Schuyler sisters
Érase una vez tres jóvenes hermanas que decidieron ir al bosque a buscar alguna bonita casa de chocolate para pasar el rato entre deliciosos dulces. Tenían mucha hambre. Caminaban entre la oscuridad famélicas y asustadas. Resulta que también les perseguía un lobo. Uno que, como ellas, estaba muy hambriento.
-Papá dijo que teníamos que regresar a casa para el anochecer -murmuró Margarita, la más joven de las tres. Estaba muy asustada.
-Papá no tiene porqué enterarse –respondió Angélica, la mayor.
-Papá dijo que no fuéramos al bosque –insistió.
-Como te dije, eres libre de marcharte –añadió Elisa, la mediana.
Margarita miró detrás de sus espaldas, al oscuro bosque que habían dejado. Y, así, olvidó lo que su padre había dicho.
Siguieron caminando, con la siniestra pero invisible sombra del lobo pisándoles los talones.
-Mirad a vuestro alrededor –comentó Angélica acariciando el hombro de su vestido rosa- todo es tan tranquilo aquí... Casi como si no existiera revolución alguna.
Eso le hizo recordar algo a Margarita.
-Ya es suficientemente malo que papá quiera luchar en la guerra –miró a su alrededor con un muy mal presentimiento. Tenía hojas pegadas en su vestido amarillo.
-Y toda la gente gritando en la plaza... -los ojos de Elisa se entristecieron y brillaron del mismo azul que su vestido, con el fantasma de unas lágrimas hacía mucho derramadas.
-Y ya es lo suficientemente malo que vaya a haber violencia –recalcó la más joven.
Pero Angélica sonrió, giró sobre sí misma extendiendo los brazos y sonrió.
-Hay nuevas ideas en el aire.
-Angélica- dijo Elisa, también sonriendo- recuérdame qué estamos buscando.
-Elisa, buscamos mentes que estén a nuestro nivel.
De pronto, la sombra que las había estado siguiendo se dejó ver. Las chicas dieron un respingo. Poco le faltó a Margarita para echar a correr.
-No hay nada como el verano en el bosque –dijo el lobo, que en realidad no era un lobo sino un joven con aspecto un tanto pedante-. Alguien con prisas conoce a semejantes bellezas. Discúlpeme, señorita –miró directamente a Angélica-, sé que no es gracioso pero su perfume huele a que su padre tiene dinero. ¿Qué hace aquí perdida? ¿Busca una mente a su nivel, dice?
Angélica se estiró la tela del vestido rosa y miró directamente al lobo.
-Aarón, me disgustas –sentenció sin un atisbo de duda. Escuchó a sus hermanas soltar una exclamación de sorpresa.
Él sonrió.
-Ah, así que has oído hablar de mí. Soy un hombre de bien, alguien de confianza.
Elisa y Margarita dieron un paso hasta estar justo al lado de su hermana. Parecían, con sus vestidos (azul, rosa y amarillo), una especie de oda al color frente a la oscuridad del bosque.
-He leído lo suficiente como para cultivar mi mente –comenzó Angélica con mirada fiera-. Muchos hombres dirán que soy demasiado intensa o que estoy loca. ¿Quieres una revolución? Yo quiero una revelación. Escucha lo que tenemos que decir.
Y, las tres a la vez como si fueran una especie de onírico y colorido coro, dijeron:
- Sostenemos como evidentes por sí mismas la realidad de que todos los hombres son creados iguales.
El lobo las miró confundido.
-Y cuando conozca al presidente –continuó Angélica, esta vez sola-, lo obligaré a incluir a las mujeres en la secuela.
-Mira a tu alrededor –comentó Elisa alegremente- mira cuán afortunados somos de estar vivos en este momento.
Aarón intentó dar la vuelta y marcharse, pero no fue lo suficientemente rápido.
Las hermanas se alimentaron de él y saciaron temporalmente su hambre. Pero pronto regresaría, así que tendrían que leer más libros y buscar más curiosos que se aproximasen al bosque.
Y Margarita seguía diciendo que su padre se iba a enfadar con ellas.
Pero su padre había sido el primero de todos.
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Buenas, al habla la autora. Creo que debo dar una pequeña explicación sobre este relato. Está basado en la canción The Schuyler Sisters, del musical Hamilton. Más específicamente, el encuentro que tienen las hermanas con Aaron Burr. Se me ocurrió hacer una especie de cuento a partir de ella y, bueno, se me fue de las manos. Pero me gustó mucho escribirlo.
Hasta aquí el comunicado. Un saludo.
Alba.
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