| 𝐑𝐞𝐝
Dami estaba sentada en la cafetería que había en la esquina de su casa. Perdida en sus pensamientos miraba el cuaderno que tenía entre sus manos mientras esperaba aquel manjar de color negro junto con la típica golosina azucarada que pedía cada vez que iba; nada más y nada menos que una fina rebanada de tarta de vainilla rellena de crema y trozos de fresas.
Cuando su pedido llegó tuvo que despegar la vista de las viejas páginas de aquel cuaderno oscuro. Su mirada viajo hasta la nota mal escondida bajo la tasa de café, sin pensarlo la tomo y guardó dentro del libro, siguiendo con su cometido de merendar, todo, como si nada hubiera pasado.
A lo lejos, un muchacho que se encontraba apoyado en su motocicleta negra observaba a la muchacha solitaria a través del ventanal. Cuando noto que esta se retiraba, luego de unos buenos treinta minutos, no dudo en comenzar a seguirla, intentando memorizar la ruta que ella usaba. Mientras sus pensamientos tomaban nota de la ruta sus ojos no podían dejar de notar como era ella: de estatura promedio, tal vez 1,65, de cabello largo de color negro; usaba jeans oscuros, remera clara y una cazadora de color negro, en sus pies se notaban unos deslumbrantes tacones negros de no más de 10cm. Lo único malo es que no podía seguir observando el dulce rostro que había apreciado desde la distancia antes.
Al final, ella se detuvo en una casa de aspecto descuidado, de un solo piso, con las ventanas tapadas por metal. Aquello le pareció extraño, pero buscó un lugar alejado para poder seguir con la misión encomendada.
Cuando ella por fin ingreso a la propiedad por una portera de un color verde desteñido que estaba a un lado de la fachada, vio la oportunidad de seguirla. Tanteo el arma en su cintura y avanzó por el mismo camino que ella; intentado hacer el mínimo ruido posible.
Más adelante, a través de una ventana que no estaba cubierta por completo —y que termino de destapar— ingreso a la casa. El primer sentido que su cuerpo ocupó fue el olfato. El hedor a hierro le tapo las fosas nasales, no tenía que ser un genio para saber que ese olor provenía de algún cadáver que debía de haber en el lugar; especialmente porque podía distinguir el hedor a putrefacción que lo rodeaba. Conteniendo la respiración lo más posible y, evitando dar arcadas, continuo por un pequeño pasillo hasta que la escucho.
Escucho claramente, a medida que se acercaba, como aquella voz se convertía en la chica y ella, observada desde la distancia de una vieja estantería oportunista, discutía ferozmente con alguien.
Él frunció el ceño al ver a la chica únicamente con una vieja catana¹ en las manos.
Dami, había entrado en aquella casa en la que su vida cambio, no podía negarlo, la conciencia la estaba matando después de todas las cosas que había hecho, pero no podía volver el tiempo atrás, así que solo le quedaba discutir alguna solución a todo aquello con el menor número de muertes posibles, pero ella, esa estúpida arma japonesa, no podía entender los pensamientos de la chica. Su discusión era algo larga, tanto, que la continuo aún cuando sintió la presencia de alguien más en la habitación, pero ya sabía quien era, después de todo, no era tonta y lo había visto a través del cristal, además de la nota que volvía a su memoria.
Sus ojos volaron un momento a la vela roja que alumbraba el lugar y, con un rápido movimiento, la apagó. Él se alteró, sus ojos se movieron sin parar en busca de algo, simplemente intentando adaptarse a la poca luz que se filtraba por los cientos de agujeros que había en las cuatro paredes.
—Si eres real... —. Y esas fueron las últimas palabras audibles, mientas que sus ojos solo pudieron fijarse en los ojos rojos de la chica antes de apagarse.
Dami observo la cabaza caer sin gracia a un lado del cuerpo, mientras que la sangre que salía de su yugular manchaba el techo y las paredes que tenía delante de ella. Con un brusco movimiento de brazo termino de limpiar la hoja del arma blanca, mientras sus pensamientos no dudaron en recordarle la nota anteriormente leída:
«Están tras de ti, Red».
↭ ✾ ↭ ✾ ↭ ✾ ↭ ✾ ↭ ✾ ↭ ✾ ↭
Cr. | Historia original
1: Se encuentra bien escrito, porque ya no es la palabra del japones, sino una adaptación al español.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro