Querido Fran:

No sé cómo actuar, y tal vez un abrazo sea lo que necesites, pero para esto sólo tengo mis palabras detrás de una pantalla, que no las quiero efímeras, las quiero permanentes en tu corazón para que se te grabe en tu memoria lo importante que es llorar y tirarse al suelo si es necesario, pero también la obligación que tienes de levantarte, sonreír y seguir luchando como siempre lo has hecho.

No quiero verte tan destrozado, pues mi sonrisa se desvanecería, y dos bellas almas así es doloroso, y más para el cielo colorido que desea pintar nuestras vidas, pero no lo logra por nuestro pensamiento tan espantoso.

Quisiera estar justo contigo y limpiar una a una tus lágrimas, aunque estás hayan creado ya un mar, y decirte que no permitas que los recuerdos te estorben, que no dejes que el pasado te aborde con acusaciones que no merecen ser mencionadas, porque fueron, más no son.

Quisiera estar ahí junto contigo en aquel lecho para que sientas mi presencia y sepas que no estás solo; que contar conmigo sería tal vez complejo, pero te escribiría cartas, te llevaría helado, te invitaría a ver tu serie favorita o iríamos a ver las estrellas en la noche desvelándonos mientras te sientes decaer, o te sientes feliz por algún desvarío mío.

Querido mío, tal vez no sea tu mejor momento, pero quiero que entiendas que esto no será eterno. Muy pronto te veré volar como el águila y seguirás siendo invencible ante las acechanzas humanas, y yo me sentiré orgullosa de ser quien te aliente, de verte llegar lejos y sentirte rebosar de pleno gozo y una exquisita felicidad.

Tu dolor siempre será mi dolor.

Con mucho amor,

Valentine.