Vivo en un mundo en el que hay tanto obesidad infantil como niños muriendo por desnutrición.

Vivo en un mundo de trastornos de la conducta alimentaria y eslóganes que proclaman que hay que aceptarse, que afirman que la belleza que importa es la interior cuando la triste realidad es la persecución de la perfección exterior.

Vivo en un mundo hambriento en el que diariamente las panaderías se deshacen del pan del día anterior porque ya no es apto para la venta. Y no me refiero a un par de barras; hablo de sacos llenos de pan perfectamente comestible.

Vivo en un mundo ferozmente contrapuesto. Vivo en un mundo que no entiendo.

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Relato deprimente, supongo, pero es la cruda realidad.

Dejando eso a un lado, acabo de remodelar portada, título y sinopsis, por si algún despistado de la vida no lo ha notado ;)