Capitulo 21
RUGGERO.
El día fue eterno, prácticamente no prestó atención a las reuniones, solo una cosa ocupaba su cabeza. Mercedes.
Faltaban exactamente 30 minutos para poder largase de su oficina e ir a su casa para arreglarse, hoy sería la primera vez que saldría con ella, y eso lo ponía muy nervioso.
Sus manos se movían impacientes sobre su escritorio, cada dos por tres se fijaba en su reloj. ¡Porque no podía adelantar el tiempo!
MERCEDES.
Sus ojos son tan perfectos, tanto como sus labios, su voz, su cabello, todo. Realmente Dios se esmero en él...
-Mercedes ¿me estás escuchando?
-¿Qué?
Suspiró resignado.
-olvidalo, lo hablamos mañana...-. Echó un vistazo a su reloj-. Si quieres puedes irte, quedan treinta minutos...-. Comentó su jefe.
-¡gracias! Ahora arreglo mis cosas-. Saltó de su asiento ansiosa.
-Vaya, me parece que alguien esta feliz de marcharse, ¿tanto te detesta tu trabajo, mercedes?
-No, claro que no, lo amo, es solo que...
-Tienes que salir con alguien-. Dijo alzando sus cejas.
-¿Qué? ¿Cómo lo sabes? ¿Él te lo dijo?
-¿Quién me dijo que?-. Sonrió
-ah...olvidalo, estoy algo nerviosa.
-bien no pasa nada, nos vemos mañana-. Se despidió de ella, y acercandose a su oído le dijo-. Suerte con ruggero, ya sabía que ustedes dos tenían algo, lo intuía, eres como una hija para mi, y note ese disumulado cambio en tu mirada cuando estaba con él.
-¿tanto se nota?-.preguntó sonriendo.
-no, la verdad lo disimulas bastante bien, pero como te dije, eres como mi hija, esas cosas las suelo notar.
-Gracias por preocuparte por mi-. Le dio un abrazo.
-No hay de que.
(. . .)
RUGGERO.
Las seis en punto. Tenia exactamente 2 horas para preparse, bien tenía tiempo. Corrió al baño, y mientras se duchaba, repaso mentalmente todo lo que tenia que hacer, desde vestirse, hasta acompañarla hasta su casa, como buen novio que sería, porque ese era el propósito de esta salida que ella se convirtiera en su novia.
Las seis y media, y ya estaba vestido y perfumado, volvió a repasarse en el espejo.
Aceptable. Pensó.
Volvio a entrar al baño, ahora venía la parte complicada, su cabello, que haría con el, hoy estaba realmente despeinado. Suspiró. Esto tardaría un poco.
MERCEDES.
Las seis, acababa de entrar a su casa, había salido de compras, ya que, sinceramente le hacia falta algo más de ropa y accesorios a su armario.
Comio una pequeña colación antes de comenzar a arreglarse. Buscó entre sus bolsas, lo que había seleccionado para esa noche. Un hermoso vestido azul océano colgaba de sus dedos.
Volvió a mirar su reloj, seis con veinte. Bien tiene bastante tiempo antes de las ocho.
Dicho esto entró en el baño para tomar una ducha.
Cuando acabo de vestirse, maquillarse y peinarse, el reloj daba las siete con veinticinco minutos. Tenia tiempo para arreglar su bolso y mirarse por última vez al espejo. Todo estaba bajo control.
RUGGERO.
Bien, ya era hora, exactamente eran las siete con cincuenta minutos, se preguntaran que hiso para pasar el tiempo, pues la mayor parte peinarse, y la otra comerse la cabeza de los nervios que sentiría si algo saliese mal.
Agarró las llaves de su auto, y, en cuanto se sentó, encendió el motor alejandose de su casa.
Acababa de estacionarse en frente de su puerta, eran las siete con cincuenta y ocho minutos, estaba bien. Quizas estaba siendo demaciado paranóico con el tiempo, pero no se imaginan lo nervioso que estaba. Nunca en toda su vida habia estado tan enamorado como ahora, y para ser sinceros, no recuerda alguna vez haberlo hecho.
Caminó hasta la puerta y tocó el timbre. Cinco segundos, cinco segundos se demoró en abrirle, ¿como lo sabe? Pues los contó, ya que fueron los segundos más largos de su vida.
Ok, ya deja de pensar así, me das miedo. Se dijo a si mismo.
-¡Ruggero!-. Exclamó sonriente al verlo.
Casi se atraganta con su propia saliva. ¿Cómo era posible que se viera más hermosa de lo que ya era? Es que ¡Dios! Ese vestido le quedaba de maravilla.
-hola-. Estupido, dile algo más, no te quedes ahí parado como si nada. Se regaño-. Te vez muy...bien.
Definitivamente eres un fracaso enamorado, al parecer afecta tus sentidos, no puedes decir un cumplido mejor. ¡Por el anor de Dios! Tienes a la chica mas hermosa que hayas visto y le dices que se ve bien...
Ella sonrió algo tensa.
Eres un genio ruggero.
-digo, te vez hermosa, ese vestido te queda muy bien, deberias llevarlo siempre...osea, no estoy diciendo que cuando no lo llevas te veas mal, siempre te vez linda, es solo que...ahora...te vez...
Mercedes soltó una risita tapandose levemente la boca.
-bien, por lo menos te he hecho reír-. Sonrió algo avergonzado.
Es que no puedes ser más idiota. ¡RELÁJATE UN POCO HOMBRE!
-Tú tambien te vez muy bien-. Respondió ella-. Nos vamos...
-Claro, ven.
Ambos subieron al auto. Cuando arrancó, y después de girar por una calle, le preguntó.
-¿Tienes hambre? Porque podemos ir a comer ya.
-la verdad no ¿tú?
Pues, creo que ya me he comido mis nervios, así que no.
-No, ¿Quieres ir a dar un paseo por la costa?
-Me encantaría.
MERCEDES.
El ruggero nervioso, era la cosa más adorable que podrías presenciar en tu vida, tuvo que contener sus ganas de besarlo en ese momento. Ahora caminaban por la costa, y no eran los unicos que decidieron hacerlo, estaba lleno de gente, pero eso era lo de menos.
No dijeron nada por un buen rato, simplemente se dedicaban a mirarse y sonreirse. Quien iba a pensar que serian tan tímidos. Pero la verdad era, que desde hace mucho tiempo que ninguno de los dos salía con alguien en serio.
-¿Segura que no tienes hambre?-. Habló él ya más calmado.
-bueno, más o menos, supongo que tú te debes de estar muriendo ¿no?
-Acertaste-. Sonrió.
-pues vamos a comer-. Lo tomó de la muñeca y lo arrastró de vuelta al auto. Podía sentir como él temblaba bajo su piel, era una sensación increíble.
Cuando llegaron al auto, se detuvieron unos segundo, ella aprovechó para acariciarle la muñeca nuevamete. No lo miró a los ojos, solo movió los dedos delicadamente, podía sentir como las pulsaciones de ruggero se aceleraban con cada roce.
Ok, deberias parar mercedes, pareces una loca, y lo estás torturando,el pobre tiene hambre, recuerda.
Finalmente lo soltó, abrió la puerta del auto, que estaba a su derecha, pero ruggero la sorprendió susurrandole al oído.
-te he dicho lo hermosa que eres-. Se estremeció.
Volteó a verlo, sus narices chocaron.
¡Demonios!
De haber sabido que estaba tan cerca se lo habría pensado mejor. Pero ya era demaciado tarde para arrepentirse.
RUGGERO.
¡Dios! No podia explicar que sintió cuando le acariciaba la muñeca, por muy pequeño que haya sido el gesto, sintió que estaba en las nubes por un segundo.
¿Por qué provocaba tantas cosas en él? ¿por qué la amaba tanto? Ni que llevara un año conociendola, solo un tiempito. Pero es que todo ese tiempo, o no se quería dar cuenta, o no podía decirle nada por culpa del lío en el que estaba. Ahora simplemente se habia liberado de las cadenas que lo ataban, y podía quererla al cien por ciento.
Su mano avanzó hasta su mejilla, y descanso ahí unos segundos, luego la acarició levemente.
¡ESTE ES EL MOMENTO! ¡DÍCELO!
-Mechi, te quiero...te quiero como no tienes idea, no espera, no te quiero...te amo, no sé desde cuando deje de verte como una simple compañera odiosa a verte como la chica más hermosa que vi en mi vida, no quiero perder más tiempo contigo, llevo semanas queriendo decirte esto, pero...había otras cosas que hacer, no quiero separarme de tí nunca, quiero permanecer a tu lado todo lo que pueda, quiero hacerte reír, enojar, volver a hacerte reír hasta que te duela el estómago, quiero pasar las tardes contigo, haciendo cualquier cosa, quiero ver una pelicula abrazado a tí...¡Demonios! No sabes cuantas cosas se me ocurren, pero solo se harán realidad si respondes a esta simple pregunta ¿Quieres ser mi novia?
MERCEDES.
Su corazon dio un vuelco de alegría al escuchar las palabras de ruggero.
¿Se podía ser mas perfecto? Creo que no.
-Sí, si quiero, ruggero, me encantaría-. Lo rodeo con sus delgados brazos por el cuello, recostando su cabeza en la curva de su cuello, olía tan bien.
RUGGERO.
Todo se detuvo en cuanto escuchó ese glorioso Sí y soltó todo el aire que no sabía que estaba reteniendo.
Era, definitivamente, el hombre más feliz del mundo.
Le beso la mejilla mientras la abrazaba por la cintura, no quería despegarse de ella. Se estaba tan cómodo así.
Con una mano atrapo su rostro y lo acerco al de él, queria besarla, como lo necesitaba. Es que ¡Por Dios! Esos labios prácticamente le decían a gritos que los besára. Y el no iba a negarle ese deseo.
-te amo, te amo, te amo, mi pequeña detective-. Susurró cerca de su boca.
Sus labios hicieron contacto, lanzando chispas por todo sus cuerpos. Era el momento más feliz de sus vidas. Pero... aún les faltaban un par de cosas que vivir.
Espero que les guste, y me den su opinion sobre la historia, quiero saber si les gusta o no. Estuvo un poco sentimental este capitulo ¿les gusto? Bueno besos y abrazos y no de olviden de votar y comentar, porque me ayuda muchisimo a seguir. Bye.
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