Ángel
29-10-2013
Sobrevuela el Ángel por dos veces la tierra, se ha detenido sobre el edificio más alto construido por el hombre en ella.
En su diestra trae la espada de fuego y en la izquierda una copa rebosante con la sangre de los que claman.
Y su voz resuena por todo el planeta, y su voz se escucha en todos los idiomas:
Mirad hijos del hombre que en mi mano traigo la sangre que habéis derramado en esta tierra. La sangre de los inocentes, los torturados y asesinados. La sangre, también, de todas las criaturas a las que habéis explotado hasta el exterminio, convirtiendo este paraíso en un infierno para todos los que aquí habitan.
Su dolor nos ahoga.
Mirad hijos del hombre que en mi mano traigo la espada de fuego que soporta todo vuestro odio, violencia y maldad.
Su peso nos aplasta.
Vuestro fuego nos abrasa.
Mirad que esta espiral que habéis creado y alimentáis cada día, os lleva veloces hacia los cuatro jinetes. En el cielo estrellado os lo hemos anunciado, ¿lo veis?
Cuándo dejasteis de buscarnos, si alguna vez lo hubierais intentado.
No lo hagáis por Él que os ama y os llora, y cuyo nombre profanáis y despreciáis constantemente. Más os valiera no pronunciarlo.
No lo hagáis por nosotros, aquellos que llegamos desde otros mundos tan maravillosos como el vuestro, alcanzamos la plenitud y ahora nos compartimos.
Como el hermano mayor al pequeño así os amamos.
Hacerlo por vosotros mismos, para que no caiga en el olvido vuestra especie y de cuantas muchas otras habita este planeta.
Para que no dejen de ser y se conviertan en un recuerdo.
¡Qué no se agote esa vida!
Cese vuestro odio, cese vuestra violencia, y levantad un monumento de paz con todas las armas que infringen dolor, miedo y muerte. Empezad así, desde la más mortífera hasta la más insignificante, esa que se encierra en vuestros corazones.
Alzad un obelisco que pueda verse en todo el universo, y todos sepan que los humanos son una especie de paz, respeto y amor, y que son dignos de alcanzar a sus hermanos que comparten un universo preñado de otras vidas que se encuentran, se descubren, se comparten y se reinventan.
Podéis hacerlo".
Así suena por todo el mundo en todos los idiomas la voz del Ángel. Pero el hombre, no escucha, no ve, no responde.
En una plaza un niñ@ que apenas ha aprendido a hablar le mira atónit@, en éxtasis ante sus palabras. Su madre avisa:
-Vamos cariño, a veces me preocupas cuando te veo en ese estado. Vayamos a buscar a papá y volvamos a casa.
Como ese niñ@, algun@s otr@s en algunas otras plazas de este mundo también escucharon y vieron al Ángel, y comprendieron sus palabras...
No profanarán su nombre.
Leído por: @charelescritor
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