Inocencia en Gloria.
13 - Agosto - 1998.
Eran las 2:50 am.
Faltaban diez minutos, los cuales la pequeña, con la más grande intención, quería que se hicieran eternos.
No dejaba de observar el reloj, ese tic-tac tan desesperador le aporreaba los sentimientos, el frío le hacia retorcerse en la cama y su mente tan escandalizadora le asustaba una vez más.
Faltaban ocho minutos.
Tapó su cara con la camiseta beis de su padrastro, sí, de ese asqueroso, pero qué más da, era lo único que tenía de cobija, que tenía de almohada. Sólo duró con ella dos minutos. No aguantaba el olor que desprendía la camiseta, era repugnante a su corazón.
Faltaban cinco minutos.
El mar negro que habitaba debajo de sus clareados ojos le quitaba cierta gracia. Esa resequedad en su labios no dejaba de mostrar el hambre con el cual lentamente moría. Era un día de tormentos.
Sólo tres minutos.
"¡Vámonos! ¡Volémonos! Donde nadie sea nuestro mártir y los segundos sean bendición, ¡Vámonos, corazón! que la vida no es ésto y el dolor no es ajeno." Repetía como si de exorcismo se tratara, eran impulsos que no llegaban a la acción, por miedo, por un temor a que la encontrara en donde fuera, porque "Los desastres no llegan muy lejos" le había dicho su mamá antes de morir.
El rugido de la puerta la paralizó. Una vez más. Ya llegó. Que lluevan meteoritos para que el dolor no sea dolor, que vengan las lágrimas para que sean la anestesia de la sangre que ha de brotar, que sea rápido para que no fluyan sentimientos de mal.
-¿Me extrañabas? -Ángela dejó que por sus mejillas pasaran gotas calientes. El pulso se le aceleraba cada vez que él se acercaba. Otra herida, otra llaga más.
Temía a que Joselín, su hermanito pequeño, entrara por esta puerta en este momento, no se lo perdonaría nunca, aunque ésta fuera la manera de "sobrevivir", aunque fuera por "Buenas obras", por "salvarle el pellejo a él".
Son las 3:20 am.
Aún no se ha cansado, a pesar del sudor que expulsa y el dolor que hace gemir a la pequeña, aún no se han agotado sus fuerzas y la sigue usando como una muñeca de barbie, como si fuese un trapo de usar y tirar, como si no tuviese sentimientos.
Son las 3:32 am.
Le vino a su mente ese momento en el cual se puso a hablar con una evangélica, le había atraído su forma de hablar, su manera tan espontánea de expresarse, esa sencillez con la cual demostraba que existía un Dios, "Uno que me podía salvar, que me ayudaría a salir adelante. Que de lo vil y menospreciado hacia cosas grandes...". Todo era confuso para Ángela, y no siendo más, le preguntó que porqué la gente era tan mala, que porqué a muchos se les olvida el amor de verdad, que porqué existe la maldad y porqué a ella le tocó conocer a ese pedófilo que mataba su vida en segundos. También, y sin agotar a la evangélica le preguntó que cuál era el sentido de la vida, que si es para morir, para qué nacimos.
Para impresión de Ángela, la señorita le respondió con una seguridad enternecedora, "Angelita, es que muchos no han conocido a Dios y cuando no lo hacen, se la pasan deambulando por la vida sin más, a donde me lleve el viento, hiriendo sin motivos, apuñaleando por "cuestiones personales", tomando venganza por sí, creyendo que la solución está en los demás, cuando en realidad la tienes tú tomando una decisión y disponiendo tu corazón para hacer el bien".
"El sentido de la vida sólo lo puede dar el creador de ella, en éste caso, Jesús. Él vino y murió por todas nuestras cargas, preocupaciones y dolencias, claro, para rescatarnos de la maldad y darnos una paz llena de gracia. No olvides que estamos aquí para su propósito, preparándonos para cuando él venga por una iglesia sin mancha"
Son las 3:46 am.
Suspiró entre lágrimas. Él se paró. Ángela volteó su rostro y no se permitió verlo, no quería hacerlo. Se sentía usada, ¡¿Quién iba a tener las agallas para observar al viejo decrépito?! Ay, Dios, era horroroso el vacío que la pequeña tenía. Le dolía la cabeza y sin mentir, el corazón.
"Un corazón contrito y humillado no desprecia Dios" Eso había dicho la evangélica. Cuando él se fue, aprovecho para arrodillarse. Su corazón sentía algo fuera de lo normal, se estaba quebrantando de la mejor manera posible, "Cuando le ore, dígale lo que le salga del corazón, él es el mejor en entender" le había susurrado la evangélica. "Y también cuando le ore, piense en grande, lo primero es arrepentirse y después ya verás el asombro con el cual te va a dejar".
13 - Agosto - 2006.
9:22 am.
El recuerdo de ese día le llena de esperanzas a cada momento. Justo ese día había tomado la decisión de salir de esa jaula, de permitir que Dios llenara esos vacíos y que también le lloviznara de vez en cuando para refrescar el alma.
Hoy, siendo la misma fecha de aquella noche, celebra, con un grito al cielo, la alegría de estar donde está, con metas que en esos tiempos no pensó que alcanzaría, con logros obtenidos y con una fe duradera que le motiva a vivir perfeccionándose para la gloria venidera, para verle cara a cara, ¿Cómo? No se sabe, pero para verle tal como él es.
Ángela tiene que admitir y no puede descartar esos momentos de desespero en los cuales casi que abandona la lucha, en los cuales su hermano pequeño le fue un motor para seguir y en los cuales duraba días sin querer ver a nadie. Se ponía depresiva. Los primeros días que se fue de esa casa, lo hizo pidiendo limosnas, no fue muy bueno que dígamos. Hubo noches que no podía dormir por el insomnio y las pesadillas, también tardes en las cuales su hermano gritaba de dolor en su barriga, pero si los vieras ahora, si les conocieras, entenderías que cuando tomas una decisión y luchas por ella, cuando escoges a Dios de primero en tu vida y te mantienes firme, el fruto que recogerás será inmenso, lleno de cosas agradables y sinceramente, no te arrepentirás.
¿Cómo un ser tan inocente puede ser violado por uno tan perverso?
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