Cuerpos
Tu cuerpo solo trataba de defenderse ante los ataques de mi ejército bien organizado, por fin había logrado que la primera línea de asistencia que era tu ropa cayendose hasta dejar tu arquitectura completamente desnuda e indefensa ante mis próximos ataques. Mis manos se abalanzaron sobre aquellos preciosos pechos suculentos y preciosos hasta hacer someterlos al antojo de mis caricias y el fuego de este sentimiento. Poco a poco el ejército de tu cuerpo fue perdiendo resistencia, sabiendo que esa batalla estabas a punto de perderla. Mis manos lentamente fueron descendiendo por tu pelvis hasta llegar a la zona donde tus preciosos muslos se resguardaban y te protegían a ti como una reina, con sutileza agarre fuerte tu espada entre mis manos y amenazante hasta quedar a escasos centímetros de tu sensualidad. En ese momento tu fuiste consciente de que ibas a caer, te arrodillaste ante mí, agarras mi poderosa arma con tus manos para enseñarme de rendición y lentamente la metes en tu boca para ponerte a mi disposición. Al cabo de unos segundos ella se incorporó, me miró ruborizada y sin decir palabra se tumbó en la cama. Tus piernas se abrieron perdiendo toda la resistencia, por fin te tenía para mi solo, por fin iba a colonizar aquel lugar que tantas veces había soñado en conquistar que es tu laberinto. Acercándome a ella contemplaba tu paraíso, brillante por una humedad que se mostraba ante mí como una bandera blanca que se rendía por completo. Sin pensarlo dos veces un día me adentre en lo más profundo de tus tierras, había logrado aquella tierra prohibida, por fin me había convertido en dueño y señor de este reino en toda su totalidad. Desde aquel momento comprendí que al unirse nuestros reinos se habían convertido en uno solo aunque más poderoso y que a medida del tiempo iba a ser la reencarnación de este amor y la colonización de nuestras emociones.