Todo tiene un final.
Me levanté del escritorio, me acerqué a la ventana, corrí la cortina para poder mirar por ella, y me encontré con el mismo panorama al que ya tan acostumbrado estaba. El bullicioso y ajetreado Londres en toda su gloria, con su cielo gris y sus incontables gotas de lluvia.
Encontrarse todos los días con el mismo, triste y deprimente, paisaje comenzaba a aborrecerme y a cansarme el alma.
Echaba de menos los días soleados paseando por el Sena con mi querida hermana pequeña, la cual había sido terriblemente inteligente al quedarse allí. Tampoco podía dejar de pensar en las escapadas veraniegas a la casa de campo de nuestra familia, en la cual aprovechaba para dedicarme de lleno a mi oficio y mi pasión.
Por esa razón me había mudado a Londres, se suponía que era la cumbre de la literatura al igual que Francia, pero Francia ya me había aburrido y no me daba más que desgastadas ideas que cualquiera podía tener. Y por eso que esté aquí, cuando llegue la cosa cambió, volví a escribir como solo lo había hecho en mi juventud, llenandome de plenitud y permitiendome entrar en los círculos más importantes de la estrecha sociedad londinense.
Pero habia pasado un año, y lo que antes era novedoso ahora se había convertido en un pesada rutina. Ver todos los días lo mismo comenzaba a quitarme las ganas de vivir, y en la época en la que vivíamos eso estaba a la orden del día.
El espíritu romántico se había metido hasta en los más débiles de espíritu, esos que no dejan influenciar por la literatura y el arte, y a los que éramos como yo, soñadores natos y experimentados, nos había calado hasta en lo más profundo de nuestro ser.
Ya no había nada que me sorprendiera o gente a la que pudiera conocer, y cuando no hay sentimiento no se puede pretender traspasarlo al papel.
Había intentado de todo, irme al lado malo de la ciudad hasta cansarme de verdad y así poder ver cómo vivía la gente, la gente de verdad. También me iba habitualmente de viaje a las afueras o a otras ciudades. pero nada me inspiraba lo suficiente, solo necesitaba terminar la novela y me iría, parecía fácil,pero era absolutamente complicado.
Dedicarse a la literatura era ridículamente recompensado, nadie podía imaginar el sufrimiento de un escritor que se queda bloqueado, o que dedica sus días y sus noches a escribir, incluso poniendo en riesgo su salud. Nadie tiene en cuenta eso pero todo el mundo tiene en cuenta la calidad de la obra, de la prosa o de la profundidad de los personajes; sin llegar a preguntarse cómo el escritor lo había logrado. ¿ Irónico, no?
Decidí salir a la calle, e ir al club como la mayoría de las semanas. Intercambiar ideas podría resolver las dudas que me atormentan cuando cierro los ojos. Estaba claro, necesitaba una nueva visión para poder terminar.
Coji la capa y me la pase por los hombros, y después me puse el sombrero, abrí la puerta y me recibió el mismo clima que rato antes observada desde la comodidad de mi estudio.
Me adentre en el barullo de las calles, hasta que rato después llegué a la entrada del club, donde me esperaba un sirviente para recoger mi abrigo y mi sombrero.
Nada más entrar me invadió el olor a puro mezclado con el fuerte aroma del ron, me fui acercando hacia mi mesa habitual y me senté en el último hueco libre.
cuando terminaron de hablar de lo que estuvieran hablando, no es que estuviera prestando demasiada atención, aproveche para contarles el final de la novela y todas las dudas que no dejaban de surgirme con ella.
La mía no era una historia trágica a causa de las peripecias increíbles de los protagonistas, era una historia trágica a su manera, como lo podría ser una vida normal marcada por la miseria y el dolor.
Pasaron horas de charla sobre ideas hasta que se me paso la idea que llevaba meses buscando, y ni me lo pensé, me levanté de la mesa y fui directo a la puerta sin coger ninguna de mis cosas, podría mandar a alguien a recogerlo.
Fui corriendo a casa hasta llegar a la entrada principal con la respiración entrecortada, cerré la puerta con un fuerte golpe que provocó un gran estruendo pero ni siquiera me importó. Subí las escaleras como alma que lleva el diablo y abrí la puerta del despacho lo más rápido que pude hasta llegar al escritorio donde tenía la pluma y el papel suficiente para terminar la novela.
Mis dedos temblaban a causa del nerviosismo y el anhelo de dar rienda suelta a mi yo más personal, las ideas fluían en mi cabeza a un feroz y alocado ritmo hasta que poco a poco se fueron ordenando de tal manera que cada vez que escribía una aparecía la siguiente de inmediato.
Me pase horas ahí sentado sin hacer el más mínimo movimiento que provocará que dejara de escribir, ya que en este punto no podía arriesgarme a perder la inspiración de nuevo. La noche ya había caído y yo todavía estaba lejos de terminar, la novela debía tener el cierre que merecía y yo no dejaba de recrearme en los detalles.
El mayordomo venía cada cierto rato a rellenarme la taza de café recién hecho y también dejaba algún que otro vaso de agua.
Me dolía la mano de tanto escribir, la tenía cargada a causa de la velocidad a la que se deslizaba por el papel. Cuando me permití separar la vista del papel mire por la ventana para sorprende a causa de que los rayos del sol comenzaban a inundar la habitacion.
Volví la vista al papel para releer la última línea. Había terminado el libro, ¡lo había conseguido!
Comece a dar vueltas por la habitación con el manuscrito en mis manos y riendo como un loco, meses de desasosiego y desesperación habían llegado a sus fin. Había completado la novela, dándole el final que le correspondía, y queda decir que era mucho mejor de lo había llegado a imaginar.
Coloque el manuscrito sobre la mesa y puse las últimas letras de mi obra: FIN.
Puse las hojas en orden antes de mandarselas a su editor, mi trabajo ya había acabado, aunque había sido duro, todo tenía su final.
Y así es como acaba la historia de aquel solitario y desesperado escritor que fue a Londres para cambiar el rumbo de su obra sin saber que le depararía el futuro, que aunque tardó meses en escribir el final de su novela lo había hecho. Convirtiéndola así en su mejor novela.
Y así, de la misma forma que mi querido escritor terminó su obra, yo termino la mía, esa que cuenta la historia de un escritor romántico desde la prosa de un escritor moderno. Antes de cerrar mi portatil puse las últimas letras de la novela: Fin.
Este es un relato que he hecho para Lengua, ya que la profesora nos dijo que la podíamos poner cualquier cosa que tuviera que ver con el tema y bueno aqui esta mi aportacion, un relato corto ambientado en el romanticismo. Espero que os guste.
Os quiero, Oldspirit9. ( Nos vemos en la próxima parte que seguramente sea en un rato.)
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