Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

«El cataclismo de Ícaro»

31 de Diciembre de 1990.

Un cielo plomizo se confundía entre el mar de rascacielos que se expandían en el centro de Kiev; sus colores, antes vivos, se diluían en una triste gama de tóxicos grises. Antes era magno e incesante, ahora se desdibujaba en las sombras de una metrópoli embargada por el temor que había dejado la explosión nuclear de Chernóbil unos cuatro años atrás.

«Volverá a suceder», había pronosticado un físico por ese entonces, había perjurado que el accidente ocurriría nuevamente y nada podría detenerlo, porque la ambición de poder era tan grande que muchas de las testarudas mentes a cargo no serían capaces de reconocer que aquello no fue un accidente, sino un error humano.

En el final de ese diciembre que daría paso a un nuevo decenio, todo era gris, demasiado. Las máscaras anti contaminación cubrían cada rostro. Las cenicientas calles estaban apenas pobladas por algunos soldados que continuaban vigilando que nadie traspasara las fronteras, especialmente, los curiosos. El toque de queda había iniciado a las 18:00 horas en punto y solo personal autorizado podía movilizarse de un lado al otro.

En el continente americano se corría la voz de que la contaminación continuaba haciendo estragos en la Nación rusa, todos estaban atentos a la posibilidad de un nuevo accidente nuclear. En tanto, el jefe de estado ruso se hallaba en su despacho cuando recibió una llamada. Cuando colgó el teléfono, su rostro estaba transfigurado en una mueca de preocupación.

¿Sería posible? El mandatario se preguntaba si en verdad aquel científico que tanto les preocupaba —y al que llevaban años vigilando por ser fanático de las mutaciones humanas y los experimentos ilegales—, había logrado crear al fin lo que predijo un día: un hombre nuclear.

Volvió a descolgar el teléfono y llamó a uno de sus hombres de confianza para que reforzara la vigilancia. No debía confiarse.

Lejos de allí, un automóvil surcó a toda velocidad aquellas cenizosas calles y estacionó frente a un desolado edificio de aspecto gubernamental, que ahora servía de refugio para un grupo reducido de laboratoristas y para el revolucionario científico que acababa de llegar al mismo. Alrededor del edificio, la ciudad registraba una polución que viciaba la atmósfera, los soldados portaban gruesas máscaras anti contaminación y trajes revestidos de plomo que impedían que ciertas partículas ingresaran a su organismo.

Boris Voronin, apuró sus pasos por uno de los pasillos, sosteniendo una bandeja con varias muestras. Se detuvo frente a una puerta y digitó un código en un teclado botonera para ingresar a un inmenso laboratorio que se encontraba al otro lado.

Tomó unas de las muestras y la colocó bajo la mira del microscopio. Una oleada de felicidad recorrió su rostro cuando comprobó por enésima vez que su experimento reaccionaba como esperaba. Evolucionaba, buscando un huésped al cual aferrarse. Ya podía demostrar que tenía el arma perfecta para contener cualquier desastre nuclear. Solo necesitaba al ser humano correcto para que pudiera contener todo ese poder y convertirse en el súper soldado que él pretendía crear para su Nación. Alguien sobrehumano que obedeciera órdenes y fuera tan letal que nadie se atreviera a desafiarlo, indestructible y capaz de absorber tanto poder que podría contener incluso la radiación de una bomba.

Miró hacia la puerta que tenía a sus espaldas y frunció el ceño. Gracias a él había conseguido crear el suero perfecto. Pero... él, era su mayor debilidad y también su experimento más importante.

Atravesó la puerta, reencontrándose con el reducido equipo de ayudantes a su cargo, y dentro de un contenedor de metacrilato, se hallaba un joven de no más de 22 años. Ícaro, su único hijo. Todos sabían lo que Boris le había hecho: experimentó con su propio hijo, pero no buscaba salvarlo ni salvarse como había dicho en un principio, sino probar que era capaz de hacer lo imposible.

Voronin expuso a su hijo a la radiación de Prípiat durante más de un mes con la intención de probar que era capaz de evitar su muerte. Al principio, contrarrestó varios de los síntomas y efectos de esta exposición con fármacos preparados por él mismo y pronto halló la cantidad exacta de yodo y otros componentes que fueron amortiguando los dolores producidos por la radiación en su organismo y las heridas que le provocaban los cambios que sufría su cuerpo. Mientras más grande era la exposición, más cantidad de experimentos realizaba Voronin; las pústulas cicatrizaban por fuera, pero, en la mente de Ícaro, se hacían cada vez más grandes y supuraban decepción, impotencia y odio hacia su padre.

Esa tarde, Ícaro decidió utilizar por primera vez sus poderes para escapar de su padre y de los soldados, decidido a tomar las riendas de su vida, lejos de los experimentos y de aquella vida nefasta, expulsó a través de su cuerpo una gran onda de energía calórica que derritió el metacrilato, permitiéndole atravesarlo.

Nadie se animaba a acercarse, su cuerpo ardía por fuera, pero no le ocasionaba ningún daño. Clemens lo observaba fascinado sin reparar en que Ícaro se alejaba lentamente hacia la salida y lograba salir del edificio. Boris lo siguió:

—Volveremos a vernos —le advirtió, alejándose—. Me enfrentaré a todos tus inventos y los destruiré. Porque nada de lo que tú hagas le hará bien a este mundo.

Luego dio un golpe en el suelo con uno de sus pies, haciendo que se eleven millones de partículas y junto con ellas se impulsó hacia el cielo a una velocidad impensada, desapareciendo de la vista de todos.

Boris apretó sus labios, pensativo, volvió a ingresar al laboratorio con paso cansino. Allí, en una vitrina, aún guardaba una muestra de la sangre de Ícaro y tal como su hijo suponía, seguiría experimentando y tratando de replicarlo, pero faltaba mucho aún para que pudiera crear un nuevo hombre nuclear. Aquel que estaría destinado a salvar el mundo y a morir en manos de Ícaro, el principio y el final de todo lo que su padre había creado.

---------------------

¡Gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro