Dulce maldad
—¡Carlos! ¿De qué quieres el helado? —pregunta Gaby desde el mostrador.
—De lo que sea, solo no grites —responde a secas mirando el libro de matemáticas en sus manos.
Una sonrisa ladina danza en mis labios.
Le dedicó una mirada de malicia al moreno y luego hablo:
—Yo quiero de fresa, ¿tu favorito, no?
Gaby sonríe satisfecha y me lanza un beso en señal de agradecimiento. Observó como Carlos gruñe y la molestia baila alrededor de él y su diabólico libro de mate.
—¿No lo querrás de chocolate amargo? Como tu alma... —pregunto sonriendo con viveza. La mesa que antes me parecía algo grande, ahora tenía un aspecto algo chico para nosotros tres, ¿tal vez sería mejor para dos? Quizás sí...
—No te metas en donde no debas, Luis. —Me advierte mientras ojea que Gaby no nos escuche.
—¿Yo? —finjo inocencia—, para nada, solo quería saber qué sabor combina con un ser tan agrio como tú.
La heladería se hallaba algo vacía y las decoraciones rosas pastel hacía ver el ambiente algo tierno y embelesado sobretodo para las parejas. El lugar indicado para una subida de azúcar, tanto por helado o por amor...
Carlos intenta debatirme, pero una risueña Gaby viene a nosotros con dos helados, uno de chocolate para él y uno de fresa para mí.
—Gracias —dice con una sonrisita tímida.
Ella asiente amable y se va para buscar el suyo.
—Perdóname —logro decir en un tono jovial y perverso.
—¿Por qué?
—Por esto.
En segundos tomo de su maléfico libro creado para el sufrimiento eterno y en un desbalance precipitado cae junto al helado. De manera determinada, Gaby gira en ese momento y se acerca con pesar al ver el helado de Carlos en el piso.
Su mirada, aún en shock, luego es cegada por rabia. Su mente brillante debe de estar procesando el porqué. Él sabe que yo sé que está enamorado de esa castaña en frente de nosotros, lo niega, pero cuando prestas atención todo es muy claro. Él es listo, pero yo más rápido.
—¡Ay! Lamento eso... —digo lo más rápido posible en tono dramático—, pero Gaby, puedes compartir el tuyo con él. A Carlos le gusta más la fresa.
Ella asiente con cariño.
Yo sonreí por la dulce jugada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro