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Es lo único que encontraron junto al cadáver de Don Alfonso. La única pista, completamente inservible. ¿Es que acaso esas palabras escritas en un papel de libreta cortado significaban algo? El detective Pérez lo dudaba.

-Es lo único que tenemos, señor- dijo Tomás, su aprendiz.

-Pues menuda mierda- contestó él.

-Pablo, no puedes decir eso, no está en el guion- oyó protestar al director.

-Admite que mola más que "aun siendo lo único, y por poco que parezca, nos ayudará a resolver el caso".

El director le dio un sorbo a su café (descafeinado, con dos gotas de leche y tres sobres de azúcar).

-Pues no, Pablo, no "mola más"- dijo poniendo los ojos en blanco.

El joven actor miró directamente a uno de los focos, preguntándose a sí mismo por qué había aceptado hacer esa estúpida película. Cuando apartó la vista, puntitos negros bailaban por los límites de su visión. Porque no tengo un duro, resolvió él solo.

Ganas de largarse no le faltaban, eso seguro. Pero tenía dos hijos y una mujer. Y no podría soportar de nuevo ver el reproche en los ojos de Lidia.

-Bien, pues empecemos otra vez- su voz sonaba cansada. Le sudaba la cabeza por aquel estúpido gorro de "detective"- cuanto antes terminemos, mejor.

-¡Acción!