- Escrito a lápiz, con la tonalidad amarilla de un corazón idiota. -

Ojalá pudiese quererte, pero quiero ir yo primero por el bien de sentirme bien al segundo de verte bien con terceros. Ojalá hoy, más que nunca, pudiese decirte lo mucho que me [F]altas al lado, aunque literalmente ahí estés. Y ojalá [e]charme de más para permitirme el lujo echarte de menos. Ojalá el lujo de no haber dicho nada, y así no decepcionarse [L]uego. Traicionamos nuestra propia confianza, y luego dedicimos confiar en aquellos confiados que confiaban en que saldría b[i]en. Y [c]laro que salió bien. Estaba predestinado a salir b[i]en. Pero no juntos. Tú tiraste por la izquier[d]a, y yo, aunque nunc[a] fui muy diestra, no pu[d]e caminar contigo y cogí la senda rival. Ojalá, en algún capítulo d[e] la carretera del libro de nuestras vidas, hubie[s]e alguna rotonda en la que pudiésemos girar juntos de nuevo. Ojalá. Y ojalá este escrito a lápiz, con la tonalidad amarilla de un corazón idiota, fuese esa rotonda que tanto predicen los rótulos con los que chocaron mis rótulas al estrellarme con un poste del camino. Aquel poste indicaba direcciones, rotondas, caminos. Cada cuál cogió el suyo y, aunque tal vez ya no lo deseemos en un futuro, este redondo mundo volverá a juntar nuestra historia en una misma avenida. Tal vez, incluso en la misma avenida que aquella vez. ¿Te imaginas...[?] Ojalá.

Palabras: 237.