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- SIN TÍTULO - .
Lo siento, pero tenía que hacerlo. Apenas podía esperar ya. Un poco más y habría sido demasiado tarde, ya no serviría para absolutamente nada. Estaba ya muy viejo, y yo llevaba días viéndole, cada vez peor. Así que cogí un cuchillo y... Bueno, lo despedacé como me fue posible y lo metí en tarros de cristal. Mientras lo guardaba se me cayó un frasco, salpicando de trocitos y líquido rojo el suelo, también la pared. El fluido, tan espeso y rojizo, me dio asco mientras se extendía por el suelo embaldosado de la cocina. En ese instante llamaron a la puerta. Pensé que sería el vecino de al lado, a quejarse por el ruido. Pero eras tú, preguntándome por el manojo de tomates.
Palabras: 123.
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