
LINFOCITOS UNIDOS JAMÁS SERAN VENCIDOS
Esta historia, sucede, en estos momentos, dentro del organismo de alguna persona del planeta Tierra.
Si viajamos a través de carne, hueso y entrañas, llegaremos a la sangre, donde se encuentra nuestro poco común protagonista. Así es un linfocito B se encarga de mantener a raya a una bacteria patógena. Bajo las órdenes del capitán, un linfocito T, él y sus compañeros no tardan en eliminar al enemigo:
- ¡Buen trabajo chicos, una respuesta inmune impecable! – felicitó el capitán- Guardad en vuestra memoria a esta bacteria, si alguna de sus parientes viene a atacarnos ya sabéis como actuar.
- ¡Señor, si señor! – Contestaron al unísono todos los linfocitos B.
Nuestro linfocito B, regresó a su hogar, el timo, con una gran satisfacción, había sido un buen día en el que había cumplido con su trabajo. Pero el día no había acabado y nuestro protagonista no se esperaba lo que, en pocas horas, estaba a punto de ocurrir.
De repente se encendieron todas las alarmas.
- ¡Ha sido detectado un virus!, se moviliza a todas las unidades para pararlos.
El valiente linfocito se despertó y salió del timo para entrar en el torrente sanguíneo. Allí los eritrocitos que se encontraban mostraban su temor:
- ¡Un virus!, esperemos que acaben con él los glóbulos blancos.- gritaba uno.
- Me han dicho que han movilizado a los NT.- comentaba otro.
Nuestro linfocito pensó que si habían movilizado a los asesinos naturales, la cosa era seria.
Cuando llegó al lugar de la infección, lo que vio le produjo pavor. El virus se parecía mucho a ellos, pero de color azul y tenía muchos tentáculos. Uno de ellos había cogido a un linfocito T, y le susurraba palabras ininteligibles.
- ¡Capitán!- gritaron los linfocitos B.
De repente el virus soltó al capitán, que se giró hacia ellos:
- ¡Malditos invasores!¡Enemigos en nuestras propias filas!- gritó encolerizado- ¡Asesinos, matadlos que no quede ni uno!
Y de repente los asesinos, en vez de atacar al virus comenzaron a atacar a los propios linfocitos B, y estos se defendían como podían. Uno tras otro todos los linfocitos, tanto los B como los T como los asesinos iban cayendo.
Nuestro protagonista al ver el campo de batalla con todos sus amigos y compañeros muertos, no tuvo más remedio que huir.
Refugiado en el timo, y sin hacer caso a las llamadas de los linfocitos T ya que no podía fiarse de nadie, nuestro protagonista tomó una decisión.
Si los linfocitos T no sabían reconocer a los enemigos se convertiría él en uno. No iba a dejar que un virus que confundía a sus compañeros organizase el caos. Y así como nuestro amigo se transformó de B a T. Una vez producido el cambio, se sentía más fuerte, más sabio. No perdió tiempo y se fue al bazo, hogar vecino de linfocitos.
Por suerte el virus no había llegado ahí todavía. El linfocito T les explicó lo acontecido, como era el virus y como hacerle frente.
Apoyado por sus compañeros, avanzaron hasta llegar al virus.
- ¡Atacad!, por la libertad, ninguno más ha de morir.- ordenó.
Pero el virus avanzó hasta él con facilidad, y lo agarró con sus tentáculos, rodeándolo.
- ¿No te das cuenta? No soy el enemigo, soy el salvador. Tus compañeros son el estigma a eliminar, no soy un virus, soy alguien como tú, que ha evolucionado.- escuchó en su interior.
- ¿Y qué quieres que mate a mis compañeros? No, a mí no puedes confundirme. ¡Te eliminaremos!- gritó nuestro héroe soltándose de los tentáculos.
- Compañeros no dejéis que os confunda, así es como actúa. ¡Linfocitos unidos, jamás serán vencidos! –gritó con todas sus fuerzas.
Los linfocitos que estaban bajo el influjo del virus, ante el grito dejaron de estarlo, y ordenaron atacar al virus. El virus no tardó en sucumbir ante los asesinos naturales y la horda de linfocitos B del bazo.
Y así es como los linfocitos se hicieron inmunes a ese virus. Habían triunfado.
En alguna parte del mundo, un investigador examina una muestra de sangre en el microscopio:
- ¡No puede ser es increíble!- exclamó.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué gritas? ¿Se te ha contaminado la muestra?- preguntó su compañero.
- Míralo tú mismo.- le ofreció aparato.
- No puedo creerlo, el paciente ha desarrollado anticuerpos contra el SIDA. ¡Es inmune!
Y ambos se abrazaron, tras mucho tiempo, por fin el SIDA no sería más una amenaza.
FIN
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