—MAAAAAAAAAAAAALFOOOOOOOOOOOOOOOOOOYYYYY —el grito se escuchó en toda la sala— ¡Malfoy! —no hubo respuesta—. Maldita sea, cómo te encuentre te voy a...

La frase quedó sin terminar puesto que un estrépito a sus espaldas le hizo volverse con sobresalto. ¿Y qué había allí? Pues un hurón albino corriendo a toda pastilla hacia el exterior. Tras mirarlo un momento con los ojos como platos salió corriendo detrás de él echando todos los improperios que se le venían a la cabeza. Al animal pareciese que le habían metido un petardo en el culo, y la vieja que le perseguía no se quedaba atrás. Entonces en la casa se escuchó algo más que un gran escándalo, y una especie de explosión; lo cual hizo que la vieja automáticamente y con una rapidez pasmosa diese media vuelta y siguiese corriendo hasta la casa, olvidándose del hurón que quedó momentáneamente a salvo.

 Al entrar en la casa, santo dios, ¿qué había ocurrido allí? Indescriptible. Todo estaba lleno de colorines, llenísimo, y aún había algún pequeño fuego artificial. Sin contar con que un pequeño error había conseguido chamuscar la pared de la cocina. La vieja señora se quedó patitiesa en el sitio al encontrar semejante panorama. Pero, ustedes se preguntarán, al igual que yo y que ésta pobre y traumatizada señora... ¿Quién diablos había hecho tal cosa? La respuesta llegó pronta, en forma de dos cabelleras pelirrojas que salieron pitando por la ventana sin parar de reír. Llegó una muchacha pelirroja que echando un vistazo se encaminó a la nevera, de donde cogió una tableta de chocolate, volviendo a irse sin prestar atención ni al desastre ni a la señora que había caído rendida en una desvencijada butaca.

Mientras tanto ¿qué ocurría afuera? En el cobertizo se habían reunido cierta pandilla de muchachos; las dos fotocopias pelirrojas causantes del gran escándalo, unos años mayores que los demás; el hurón albino en forma de chico rubio; y otros tres, una muchacha de pelo castaño y divergentemente desordenado, otro pelirrojo (¿pero qué pasaba que había tantos pelirrojos?), y un muchacho de pelo azabache despeinado y ojos esmeralda. Todos riéndose. Al cabo de un rato se les unió la otra muchacha pelirroja comiendo chocolate distraídamente. Un gato naranja atigrado salió por la ventana, a su aire.

—Tienen que estar al llegar —recordó la chica castaña, que para vuestra información se llamaba Hermione.

—¡Mira! —señaló el pelirrojo de menor edad, que se llamaba como un licor, el Ron. Y hacía allí venía un tipo ¡¿Pelirrojo?!, sí, pelirrojo. Tenía en la mano una cadena de la cual traía a un... un... UN DRAGÓN. Qué bella y feroz criatura, sí señor.

—¡Charlie! —dijeron a coro los gemelos (porque no podían ser otra cosa). Justo en ese momento se apareció (sí, sí, por medio de la aparición, sabéis?), pues eso, que en ese momento se apareció una chica de pelo violeta al lado del pelirrojo y el dragón. La cual dio un par de traspiés y casi se cae, pero enseguida dirigió una entusiasta sonrisa al grupo de jóvenes; ésta, señores y señoras es Tonks, Nymphadora Tonks.

Se reunieron los ya... a ver que cuente cuántos son... 1,2 y 3... otro, hacen 4, y ese 5, y 6, y... espera, a ese ya lo he contado, no, ¡hay dos iguales! Oh, claro, gemelos. Entonces contamos dos gemelos y van 6, otra pelirroja hacen 7 y los dos nuevos 9, sin contar al dragón, o por qué no, contemos también al dragón y al gato. Tenemos a 11 sujetos aquí reunidos. Mientras que la vieja señora se ha batido en retirada a algún lugar de la casa, nadie sabe si rendida de momento o a por el cañón grande.

¿Y que tiene que pasar ahora? Pues... espera que mire al guión... ah sí, ahora llegaba... ¡Dumbledore! Y... ¡McGonagall! Y una tipeja que no conocemos de nada... que trae algo. Hmmm... ¿qué es lo que trae? ¡Yo quiero saberlo! ¿Cómo? ¿Que a ustedes les da igual? Vaya gente insulsa sin curiosidad... Nah, sé que quieren saberlo igual que yo, pero recuerden: La curiosidad mató al gato. Pero ni ustedes ni yo somos gatos, ¿cierto? Y si lo son, pues no es asunto mío. Sigamos con la historia. El buen Dumbledore los saludó a todos muy amablemente, y paso de escribir las hermosas conversaciones que tuvieron lugar...

¿Para qué habían venido todos esos tipejos? Pues para... ¡Que empiece la fiesta! Yupiiiii. Con ayuda de la maravillosa magia y su varita, el bueno de Dumbledore dejó la habitación de maravilla, eso sí, con colorines de adorno, ¡muchos colorines! porque ¿Qué es la vida sin un poco de colorines?

Magia. Magia. Gente. Conversaciones. Risas. Idas y Venidas. Comida. ¡Hermoso!

Y ahí te quedas tú. Con las ganas de saber más.

***

Bien, bien, señores y señoras... Soy muuuuuuuy pendeja y desvarío mucho; pero eso ya lo acabáis de comprobar. Solo me dio por publicar esta cosa extraña.

nos vemos en la próxima locura :3