✴Capítulo 7✴
✴💌✴
Manos anchas se deslizaban por mi piel, cada toque haciéndome sentir mejor que el anterior.
Me arqueé hacia éste, deseando más, necesitando más contacto.
Cada nervio sensorial en mi cuerpo estaba ardiendo, sinapsis flotando con dopamina y serotonina.
Estaba sobrecargado, incapaz de procesar todos los sentimientos a la vez.
Calidez y fuerza me rodearon, haciéndome delirar con la sensación.
Luché por algo a lo que aferrarme, algo que me mantuviera anclado mientras era destrozado.
El placer rompió a través de mí, un millón de fragmentos se filtraron a través de mi piel, expandiéndose para consumirme por completo.
Y luego la boca de Jin estaba sobre la mía, besándome en el colchón y calmando la confusa desesperación que se adhería a mí como sudor en un día caluroso y abrasador.
–Te tengo –dijo, su voz cruda.
Temblé ante la aspereza de la misma, mis ojos se cerraron.
Él me tenía.
Estaba bien.
Respiré, llenando mis pulmones con su esencia, una esencia de la que pensé nunca tendría suficiente.
Me acerqué más, queriendo inhalar todo de él, tomarlo tan profundo como pudiera.
✴💌✴
Me desperté sobresaltado, jadeando, persiguiendo el aroma de madera y algo más que no podía nombrar.
Mi corazón se aceleró y mi cabeza se arremolinó con los restos del sueño que había dejado atrás.
Froté el talón de mi mano contra mis ojos.
Sólo fue un sueño.
No tenía que significar nada.
Una pequeña y aterrorizada parte de mí se preocupó de que tal vez lo hiciera, y no era necesario ser un experto en el análisis de sueños para analizar el significado detrás.
✴💌✴
Seok Jin llegó a mi casa a las nueve en punto.
En el momento en que puse los ojos en él,mi rostro se inundó con calor.
Todo lo que podía pensar era la manera en que me había mirado en mi cabeza la noche anterior, imágenes inconscientes de su cuerpo, desnudo, sudado e inmovilizándome.
Apenas pude tragar el nudo en mi garganta.
Fue un sueño, me recordé a mí mismo.
Puedes hacer esto.
Sólo se una persona normal.
– Hola –me obligué a sonreírle, esperando no parecer un idiota total, y luego me di cuenta de que estaba parado ahí con un rasgado pantalón de mezclilla y una camisa tipo henley azul marino.
Miré hacia abajo a mi propio atuendo, pantalones de vestir y una camisa de botones.
Debería haber llamado a Jackson para preguntarle qué debía usar.
No es como si esto fuera una cita.
Dos chicos pasando el rato, generalmente no requerían un cuello.
No quería profundizar en la razón de por qué esto me importaba ahora.
Nunca lo había hecho antes, cuando salía con todos los del trabajo, siempre estaba vestido más formalmente que el resto y nunca pensé demasiado en eso.
Pero ahora, cuando éramos nosotros dos, se sentía más significante.
Resistiendo el impulso de cambiarme, me puse mis zapatos.
Él esperó, parándose de una manera que exudaba confianza sin esfuerzo.
Mientras me ataba los cordones, me pregunté cómo lo lograba.
Al ser yo un desastre neurótico todo el tiempo, su relajada seguridad era un concepto extraño para mí.
Alejé esos pensamientos errantes y me puse de pie.
Nada de eso importaba.
Jin quería pasar tiempo conmigo, e íbamos a pasar una linda noche.
Permitir que mis inseguridades afloraran, sólo arruinaría la noche.
– ¿A dónde iremos esta vez? ¿Vamos a lanzar una moneda de nuevo?
– Podríamos –dijo Jin– Pero como ambos vivimos en este vecindario, probablemente hemos visto la mayor parte de lo que hay alrededor. Pensé que podríamos ver algo un poco fuera del área.
No me molesté en corregirlo con eso.
En realidad, las posibilidades eran buenas de que incluso si algo estaba en mi vecindario, no había estado ahí.
Salimos de mi casa y subimos al auto de Seok Jin.
Olía como a coco y me recordó la fiesta a la que Mina me arrastró después de los finales en nuestro último semestre.
Fue de temática hawaiana.
En medio del invierno.
La mayoría de las chicas estaban en biquinis, la mayoría de los chicos sin camisa, ¿y yo?
Estaba fuera de lugar.
Me sentí fuera de lugar aquí también.
Refiriéndose a camisas de vestir.
Salimos y Jin condujo, el tráfico seguía moderadamente pesado, a pesar del hecho de que la hora pico había sido hace horas.
El auto se sentía pequeño, casi apretado con el gran marco de Seok ocupando una gran parte de la mitad delantera.
Frené el impulso de retorcerme en mi asiento.
Condujimos lo que parecieron horas, cubriendo temas sencillos como cómo había sido el trabajo esa semana.
Me gustaba escuchar hablar a Jin sobre el centro de recreación.
La pasión por su trabajo era evidente en la manera en que se volvió más dinámico cuando habló sobre eso.
Lo observé mientras me decía sobre el nuevo programa que estaban poniendo en marcha para los preescolares en el otoño.
Con una mano en el volante, gesticuló animadamente con la otra, y ya que sus ojos nunca dejaron el camino, fui capaz de observarlo sin la amenaza del contacto visual.
Él era encantador y maravilloso, e imaginé cómo reaccionarían mis alumnos ante él en una sala de conferencias.
La mayoría de los días lo hacía bien, pero obtenía el ocasional asentimiento de alumnos de vez en cuando.
Siempre me decía que era porque probablemente habían pasado la noche terminando un trabajo o estudiando para un examen en lugar de la alternativa, que era que literalmente los aburría hasta el sueño.
Sin embargo, no podía imaginar a nadie cayendo de sueño ante la presencia de Jin.
Apenas podía quitarle los ojos de encima.
Habíamos estado en el auto por mucho rato, y el centro de Seúl se alejaba cada vez más.
– ¿Qué tan afuera del área vamos a ir? –pregunté.
– Es una sorpresa, pero creo que te gustará.
– Está bien –dije con confianza, como si pudiera fácilmente poner mi confianza en él.
En realidad, estaba un poco inseguro, pero traté de calmar el pequeño murmuro de ansiedad en mi cabeza.
Iba a estar bien.
Dios, odiaba las sorpresas.
✴💌✴
Casi una hora después, Seok Jin salió de la autopista, y con la ayuda del GPS de su teléfono, nos condujo por un camino tranquilo.
Los árboles eran más gruesos aquí, bosque en un lado, tierras de cultivo del otro, hasta que giró a la izquierda en un camino de tierra y el bosque envolvió ambos lados del estrecho camino.
– ¿Estás seguro de que no quieres decirme a dónde vamos?
– Casi llegamos –me aseguró– Valdrá la pena. Lo prometo.
La profundidad y seguridad en su voz me calmó.
Confié en él.
Me había empujado más allá de mi zona de confort la última vez que estuve con él, y verdaderamente la pasé muy bien.
Unos minutos después, se dirigió a un claro y aparcó.
Cuando apagó el motor y las luces, me di cuenta de lo oscuro que estaba.
De hecho, no creo que nunca haya experimentado la oscuridad completa.
La única luz provenía de la luna sobre nosotros, y apenas podía ver mi mano frente a mi rostro.
Sentí el brazo de Jin rozar mi pierna y dejé escapar un grito ahogado, sorprendido por el contacto.
– Linternas –dijo– En la guantera.
– Cierto. Lo siento.
Yo era un idiota.
– Es sólo que estoy fuera de mi elemento aquí, sentido figurado y literal, en la oscuridad, porque condujimos una hora fuera de Seúl a la mitad de un lugar deshabitado en medio del bosque.
Encendió una linterna y me la pasó.
– Vamos. Hay una manta en la cajuela.
En lo que respectaba a respuestas, realmente quedé corto, pero aun así salí del auto y rodeé la parte trasera, sosteniendo la luz para que Seok Jin pudiera ver qué estaba haciendo.
Encontró lo que estaba buscando, luego cerró la cajuela y asintió hacia el campo a nuestra izquierda.
– Vamos –repitió– Por aquí.
Jin encontró un lugar y extendió la manta antes de acostarse de un lado, sus manos detrás de su cabeza.
Parecía tan relajado, tan abierto, como si esta parte de locura fuera la cosa más ordinaria en el mundo.
Tal vez lo era, para él o para las demás personas, pero a mí me dejó nadando en confusión, intentando mantenerme a flote con la expectativa de ser normal.
Bajé la linterna, en el borde de la manta y me recosté a su lado.
Seok Jin me miró, una sonrisa perezosa tiró de las comisuras de su boca.
– Apaga la luz y mira hacia arriba.
El cielo estaba inundado de estrellas, más de las que jamás había visto en mi vida.
– Oh Dios mío –eso ni siquiera lo cubría.
Nunca había visto nada tan hermoso...
Y luego las estrellas comenzaron a caer.
– La lluvia de meteoros estará pasando todo el fin de semana, pero esta noche se supone que tiene las mejores vistas.
– Esto es increíble –estaba en asombro total.
Parecía algo salido de las brillantes páginas de la revista National Geographic que había atesorado en mi habitación cuando era niño.
Sólo que esto era mejor.
Mucho mejor.
Cualquier reserva que había tenido sobre Jin, se rompió con cada reflejo de luz a través del suelo hasta que no quedó nada más que el brillo de la gratitud y asombro.
Nos quedamos en la oscuridad, viendo el cielo lleno de cientos de miles de pequeños puntos de luz, la suave respiración de Seok Jin estaba en cadencia a mi lado.
– ¿Vienes aquí a menudo? –pregunté, manteniendo mi voz baja.
De alguna forma, se sentía un poco irreverente hablar por encima de un susurro.
Cuando Jin respondió, su voz era baja también.
– Ya no tanto. Ha pasado un tiempo desde que lo hice, pero cuando era niño, solía acampar cerca de aquí cada verano.
– ¿Con tu familia?
– No. Mi papá se había ido entonces, y mi mamá no es fanática del aire libre. Me pegué a un amigo de la escuela y su familia.
Se rió.
– Creo que mi mamá estaba agradecida de librarse de mí por unos días cada verano, y me encanta aquí.
» Era el punto culminante del año para mí. Sol, nadar en el lago y dormir fuera. Era lo mejor.
Al escucharlo hablar de su niñez, quería saber mucho más.
Quería saber todo.
Tenía muchas preguntas que no sabía cómo poner en palabras, así que en su lugar pregunté.
– ¿Siguen siendo amigos?
– Ya no. Tuvimos un enfrentamiento cuando teníamos catorce. Le dije que era gay y me preguntó si tenía una cosa por él.
» Mi pequeño corazón podrido de hormonas pensó que me estaba dando una entrada, y cuando lo admití, me golpeó en el rostro. Nunca volvimos a hablar después de eso.
– Lo siento –dije, imaginando el ego y los sentimientos heridos que un Seok Jin de catorce años debió haber sentido– Debió haber sido difícil.
– Al principio, sí. Yo era ese adolescente torpe que seguía descubriendo cosas, y probablemente habría sido más fácil de hacer si mi mejor amigo no me odiara, pero ambos seguimos adelante y las cosas eventualmente se volvieron sencillas. No creo que la secundaría sea un paseo por el parque para nadie.
Negué con la cabeza, olvidando que no podía verme en la oscuridad.
– Odiaba la escuela.
– Sin embargo, debiste haberlo hecho bien. Eres brillante.
Ignoré el cumplido.
– Mis calificaciones eran decentes, pero las buenas calificaciones no eran suficientes para compensar todo lo demás.
Suspiré, recordando ser un desconocido.
– Tomó un poco del convencimiento de mi padre para que aplicara para la universidad.
» Para el momento en que me gradué, nunca quise ver el interior de otro salón de clases de nuevo.
– Entonces, ¿qué cambió? Pasas casi todos los días en uno ahora, y, ¿Cuántos años hiciste de universidad?
– Ocho.
– Ocho –repitió, como si el número fuera algo increíble.
– Me enamoré de la psicología. La primera clase el primer día de primer año y fue como si todo encajara.
» De repente, las interacciones con las personas con las que había luchado toda mi vida, las conductas y respuestas de las personas que me habían desconcertado por años, podían ser explicadas.
» Era clínico. Científico. Podía ser observado y medido, y eso me atrajo.
No tenía idea qué fue lo que provocó mi imprevista confesión.
No creo siquiera que le haya dicho a Jackson por qué finalmente me decidí por la carrera de psicología, que mis propios defectos me llevaron a intentar comprender mejor el mundo alrededor de mí.
– ¿Te sientes diferente ahora?
– ¿Sobre qué?
– Las personas.
Pensé en ello, considerando su pregunta hasta que el silencio se volvió incómodo.
– No tanto como lo hacía antes. La universidad fue un punto de inflexión.
» Hice un par de amigos que tenían más en común conmigo que cualquiera de los niños en la secundaria.
» Aunque eso nunca habría pasado si no hubiera conocido a Mina.
– ¿Mina?
– Mi ex. Ella y yo fuimos puestos juntos en un proyecto grupal la primera semana de Psicología 101, y a pesar de mi ineptitud con la conversación, ella decidió que yo le agradaba.
– No es tan difícil de imaginar –dijo Jin en voz baja.
Sentí calor deslizarse por mis mejillas, y estaba agradecido de que no pudiera verme.
Me sonrojaba más que la mayoría de las personas en circunstancias normales, pero con Seok Jin, mi sistema nervioso autónomo parecía operar a niveles más altos de lo usual, de vasodilatación provocado por aparentemente nada.
Estaba inseguro sobre qué responder a su comentario, y fingí que no había hablado y continué.
– Ni siquiera me di cuenta que estábamos saliendo hasta que respondió su teléfono por segunda vez y le dijo a su amiga que la llamaría de vuelta porque estaba en una cita.
– Hmm... Así que las citas accidentales parecen ser tu modus operandi.
Me reí.
– Te dije que no era bueno en las señas sociales.
– La culpa de eso recae totalmente en mí —dijo Jin sinceramente.
– Malinterpreté la situación y tus señales. Todavía me siento una mierda sobre eso. No quería ponerte incómodo.
– No es sólo tu culpa. Debí haberme dado cuenta mucho antes del final de la noche de como habías interpretado las cosas, pero no tengo mucha experiencia con las citas.
» Entiendo los desencadenantes psicológicos de la atracción y vínculos entre parejas, pero la experiencia en el mundo real, no es algo de lo que haya tenido mucho.
– Para que conste que, cita o no, fue una buena noche, de lo contrario no te hubiera rastreado y hubiera corrido el riesgo de humillación al mostrarme sin previo aviso en tu oficina.
– Me alegra que lo hicieras –estaba siendo genuino.
Incluso la última hora que pasamos juntos valió toda la ansiedad que me trajo.
Estaba nervioso y preocupado sobre cómo iría la noche, y las cosas siendo incómodas después de lo que había tenido lugar la última vez.
No necesitaba estar tan preocupado.
Seok Jin tenía una manera de hacerme sentir a gusto, incluso en las situaciones donde mi experiencia previa dictaba que estaría incómodo.
Me relajé en la manta, mis ojos recorriendo los senderos de luz que llenaban el cielo.
Me deleité en la tranquilidad y soledad, sólo Jin y yo.
Mi mente vagando en todas las incertidumbres que había tenido más temprano, las preguntas no hechas que bailaban en mi cabeza la noche después del mercado.
Inhalé, rastros de tierra y pino llenando mis pulmones.
Más allá de eso, podía oler la colonia de Seok Jin.
Encajaba con la esencia del bosque, como si hubiera nacido en estos bosques y cargado el aroma de los árboles en su piel.
– ¿Puedo hacerte una pregunta? –fui envalentonado por la oscuridad.
Anticipación zumbaba en mis venas, y necesitaba saber.
– Dispara.
– ¿Cuándo supiste que eras gay?
La pregunta era personal, demasiado personal, pero los árboles que nos rodeaban crearon una barrera de protección del mundo exterior.
Las costumbres sociales no me eran impuestas aquí.
No ahora.
Seok Jin tarareó silenciosamente junto a mí por un momento tan corto que casi no lo registré.
– Siempre supe que no era como los otros chicos. Todos mis amigos tenían serios enamoramientos con Topanga, pero yo estaba más interesado en ver a su amigo y su hermano. Ambos tenían cabello increíble. ¿Cuáles eran sus nombres?
[Topanga: Personaje femenina de la serie “Boy Meets World” y “Girls Meets World” pertinentes a Disney Channel]
No tenía idea de lo que estaba hablando.
– ¿Eric y Shawn? No puedo recordar. En cualquier caso, no fue hasta que fui mayor que pude ponerle nombre a la manera en que me sentía.
Procesé eso.
Él siempre lo supo.
Me pregunté inútilmente si así sería para todos.
La conversación cayó en silencio entonces, y mi mente comenzó a vagar.
Pensé en cómo había sido para él crecer sabiendo que era diferente del resto de la gente.
Sin previo aviso, mi mente volvió a la forma en como reaccioné cuando Jin me había besado.
Recordé la suavidad de su boca en la mía y la manera en que se sentía tener sus manos tocándome.
Reflexionando sobre eso ahora, con algo de tiempo y espacio pasado, me di cuenta de que no hubo nada que no me gustara de eso.
Él sabía muy bien.
Se había sentido bien tenerlo tocándome.
Si me tocara de nuevo, ¿se sentiría igual?
Estaba junto a mí, pero la distancia entre nosotros se sentía expansiva.
Moví mi mano cerca a la suya, mi palma deslizándose lentamente contra la suave tela de la manta.
La urgencia de tocarlo, un simple roce de mis dedos contra los suyos, me sobrepasó.
Mi piel picaba y me moví, la última distancia entre nuestras manos desapareció.
Mis nudillos rozaron los suyos, tentativamente al principio, y apenas evidente.
Lo hice de nuevo, más insistentemente esta vez.
Mi corazón se sentía como si fuera a salirse de mi pecho.
Mi boca estaba seca, mi estómago apretado.
¿Cómo era posible que un simple toque de dedos en la oscuridad se sintiese como la cosa más emocionante que he hecho?
Seok Jin movió su mano, girando su palma.
Deslicé mis dedos entre los suyos y cerré mis ojos cuando él imitó mi movimiento.
Todo se enfocaba en un punto, el pequeño espacio donde nos tocábamos.
Era muy simple, tan inocente, y aun así se sentía como si hubiera cruzado una línea que no debería haber cruzado.
Estaba agradecido por la oscuridad.
Si hubiera sido capaz de verlo, habría perdido mi valor.
Animado, me giré de lado para enfrentarlo.
Dejé que mis dedos vieran por mí, recorriendo su palma, luego sobre su suave piel en la parte interior de su antebrazo.
Sentí su respiración detenerse mientras pasaba mi palma a través de su pecho, a lo largo del tejido suave de su camisa que se extendía por todo su cuerpo.
Me detuve por un momento, sintiendo el ascenso y descenso mientras respiraba.
El tiempo se estiró, y pude sentir los débiles latidos de su corazón.
Emparejando mi respiración con la suya, continué moviéndome, haciendo líneas de su esternón hasta su clavícula, luego a lo largo de la pendiente de su garganta.
Su suave piel se volvió áspera donde su rastrojo de barba comenzaba, y él giró la cabeza hacia mí mientras deslizaba mi mano a lo largo de su mandíbula y pasaba mi pulgar sobre su pómulo, luego sus labios.
Deteniéndome nuevamente, me imaginé como se vería.
Había llegado hasta aquí, actuando en capricho de sabrá Dios qué, y ahora tenía una decisión que tomar.
La indecisión me apretó momentáneamente mientras mi cerebro discutía las posibles salidas.
Podía alejar mi mano y fingir que nada de esto había pasado.
El camino de regreso a casa sería incómodo, pero eso no era algo a lo que no estuviera acostumbrado.
O podía hacer lo que todo mi cuerpo me gritaba que hiciera.
Su aliento apareció sobre mis labios mientras me acercaba, eliminando lo que quedaba de espacio entre nosotros.
Incluso aunque mis ojos se habían adaptado a la oscuridad, Seok Jin seguía siendo una sombra en la oscuridad, así que, sólo tocando como mi guía, me incliné y presioné mi boca en la suya.
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Y aquí es donde nos volvemos locos...
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Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆
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