Érase una vez, hace mucho, mucho tiempo, en un reino muy lejano, una perdiz que, cansada de ser siempre el menú al final de los cuentos, instó a todas las perdices del mundo a rebelarse.

La conocida como Rebelión de las Perdices tuvo lugar simultáneamente en todos los cuentos, durante el gran banquete final.

Las perdices atacaron a príncipes, princesas y demás invitados de la fiesta, picoteando su cuerpo por todas partes hasta causarles la muerte. Una muerte lenta y agónica.

Así, las perdices fueron felices y dejaron que los cadáveres fueran devorados por las lombrices.