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Juguemos en el bosque

—¡Boo! —dijo el loro.

Karen lo miró con sospecha, pues él rara vez hablaba alguna otra palabra que no fuera "galleta", "comida", o su propio nombre: Hoshi.

—Hija, ven ayúdame con los dulces.

Era Halloween y su mamá había decidido hacer una pequeña fiesta. Por un segundo, Karen llegó a pensar en que era muy cliché el organizar una fiesta.

Música infantil chillona, niños de los vecinos corriendo con su hermanito, olor a dulce pegado en el piso, una máscara de gato trucha de cartón en el suelo. Nada parecía fuera de lo ordinario, seguía siendo tan tercermundista como debía ser, así que la chica solo suspiró y siguió caminando.

Luego de dejar algunos dulces en la mesa, se acercó a la jaula del ave.

—Hoshi —susurró—. Espero no estés planeando nada para esta noche. Ya te he dicho que no me gusta el terror.

El loro miró de costado y ladeó la cabeza.

—¡Hoshi quiere galleta!

Karen entrecerró los ojos. Sabía bien que su loro tenía poderes, y tenía miedo de que hiciera algo.

...

—Hoshi, no creas que no sé que tramas algo. ¡Estás narrando!

—Yo no estoy narrando, pero sé que no es para Halloween, es para una antología romántica.

—A-ah ¿sí?

—Oh sí, y es erótica. —Movió las cejitas de forma pícara.

—Uhm... Okey... síguele entonces.

—¡Ah! Pero dices que no quieres, así que... —Alzó vuelo.

—¡Oye, espera!

....

Luego de que los niños reventaran una piñata, y que uno que otro se peleara por los dulces baratos, se empezaron a ir. Les repartieron gelatina en vasito y les dieron una bolsita con más dulces.

Karen se escondió unos cuantos de los mejores que había.

—¡Karen, deja eso! —renegó su madre—. ¿O te quieres engordar más?

—Uch, ¡mamá!

—Ve y saca esta bolsa de basura.

Obedeció.

Sus amigos de la universidad se iban a ir a una superfiesta, aunque también trucha, de Halloween en una discoteca. Su sexy novio no iba a estar, pero sí su sexy mejor amigo.

—¡Todos están invitados y es gratis! —decía su amigo por teléfono—. Dicen que va a haber un sorteo. Incluso van a venir a recogerme.

—¿A recogerte dices?

—Oh, hola... —Karen escuchó que su amigo le hablaba a alguien más—, qué, ¡espera!

—¿Manuel?

—¡Ay!

La llamada se cortó y un extraño auto se detuvo frente a ella. La ventana se bajó y una mano salió sosteniendo un aerosol con el que la durmieron.


***

—¡Karen, despierta! —Ella espantó con la mano el leve aleteo que escuchó cerca de su cara—. Karen... Soy Hoshi.

—Seh —volvió a espantarlo.

Una alarma la despertó y la hizo sentarse de golpe, solo para encontrarse con Hoshi a un costado, asustado.

—¡¿Qué está pasando?!

—Deberías ver tu cara primero.

—¡Ya sé que estoy asustada! ¡Me secuestraron, tonto!

—No, en serio, deberías ver tu cara.

Ella fue corriendo al espejo que tenía en una pared, sintiendo la preocupación a flor de piel. Al verse ahí, se le bajaron los hombros y la angustia.

Estaba igualita. Volteó molesta para ver a Hoshi reírse.

—¡¿Karen?! —se escuchó a Manuel en el cubículo de al lado—. ¡Kareeeeeeeeeeeen!

—¡Aquí estoy, deja de gritar!

—¡Me han secuestrado! ¿Y tú? ¿Estás bien?

Ella resopló.

—Sí, de maravilla, ¡¿tú cómo crees?!

—Ah, m-me alegro.

La chica puso los ojos en blanco. Era sexy, pero no el más brillante.

—Bueno, debemos averiguar qué está pasando —dijo Hoshi, pero cuando quiso acercarse volando, se cayó.

Karen quedó pasmada mientras el ave intentaba volar de nuevo y caía patitas arriba. Empezó a quejarse mientras su cuerpecito ondeaba de forma extraña. Su dueña retrocedió unos cuantos pasos al verlo crecer en tamaño, y quedó con los ojos muy abiertos cuando frente a ella se encontró un chico con las ropas de los colores de su loro: chaqueta verde oscura, camiseta blanca, pantalones amarillos y cabello negro. Además, tenía los ojos con extraños destellos rojos como los de su loro.

El chico se miró las manos temblorosas y empezó a quejarse con lágrimas en los ojos.

—¡Aaah! ¡¿Qué es estooo?!

—¡¿Karen, qué está pasando ahí?! —quiso saber Manuel.

Ella parpadeó, confundida.

—¿Hoshi? P-pero... ¡Pero si estás todo buenorro...!

El chico tiraba de sus cabellos lloriqueando y se detuvo para mirarla con ofensa.

—¡La antología decía que tú te convertirías en un monstruo, no yooo!

—¡¿Estás insultando a los humanos acaso?!

—Buenas noches —una voz desconocida y alterada por alguna máquina, se escuchó a través de unos altavoces. Una pantalla descendió mostrando a alguien con una capucha y la misma máscara de gato trucha que Karen había visto antes—. Bienvenidos a Juguemos en el bosque.

—¿Qué bosque?

—Esta noche, alguien muy importante les ha sido tomado y los he traído aquí con la finalidad de que me traigan algo muy importante para mí. Entre ustedes, hay un loro mágico escondido. Quien me lo traiga primero antes de la media noche, recuperará a su ser querido y se le concederá un deseo. El que sea. Incluso si es el de revivir un personaje de un libro.

—Hoshi, ¿quién es ese alguien que te quiere tanto?

—No lo sé.

—Si fallan... Morirán todos... —La chica se preocupó, ¿entregaría a su mascota?—... Nah, ¡mentira!... Pero recibirán un castigo peor que la muerte. ¡Muajajajaja! ... Por cierto, cuidado con la criatura del bosque. Bye.

La comunicación se cortó.

—Karen —llamó Manuel—, está fácil, tú tienes a Hoshi.

—¡No voy a entregarlo a ese loco! ¡Quienquiera que sea!

—¡Pues hay más gente buscando! Por cierto, ¿te falta algún ser querido?

—No, que yo sepa...

Las puertas de los cubículos se abrieron y escucharon a otras personas salir corriendo de los que estaban alrededor. Karen se asomó para asegurarse de que ya se habían ido. Pudo ver a lo lejos un bosque y una flecha enorme señalando un castillo que decía: "Me lo traen aquí" con luces parpadeando.

Salieron despacio y Karen pudo encontrarse con Manuel.

—¿Y ahora qué?

—No sé tú, pero yo voy a entregarle a Hoshi —insistió Manuel, a lo que ambos se espantaron.

—¡Oye! —exclamó el loro-humano escondiéndose detrás de Karen.

—¿Hay algo que desees? ¿Se han llevado a alguien de tu familia?

—No se han llevado a nadie, pero ¡quiero ser muy millonario!

—¡Eso también te lo puede conceder Hoshi!

El castaño reaccionó.

—Ah, no mames, sí cierto —rio con vergüenza, rascándose la nuca—. Bueno, entonces ¿cuál es el plan?

—Podemos ir si no le van a hacer daño, y además nos podemos salvar del castigo y tener un deseo.

—Es un plan ilógico, pero ya qué, el guion lo dice. Andando.


Avanzaron por el bosque, era lúgubre, aterrador, y casi que podía escuchar como una respiración a lo lejos. Se hacía más espeso y era más difícil avanzar, había muchas ramas caídas y raíces que sobresalían de la tierra. Pronto detectaron algunas marcas en los troncos y figuras extrañas que colgaban de las ramas.

Karen intentó ver qué eran y sintió un escalofrío al ver que parecían humanos.

—Hoshi, tú podrías hacer todo bonito con tu magia —pidió.

—Me siento bloqueado de algún modo.

Escucharon un ruido entre las plantas. Todo estaba perturbadoramente oscuro. Otro ruido más y pudieron distinguir algo saltar entre las copas de los árboles.

Se juntaron para cuidarse de lo que sea que estuviera acechando, hasta que el ruido cesó. Miraron a los costados y dieron unos cuantos pasos más.

—¿Se han perdido? —preguntó una voz masculina y los tres voltearon.

En una gruesa rama baja de un árbol se encontraba un chico recostado boca abajo, con el rostro apoyado en una mano. La luna dejaba ver que sus ojos verdes eran como los de un felino.

—Un gato demonio —susurró Manuel—. ¿Será la criatura del bosque que mencionó el loco de la máscara?

—Lo dudo.

—Estoy buscando algo —continuó el chico—, el loro. ¿Lo han visto?

—N-no. Debemos continuar con la búsqueda también, el tiempo está corriendo.

Pero el desconocido cayó de un salto, bloqueando el camino.

—Creo saber quién es —murmuró Hoshi—, es de otra historia. ¡Puede que este narrador haya metido a personajes de los otros libros en el cuento!

—Pero ¡¿qué te has fumado, Hoshi?!

—¡Puede que sean copias, pero hay algunos muy poderosos!

El chico gato empezó a gruñir y se lanzó al ataque. Los tres corrieron desesperados.

—¡Hoshi, haz algo con tus poderes! —pidió Karen.

El chico movió su mano hacia su perseguidor, pero nada pasó.

—¡Sé que tengo poderes todavía, pero siendo humano es más difícil controlarlo!

Manuel pensó rápido.

—¡Aquí tengo al loro! —gritó mostrando el ave en su mano.

Como el chico gato era más rápido, lo alcanzó y le arrancó el ave. Manuel gritó de sorpresa y cayó para otro lado, siendo jalado por Hoshi y yéndose lejos. El chico gato miró sus manos mientras corría, y cuando se dio cuenta de que era un loro de peluche con un ojo suelto, se distrajo y se quedó estampado contra un árbol.

—¡Eso! —celebró Manuel, pero también chocó con un árbol por estar mirando hacia atrás.

—¡Ay, perdón! —se excusó Hoshi, ya que no avisó.

Pero se detuvieron al ver al chico frente a ellos, respirando profundo.

—Denme al ave, sé que está entre ustedes. Puedo olfatearlo.

—Calma —pidió Karen—. ¿Cómo te llamas?

—Sirio.

—Okey, Sirio. Escucha. El ave también puede concederte un deseo, no le creas a ese falso narrador.

—Si puede recuperar a mi amada, entonces los dejaré en paz.

Hoshi intentó concentrarse, pero resopló en frustración.

—Odio ser humano, esto es peor de lo que pensé.

—¿No puedes? Entonces tendré que llevarte —amenazó el chico y brincó tan rápido que ellos solo pudieron gritar.

Hoshi también brincó y, del puro susto, volvió a ser loro por un segundo. Sirio, al sentir la emoción de ya casi tenerlo, cambió de forma ante los ojos aterrados de todos, y cayó al suelo convertido en gatito.

Los presentes quedaron con las expresiones congeladas, viendo como el chico, ahora un gato negro y blanco de ojos verdes, se miraba las patas, horrorizado. Dio un grito y empezó a convertirse en distintos animales en su desesperación mientras rodaba en el suelo.

—¡Creo que lo convertí en un cambia formas, pero no sabe cómo manejar sus poderes! —avisó Hoshi.

—¡Entonces huyamos! —Manuel tiró de ellos y siguieron corriendo.

—¡Esperen! —gritó Sirio ahora convertido en ratoncito.


Los chicos corrieron tanto que sintieron que se habían perdido en el cada vez más frondoso bosque. Había empezado a aparecer neblina y se podía escuchar escabrosos ruidos en la distancia. Un grito repentino a lo lejos les hizo detenerse.

Solo podían escuchar sus respiraciones agitadas.

—Quizá no debimos dejarlo solo —susurró Karen.

—¿Estás loca? ¡Quiere a Hoshi!

—Sí, pero necesitamos fuertes aliados en caso de que la bestia del bosque aparezca.

—El castillo está cerca, no debería tomarnos mucho en llegar.

—Hoshi, solo danos poderes para poder pelear.

—Ya has visto que mis poderes fluctúan. Incluso pude regresar a ser un loro, pero solo por un instante. Significa que la magia de ese impostor está actuando sobre la mía.

Siguieron caminando, cuando entre la niebla, Karen vio la silueta de alguien. Parecía anormalmente alto y con orejas en punta como las de algún animal.

—¡Oiga, señor!

Manuel la detuvo.

—¡¿Qué haces?! —exclamó en susurro—. ¡Si estás en un bosque horroroso no le hablas a las siluetas en la distancia! ¡Mucho menos si no parecen humanas!

—¡Necesitamos aliados! —Se zafó de su agarre y continuó mientras Manuel corría a esconderse detrás de Hoshi—. ¡Señor! ¿Hola?

La persona volteó, mostrando ser alguien normal, contrario a lo que esperaba Manuel. Era un chico de cabello negro con un gato encima de su cabeza, lo que había ocasionado la rara silueta.

—Oh, hola —avanzó hacia ellos—, creí que nadie había sobrevivido a la bestia del bosque.

Manuel salió de detrás de Hoshi.

—¿Has visto a la bestia?

—Eh, no.

Hoshi observó bien al gato para asegurarse de que no fuera el tal Sirio, pero este tenía los ojos bien amarillo patito.

—¿Cómo te llamas?

—Soy Alex y él es Gato.

En eso, escucharon movimientos entre la espesura del bosque, y un extraño traqueteo producido por la garganta enorme de alguna criatura. Manuel se espantó y regresó a esconderse detrás de Hoshi.

—¡Dame poderes!

—¡No puedo!

—¡Le diste poderes al chico gato!

Se fijaron en los troncos de los árboles, empalidecidos por la tenue luz. Karen juraba que había escuchado algo por ahí, pero no parecía haber nada. Siguieron caminando, pero Manuel quedó con los ojos más abiertos de lo normal, cuando detectó un muy leve movimiento.

Uno de los "troncos" más delgados se levantó y movió hacia la penumbra, como si fuese la pata de algún animal muy grande y delgado.

El chico dio un brinco.

—¡Karen! —corrió tras ellos, que ya lo habían dejado—. ¡Kareeen!


—Y dime, ¿se han llevado a algún ser querido tuyo? —le preguntaba la chica al nuevo.

—Sí, a mi hermanita.

—Oh... —Karen se preguntó si quizá se habían llevado a alguien de su familia y ella no se había enterado.

Apenas Manuel los alcanzó, una pantera negra de ojos verdes se interpuso en su camino de un salto. Empezó a gruñir y ellos a retroceder, sin embargo, algo más hizo acto de presencia, alejando también a la pantera, quien se convirtió de regreso en el chico gato, Sirio.

—¿Por qué sigue con ropa, si acaba de convertirse en un animal? —murmuró Alex al ver eso.

—Y yo qué sé, no soy escritor de fantasía.

La bestia del bosque era un ser alargado, pálido y de extremidades muy delgadas, con enormes ojos negros y toda una hilera de dientes afilados. Manuel se abrazó a Hoshi mientras gritaba y Karen retrocedió más.

Su garganta vibró, produciendo ese horroroso traqueteo.

—A la cuenta de tres, corremos al castillo —susurró Hoshi.

—Yo no voy a huir —dijo Sirio, preparándose para pelear.

—Gato. —Alex extendió el brazo y su gato negro caminó sobre este para quedar completamente erizado, luciendo lo más amenazante que podía lucir un gato.

—¿Será su Pokémon? —murmuró Hoshi.

—Tú tienes un fetiche con ese juego —contraatacó Manuel.

—¡Apártense! —ordenó Alex y su gato brincó.

Vieron con sorpresa cómo el animal se transformaba en una cosa de ultratumba, como un demonio con alas más oscuras que la penumbra de la noche, ojos amarillos y profundos, largos y delgados brazos negros que terminaban en oscuras garras.

Karen tiró de Manuel y Hoshi y echaron a correr, ya que no tenían poderes, solo interrumpirían. Además, quería llegar pronto al castillo y así acabar con todo.


Un holograma apareció mostrando al organizador.

—Mi bestia los mandará a un lugar mejor.

Ambos se lanzaron al ataque, pero Sirio no pudo hacer mucho, ya que la bestia veloz lo atrapó, y el gato demonio de Alex tampoco funcionó y también fue capturado.

La bestia se los llevó mientras forcejeaban y los arrojó a una jaula inmensa. Ambos se pusieron de pie y vieron a más personajes de libros encerrados. En la puerta había un papel pegado con cinta que decía: "un lugar mejor".

—¡Pero qué...!

Sirio rascó el material, olfateando.

—Es... de chocolate...


***

Karen pudo ver el castillo. Corrieron hacia la entrada y se encontraron con más personas, algunos intentando empujar la puerta, una chica le arrojó fuego, pero la madera seguía intacta.

De entre el túmulo de gente alterada, salió Harry, amigo de ambos.

—¡Heeeey! —saludó feliz.

—¡Ejeeeeey! —se acercó Manuel.

—¡Hace... kilos, que no te veo! ¿Eh?

—¡Ajaja! —rio de forma extraña y forzada—. Y tú, hace cabellos que no te veo —despeinándolo.

—¡Ahaja! Ya. Ya. No da risa. —Le dio un empujón.

Manuel le respondió con otro para luego recibir más y terminaron manoteando el aire mientras Karen se acercaba a la puerta para ver qué pasaba.

En la madera había un papel.

"Las puertas solo se abrirán para quien traiga al loro". Y después de leer, estas se abrieron.

—¡Ella tiene al loro! —gritó alguien.

Y todos los demás voltearon. Hoshi se puso entre ella y las personas.

—¡Dennos al loro! ¡Quiero revivir a mi personaje favorito!

El chico loro frunció el ceño.

—¿Eso es todo? Yo puedo hacer más que eso, pero necesito volver a mi forma de loro y dejar de ser esta horrenda criatura.

Todos quedaron en silencio.

—Pero si luce normal —susurró alguien.

—¿Hoshi? —murmuró Harry, y se puso entre ellos—. ¡Déjenlos ir!

—¡No! ¡Se llevaron a mis familiares! ¡A los seres queridos de todos!

—¡Si me ayudan, puedo arreglar esto! —insistió Hoshi.

Una pantalla mostró al organizador con la máscara trucha.

—Han llegado lejos, han podido contra mis criaturas del bosque, ¿van a creerle y rendirse ahora?

Las personas quisieron atacar a Hoshi, pero Sirio y Alex aparecieron y se pusieron entre ellos para defenderlos.

—¡Libera a nuestros seres queridos! —ordenó uno.

Entonces Karen y Hoshi corrieron hacia el interior del castillo mientras las puertas se cerraban lentamente y sus amigos iniciaban una nueva pelea.

Subieron las escaleras veloces y llegaron a una habitación llena de pantallas, mostrando imágenes de distintas celdas y sectores del bosque. En una silla grande de escritorio se encontraba sentado de espaldas el organizador de todo eso.

—Muéstrate, estás rodeado —exigió Hoshi.

—Ustedes dos no tienen poderes, ¿qué van a hacer?

Karen notó que una de las celdas tenía a Adam, su sexy novio, y eso la preocupó.

—¡Libéralo, por favor!

—Te concederé el deseo, pero solo a ti, todos los demás sufrirán el peor castigo que un personaje literario puede sufrir: el olvido.

Karen pensó en los demás que esperaban abajo por sus seres queridos, y se sintió mal por todos, creyendo que todo era su culpa, como siempre, por tener a un loro mágico que había hecho desastres a veces.

La silla giró y pudieron ver al responsable. Era un animal pequeño con una capa con capucha y la máscara trucha.

—¿N-Nieve? —murmuró Hoshi, atónito.

El gatito blanco se sacó la máscara y lo señaló con enojo.

—¡Dijiste que yo no sé hacer comedia! —Se paró en sus dos patas traseras en el asiento de la silla—. ¡Ahora te he hecho pagarlo con un buen susto!

A Karen le tembló un párpado luego de quedar a cuadros al ver que todo había sido un juego tonto entre ese par de amigos-enemigos.

—¡Libera a los personajes literarios y regrésame a mi forma normal! —exigió Hoshi.

—Solo cuando admitas que yo también puedo narrar buenas historias!

—¡Jamás vas a superarme!

Entonces sintieron una fuerte aura de rabia y voltearon asustados. Karen estaba rodeada de una llamarada de fuego, con los ojos encendidos.

—Me hicieron pasar el susto de mi vida por una tonta competencia entre ustedes —murmuró de forma siniestra. Hoshi volvió a ser loro del puro susto y se abrazó a Nieve—. Regrésenme a mi casa. ¡Ahoraaa!

Las llamas se avivaron y ambos animalitos gritaron.


Nieve liberó a todos, revivió a unos cuantos personajes literarios, y regresó las cosas a como estaban. Karen quedó tranquila al ver que ningún personaje fue lastimado, y pudo volver a su casa a disfrutar de los dulces que habían sobrado.

Hoshi y Nieve, por su parte, se fueron a espantar por ahí, disfrazados de humanos.

Y tú, ¿cuál es tu deseo? Adéntrate en el bosque y pídemelo.

... ¡Muajaja!

NOTA: Gracias por entrar a una pequeña parte de mi mundo. Los hechos ocurridos aquí no son canon de mis novelas de donde tomé personajes, pero sí de La maldición del cliché, que es en donde Hoshi hace de las suyas con su narración. Es mi novela de humor por excelencia puede decirse, Hoshi tiene razón, nadie lo supera narrando humor <3

Novelas de donde tomé personajes:

Sirio (chico gato): Ojos de gato tentador

Alex: Y líbranos del mal

El resto, por supuesto, son de La maldición del cliché.

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