Han pasado cinco años desde la primera vez que apareció en mi vida. Al principio no sabía como llamarle, estaba en negación. Nunca le di importancia a los sueños hasta esa noche.

Estaba escribiendo, era de madrugada y estaba muy emocionada de publicar otro capítulo más. Me tiré en cama cerca de las cuatro de la madrugada, de cabeza, como siempre, por mi pánico a dejar mis pies descubiertos. Mi corazón latía a mil por hora, no podía mirar a esa esquina. Desde que tengo memoria le tengo animadversión a ese pedazo de la casa sin razón aparente, mi closet la cubría pero me daba mucho miedo. Giré el rostro hacía la pared para intentar dormir pero me fue inútil, comencé a pensar en el nuevo capítulo a publicar para que me entrara el sueño y así ignorar el sentimiento de desasosiego que me invadía, balbuceaba algunas frases que ya no recuerdo para la novela en ese estado donde te desvaneces por segundos y luego abres los ojos de golpe. Había risas apagadas pero no me percaté de eso hasta que comenzaron a susurrar mi nombre. Estaba convencida de estar soñando pero de pronto una voz femenina que parecía correr desde muy lejos comenzó a llamarme para culminar el resto de mi nombre en mi oído derecho de tal manera que salté de la cama buscando por alguien a mi alrededor. Caminé por la casa buscando a mi madre o algún indicio de que lo sucedido hubiese sido parte de una broma de mal gusto pero no había nadie, todos dormían. Volví al dormitorio y me senté encima de la cama muy asustada, no quería mirar a esa esquina: Sabía que la voz había corrido desde ese lugar. Esa noche dormí a causa del cansancio con un fuerte del almohadas a mi alrededor para taponar los ruidos, fue solo una hora por lo cual estaba molida en la preparatoria.

Por la tarde todo estaba normal en casa, mi madre cocinaba y todo estaba intacto en mi cuarto. Recuerdo cerrar los ojos e ir a tomar el toro por los cuernos, moví la ropa del closet y vi esa esquina que no era más que material de construcción, limpie con un trapo, para mi era la reafirmación de la lógica, del presente. Sin embargo aún tenía miedo, quise dormir un poco pero me daba mucho miedo el cuarto así que me tiré en el sofá, no soñé.
Dormí cerca de dos horas, el día se fue muy rápido y después de cenar todos se iban a dormir, uno de mis hermanos se quedó dormido en el sofá de manera que tuve que regresar al dormitorio a intentar dormir algo.

La noche transcurrió de manera similar a la anterior, de modo que pasé la noche navegando en internet hasta agotarme lo suficiente como para caer rendida pero se escuchaban las risas y comenzaba a enojarme. No sabía que sucedía o porqué sucedía pero el cansancio me superaba ya, salí de la habitación con una almohada y un cobertor para dormir en la sala cerca de mi hermano, pero las voces seguían en mi cuarto, podía escucharlas se mofaban de mi. Dormí, no se cómo ni a que hora pero al despertar sentía dolor en el cuerpo, la espalda me mataba, no quería ir a la escuela pero lo hice.

No quería entrar al dormitorio ni siquiera para cambiarme la ropa, mi madre me notó asustada y me cuestionó pero no quise decirle lo que sucedía, diría que todo era producido por un cúmulo de cosas o que el cansancio me hacía delirar. Sin embargo al verme tan asustada me ofreció dormir en el sofá, debo admitir que me sentí aliviada. Me acosté muy temprano justo cuando oscurecía, mi familia estaba en la sala conmigo, me sentía tranquila.

Todo esta oscuro, poco a poco se aclara, estoy de pie en el marco de la puerta de mi dormitorio, me da mucho miedo ver dentro, todo es oscuridad. Giro mi cabeza buscando a mi familia y ahi están dormidos al lado de mi, estoy ahí dormida.

Un frío me recorre la espina dorsal mientras veo mi rostro totalmente apacible, estoy dormida ¿pero cómo?, un crujido me hace girar la cabeza, proviene de la habitación de esa esquina. La veo salir, es una araña, es una mujer, un engendro que parece quebrarse mientras en cuatro patas intenta caminar toda ella cubierta en una especie de pintura negra; me mira y siento que el corazón se me sube a la garganta: no puedo gritar pero sé que debo correr. Giro sobre mis talones al ver que ella se abalanza  para alcanzarme y brinco a mi cuerpo con la esperanza de despertar y gritar.

Abro los ojos y no hay más que oscuridad.