Reto#10 (Un crimen y tres culpables)
RETO:
Contar una historia de humor.
—No había nada más que pudiéramos hacer—dijo Mara.
Lizzy asintió y Nayla miró hacia otro lado.
—Quizás sea así, quizás no. Pero ahora debemos terminarlo entre todas. Nayla—llamó Lizzy—Clávale el cuchillo.
Nayla abrió la boca un par de veces; boqueando como pez fuera del agua, pero no llegó a decir nada. Al fin y al cabo Lizzy era la líder desde segundo de primaria.
Se acercó cuchillo en mano e hizo lo que se le dijo. El hundirlo se sintió raro.
—¿Ya no eres tan perfecto, eh?—preguntó, y sus amigas a dúo, pusieron los ojos en blanco.
Mara ojeó la hora en su celular.
—Él vendrá en media hora. Más tarde llegaran los otros. No puede encontrarlo así y a nosotras en este estado.
Las tres observaron las manchas rojizas en sus camisetas y jeans.
—¡Qué asco!—dijo Nayla—Quisiera no haberte hecho caso, Mara.
—Se tenía que hacer. Ya verás como me lo agradecerás mañana.
La cocina era una escena de crimen bastante desprolija. Les llevaría unas cuantas horas limpiarla.
Media hora después Nayla luchaba con una bolsa grande, mientras Mara lo introducía con cuidado junto a Lizzy, quien más bien la alentaba.
—Se está manchando todo. Hay restos en... todas partes. Voy a vomitar. Tengo pedazos adheridos al cabello—rezongó Nayla con una mueca.
—¿Cómo te embadurnaste tanto? Deja, no importa, lo que...—decía Lizzy cuando se escuchó el timbre.
—Nayla no puede atender así—continuó—Yo no estoy tan sucia, así que... Mara abre la puerta.
Mara soltó una risa tonta e incrédula.
—Mara encárgate. Nayla termínalo—Fue remedándola mientras daba pasos lentos— Mara abre la puerta. Nayla cuéntale toda la verdad a la policía.
Las dos amigas restantes oían la conversación mientras seguían con su trabajo.
—Nayla, Lizzy. Vengan aquí, por favor—se escuchó la voz de Mara pasado un rato.
—Quizás es mejor que confesemos y ya—dijo Nayla—Nunca antes hicimos algo así. Tal vez tengan en cuenta eso.
Lizzy parecía derrotada. Aspiró profundo e hizo un desganado gesto afirmativo antes de mirar a su amiga.
—Tienes razón. Además lo iban a saber tarde o temprano. Hemos hecho un lío. Déjame hablar a mi.
—Si—musitó Nayla.
Caminaron hacia la entrada. La bolsa la llevaban entre las dos. Era pesada.
Los ojos del oficial Andy More se abrieron enormes al ver lo que estaban cargando.
—Eso es...
—Sí. Y se merece una explicación—dijo Lizzy. Le temblaba la voz— Nayla, explícale al oficial.
Nayla se sorprendió, pero no tanto. Conocía bien a Lizzy.
Mara murmuró un " lo sabía" .
—El pastel quedo así porque es el primero que hacemos, en la vida. Le pusimos "Las tres reposteras" al anuncio porque, sonaba bonito. Estamos juntando dinero para nuestros vestidos de graduación. Entenderemos si no nos paga un centavo. Lo sentimos mucho.
El policía suspiró. Se acercó al pastel. Era de un rojo intenso. La crema resbalaba del centro con una graciosa lentitud. Lo que debía leerse " Feliz cumpleaños Mamá" parecía contener palabras de un extraño ritual; tipo jeroglífico.
Él le sonrió a las adolescentes con comprensión.
—Mamá casi no ve. Y solo seremos ella y yo. Y aunque se vea... interesante, estoy seguro de que está muy rico, ¿ Cuánto era?
Lizzy se lo dijo y cobró.
—Para eso sí—dijo al respecto Nayla.
Con el alivio pintado en sus rostros las tres entraron en la casa.
La mesada a esas alturas era un hormiguero; el piso una resbalosa pista de hielo, habría que andarse con cuidado.
—Ahora solo nos restan siete pasteles para entregar—dijo Lizzy. Se giró hacia ellas con una sonrisa de aliento—¿Manos a la obra?
Mara y Nayla no sintieron nada de culpa ante su crimen.
Lo que restaba de harina en el paquete y seis de los huevos restantes terminaron adornando el rubio cabello de Lizzy.
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