mis ojos y en cambio, se colocaron en mis caderas, las cuales fueron dirigidas más al centro del muelle, en específico, cerca del barandal que daba hacia el mar. Me quedé apoyada en él y de la nada, Scott salió corriendo en dirección de la arena, dejándome sola y sin saber qué es lo que estaba planeando.
Cuando volvió, se acercó lentamente a mí y se arrodilló a mis pies con las manos escondidas detrás de su espalda. "Dame tu mano" pidió él, extendiendo la que no tenía escondida. Yo misma sabía lo que estaba tratando de hacer y más porque la canción que sonaba de fondo de Bruno Mars hablaba de matrimonio. Él estaba a punto de pedirme que nos casáramos y por más que yo todavía no estuviera lista, sabía que mi respuesta era la más obvia y eso era porque yo lo amaba desde que nos conocimos un verano en casa de mis abuelos. No quiero extenderme a contarles algo que es irrelevante, solo diré que fue fuera del granero de caballos que mi abuelo tiene y que fue por culpa de un balón de futbol que fue a parar allá. Scott se aclaró la garganta y dijo: "Sé que llevamos poco tiempo de salir y mucho tiempo de conocernos, pero no puedo evitar cometer esta locura y más si me falta un tornillo. Hemos pasado por mucho durante estos casi diez años de conocernos y dos de noviazgo, hemos reído, hemos llorado, hemos compartido tanto cosas buenas como malas y aun así te sigo amando como si fuera la primera vez. Por lo que quiero atreverme a cometer otra locura y a lo que quiero llegar, antes de que salgas huyendo porque me falta un tornillo así como a Frankenstein es preguntarte si estarías dispuesta a compartir toda tu vida al lado de este chico que está más nervioso que nada, ¿te casarías conmigo Meredith Anabel Smith"
Me había dejado sin palabras, todo lo que dijo fue maravilloso, pero lo que fue más maravilloso fue lo que sucedió después. En el cielo empezaron a explotar fuegos artificiales de distintos colores y formas, en las cuales, se podía apreciar como una serie de palabras se formaban en medio de un corazón rosado que decía: "Te amo, Meredith Smith". Me quedé en silencio, solo mirando el cielo y dando de vez en cuando una ojeada al rostro sonrojado de Scott. ¿Qué le decía? Estaba claro que lo amaba, pero era demasiado joven como para casarme. Tan solo tenía dieciocho años por el amor de Dios. ¿Qué tal que Scott no era la persona con la que tenía que pasar toda mi vida? ¿Qué tal que mi destino estaba con alguien más? ¿Acaso no lo amaba de verdad?
Solté su mano, apartándome de su cercanía y de su visión. Caminé con pasos lentos hasta el banco también de madera gris que se encontraba en este sitio y me senté en flor de loto, mirando lejos de dónde lo había dejado hincado. Después de lo que fueron varios segundos más tarde, lo sentí sentarse a mi lado, con la espalda encorvada y los brazos apoyados en sus rodillas mientras sus manos se despeinaban el cabello. Nunca habíamos estado tan distantes y muchos menos por mi culpa. "¿Hice algo mal, por eso no quieres casarte conmigo?"
Miré a Scott a los ojos y me mordí el labio inferior, sin saber que decirle. "No fuiste tú el que hizo algo malo. Fue la situación. Somos demasiado jóvenes como para pensar en matrimonio. Yo apenas estoy comenzando la universidad y tú estás a punto de terminarla. ¿Ves la diferencia de edades?"
"Eso a mí no me interesa, puedo esperarte a que termines tu carrera... Yo esperaría todo el tiempo del mundo con tal de que no vivamos vidas separadas. Sé lo que quieres y lo que necesitas, pero en serio no me pidas que esto termine. Porque no pienso dejarte ir". Suplicó hincándose a mis pies, tomando mis manos entre las suyas y con una cara de dolor. Si le decía que sí, después me arrepentiría y si le decía que no, iba a ser lo mismo. ¿Por qué el amor tiene que ser tan complicado? ¿Por qué?
Ok, creo que acabo de tomar una decisión. Cerré los ojos, inhalé aire y luego lo fui liberando poco a poco hasta abrirlos de nuevo. Le sonreí. "Está bien, casémonos" Solo que no creí que al haberle dado el sí el día que se supondría tenía que ser el más feliz, se convertiría en el peor error de mi vida.
En un momento que me distraje pensando en ese horroroso, pero a la vez hermoso recuerdo, Camille no sé qué fue lo que hizo que comenzó a tirar de su correa en dirección de un chico rubio que está sentado en la arena, cerca del mar, jugando con una niña pequeña a construir castillos con una cubeta verde y unas palas rosas. Se ve que se están divirtiendo. Solo puedo ver la espalda del hombre y en ella se puede apreciar una serie de tatuajes muy familiares para mí, y que por lo que parece, Camille no quiere que olvide. "¡Camille, detente!" No sé si fue porque grité demasiado fuerte o qué, pero, el mismísimo Scott Marie volteó a mirarme en el instante en el que mi traviesa mascota se dignó en detenerse antes de tirar el castillo de la niña, que ahora me doy cuenta de que era su hermanita menor, Shirley.
"¡Meredith, hola!" Me saluda la niña de tal vez unos nueve años, estirando sus brazos hacia mí. Suelto la correa de Cami y me acerco a abrazarla sin poder evitarlo. Como la extrañaba. Mientras tenía en mis brazos a la pequeña, siento la profunda mirada de Scott sobre mí, solo que yo no puedo mirarlo sin que exista un poco de rencor en ella.
"Mer, ¿podemos hablar por favor?" Preguntó él, luego de que se quedó mirándome por unos largos minutos. Sé que esto iba a suceder en cualquier momento, sin embargo, yo no estoy lista para hacerlo. Se fue por más de cuatro años y ahora que estoy bien, que lo he superado, vuelve a moverme el piso en solamente unos segundos. ¿Qué tengo que hacer para que no vuelva a lastimarme? ¿Tengo que desaparecer de la faz de la tierra como él lo hizo para que pueda ser completamente feliz de nuevo? ¿O debo escucharlo? "Por favor, dame una oportunidad de explicarte"
No entiendo que es lo que quiere conseguir al hablar conmigo, no conseguirá nada, estoy muy segura de que soy lo suficientemente fuerte como para no caer de nuevo en sus mentiras y por más que lo siga amando a mí no me falta un tornillo como a él. Yo estoy en un periodo de descubrimiento y liberación para mí y quiero seguir así hasta que todo mejore. Niego con la cabeza, soltando a Shirley y me levanto de la arena, sacudiéndome el pantalón por si algo de tierra se ha quedado impregnada en él. Comienzo a caminar con pasos decididos hacia la dirección a la que me dirigía, siendo jalada por la inminente fuerza de Camille y siento como los pasos de Scott vienen detrás, únicamente que yo no me detengo. No quiero que me alcance y me convenza de escuchar lo mismo de siempre, que siempre me ha amado, que no puede vivir sin mí y que si lo hizo fue por algo. Eso ya me lo sé de memoria.
Ok, eso verdaderamente me dolió, que él se pusiera feliz por algo así me parecía de mal gusto y que haría sentir pésimo a cualquier chica. Se ve que no tiene ninguna pizca de tacto. Scott siempre ha sido esa clase de chico que puede lastimar a alguien con tan solo abrir su boca, ese es su peor defecto y el que más odio. "Hablemos por allá". Le señalo la parte más alejada de la playa y él asiente comenzando a caminar, que es cuando me doy cuenta de que Shirley no viene. Me paro en seco y él también lo hace mirándome con el ceño fruncido.
"¿Qué pasa?"
"¿Dónde está tu hermana? ¿Por qué no viene con nosotros?"
"Ah, se quedó con mi mamá por allá."
"Bueno, te creo". Le advierto, señalándolo. Seguimos caminando en silencio, solo por unos cuantos metros más y después nos sentamos uno al lado del otro. Yo no me atrevo a mirarlo, pero si siento su mirada sobre mí. Me retuerzo las manos, esperando a que comience a hablar, a decirme porque me dejo, que me diga que aún... me ama. Porque para que mentir, yo seguía sintiendo lo mismo por el desde que se fue. Lo sé, sé que al principio decía lo contrario, pero lo hacía porque quería convencerme de que era cierto, de que había podido olvidarlo, solo que no creí que se metería profundamente en mi corazón. "Comienza por favor, que tengo que volver pronto a casa".
Él asiente y suspira. "Yo..., yo no sé cómo comenzar. Esto es demasiado difícil para mí, pero tratare de hacerlo lo mejor que pueda". Me mira, sus ojos ya no se perciben tan claros como antes. Ahora son sombríos, serios y sin ninguna expresión que me dé alguna pista de lo que intenta decirme. No hay nada. Solo seriedad. Toma mi mano y yo lo miro como si fuera la primera vez. "Todo comenzó por tus padres. Sí, fueron ellos los causantes de mi desaparición. Ellos no querían que me casara contigo, querían que te dejara en paz y que me fuera para que pudieras cumplir tus sueños, y por lo que veo si lo has hecho y me alegro por ti. Yo en serio quería amanecer a tu lado esa mañana, pero como no quería que tus padres te molestaran por mi culpa preferí irme y dejarte ser feliz.
Con razón mis padres estaban actuando de esa manera tres días después de su desaparición. Me evitaban, no contestaban mis preguntas y lo que es peor, me hicieron creer que no me amaba.
"Y yo que creí que no me amabas lo suficiente".
"¿Estás loca? Si no te amara, crees que te hubiera pedido matrimonio. Éramos jóvenes, lo sé, pero yo no era tonto como para dejarte ir tan fácilmente. Si lo hice fue porque quería evitarme problemas con tus padres. Yo te dije que no quería vivir vidas separadas y que me faltaba un tornillo como para no arriesgarme a cometer la más grande locura que he hecho en toda mi vida. Por cierto, creo que esto te pertenece". Libera por segunda vez mi mano y emprende a buscar algo en sus bolsillos, cuando lo encuentra vuelve a tomar mi mano y saca el anillo de compromiso que me pertenecía, deslizándolo en mi dedo anular. "Cásate conmigo, ahora si para siempre".
Scott y yo salimos de la iglesia tomados de la mano, por fin siendo marido y mujer. Los invitados nos rodean y tiran arroz hacia nuestras cabezas como es típico mientras nosotros hacemos nuestro camino al coche que nos espera al final del camino. Tuvimos que esperar cinco años para poder tener nuestro final feliz.
"Te amo y, aunque me falten miles de tornillos en la cabeza, no pienso dejar de hacerlo hasta que me muera".
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